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Cuarto Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos
AiresTercera parte
Dramas, ideas, vida
Por David Walsh
26 Junio 2002
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el autor
Esta es la tercera parte de una serie acerca del festival
de Cine Independiente de Buenos Aires (18-28 de abril).
En su nueva película, L'emploi de temps, el director
francés Laurent Cantet (Recursos humanos) cuenta
la historia de Vincent (Aurélien Recoing), hombre de media
edad que ha perdido su empleo. Le miente a su esposa y familia
con que ha obtenido un puesto nuevo en una agencia de las Naciones
Unidas en Suiza. Sus mentiras se tornan más y más
complejas y más difíciles de sostener. Toma prestado
dinero de su padre, engaña a los amigos para obtener dinero,
y brevemente se une a un contrabandista de mercancía ilícita.
La película se basa, más o menos, en el caso
de Jean-Claude Romand, quien engaño a su familia durante
18 años insistiendo que era investigador para la Organización
Mundial de la Salud. Su mundo se desmorona y termina matando a
su esposa y padres. Pero la película en sí de ningún
modo es tan violenta.
Cantet logra bastante éxito creando una realidad donde
un hombre se pasa los días básicamente matando
tiempo, fingiendo que asiste a reuniones y conferencias e (inevitablemente)
hablando por su teléfono celular, durmiendo en su automóvil,
y andando sin rumbo por los pasillos de edificios de oficinas.
Es un observador en el mundo del trabajo. Pero en sus mentiras,
sin embargo, existe el elemento psicopático y el espectador
llega a concluir que saltar de esta montaña de mentiras
(y estafas) a la violencia y al homicidio no sería difícil.
Hay algo poco sincero en lo que el director dice: que quería
borrarle al personaje su aspecto monstruoso y patológico.
Queríamos darle una banalidad desconcertante.
Pero el hecho es que la actitud del director hacia el personaje
central y su situación no es muy clara. Se supone que Cantet
quiere indicar el vacío que existe en las actividades laborales
de tanta gente. En cierto sentido, al Vincent no hacer nada, logra
tanto (gana dinero o parece ganarlo; satisface a sus amigos y
familia; obtiene prestigio; y mantiene cierto modo de vida) como
aquellos que se pasan los días como partícipes en
empleos enajenantes que significan relativamente nada. Las mentiras
le dan un placer inquieto. Vincent es un hombre que desea encontrar
su nicho en la sociedad, pero la película critica el mundo
al cual quiere pertenecer. El dilema no plantea ninguna solución
clara, y tampoco debería haberla.
¿Es el trabajo sólo un pasatiempo atareado,
un desvío del vacío sin fondo que nosotros mismos
hemos creado? Es la pregunta que el crítico del Guardian
[diario londinense] se hace al elogiar L'emploi du temps.
Pero, ¿es toda labor humana, aun la que toma lugar bajo
las condiciones enajenantes del capitalismo moderno, un
pasatiempo atareado que no significa nada?
Cantet pinta su paisaje de oficinas, hoteles, y lugares de
descanso en las carreteras como si todos lo supiéramos
y nos hubiéramos puesto de acuerdo que estos lugares son
fríos e infernales. Su punto de vista, sin embargo, me
parece superficial. Si las relaciones económicas actuales
son simplemente absurdas y disparatadas, cuyo centro es un vacío,
algo que ha de rechazarse, entonces ¿cuál es la
posibilidad de crear un mundo diferente?
Es casi imposible no oír ecos del movimiento globafóbico
en esta película. No es ninguna casualidad que Vincent
afirme que trabaja para una agencia internacional de desarrollo
impersonal, ineficaz y probablemente siniestra. La película
da la sensación que sus realizadores sienten unas profundas
ansias por el maravilloso ayer de la economía
nacional, de las empresas pequeñas y la vida artesana.
El artista que no es capaz de encontrar ningún punto
de partida dentro de la complejidad de la vida e industria moderna
para buscar otra sociedad con más humanidad seguramente
ha perdido el camino. Como notara Engels hace ya muchos años,
Las fuerzas sociales activas funcionan de la misma forma
que las fuerzas naturales: a ciegas, con poderío, de manera
destructiva, siempre que no las comprendamos o reconociéramos.
Pero una vez que las entendemos, una vez que logramos comprender
sus acciones, su dirección y sus consecuencias, sólo
podemos depender de nosotros mismos para someterlas más
y más a nuestra voluntad, y por medio de ellas alcanzar
nuestros propios fines. Lo mismo con las poderosas fuerzas productivas
de hoy día. Los ámbitos intelectuales han
olvidado o rechazado estas ideascon amargas consecuenciasque
tantos artistas del pasado consideraban elementales. Cantet, cuidadosa
e inteligentemente, ha puesto en orden ciertos detalles de la
película, pero ha fracasado en responder a ciertos problemas
de importancia crítica. ¿Qué le sucedió
a Vincent en su puesto anterior? ¿Cuáles fueron
las circunstancias que lo obligaron a irse? ¿Cómo
decidió perpetrar su fraude? ¿Le causó su
decisión alguna crisis interna? La película comienza
después que tantos momentos decisivos han tomado lugar.
Es como si Dostoyevsky hubiera comenzado Crimen y castigo después
de perpetrarse el crimen y uno se quedara simplemente
leyendo como el autor teje la trama del castigo. Puesto
que el director no le da razón psicológica a las
acciones extrañas de Vincent, o no muestra de manera urgente
su dilema, la degeneración del personaje no causa ninguna
emoción.
A la película le falta coherencia. Cantet quiere borrar
el elemento monstruoso y patológico. Pero esto
no puede ser muy eficaz. Vincent no comunica que es un empleado
ordinario de la clase media; sus acciones no son típicas
de ese tipo social o psicológico. Pero Cantet no puede
tener pollo en corral y en cazuela; quiere mantener un ambiente
desconcertante en que casi todo es posible e insistir
en lo banal del personaje.
Hasta cierto punto, empezando con que Jean-Claude Romand es
capaz de engañar a su familia por 18 años (!), se
nos pide que aceptemos a Vincent como el mentiroso perfecto, completamente
cómodo y persuasivo en su hogar, mientras participa en
actividades ilícitas que más y más parecen
extrañas en el trabajo. El caso de Romand es
menos fascinante por lo que revela acerca de la patología
de su figura central que, por ejemplo, por lo que revela acerca
de la capacidad de la esposa en engañarse a sí misma
y como dos personas pueden vivir bajo el mismo techo por años
sin saber nada una de la otra. Claro, la esposa de Vincent es
atractiva, inteligente y sensible; sin embargo, no puede ver más
allá de las mentiras ridículas que toda mujer de
percepción y que verdaderamente se comunica con su marido
podría penetrar en cinco minutos.
Otra vez, como con tantas películas recientes ( Storytelling,
In the Bedroom, Ghost World, Monster's Ball),
el desarrollo de la trama de L'emploi du temps no pasa
la prueba del análisis. No ha sido pensado de cabo a rabo.
Sólo sirve para iluminar cierta idea, la cual no es necesariamente
muy profunda. La película de Cantet no parte de la vida,
sino de un esquema.
Algo absurdo de Straub-Huillet
Obreros, campesinos ( Operai , contadini),
dirigido por el famoso equipo de Jean-Marie Straub y Danièle
Huillet, es una ridiculez. Un grupo de actores, presuntamente
aficionados, se para en el bosque y lee monólogos por dos
horas. El material proviene de la pluma de Elio Vittorini ( Le
donne di Mesina), escritor izquierdista italiano (1908-66).
Cuenta la historia de un grupo de italianos que, a fines de la
Segunda Guerra Mundial, decide formar una vida social nueva sobre
las ruinas de un pueblito en el Norte de Italia. Siguen varios
tramas, los cuales serán incomprensibles a todo espectador
que no sea masoquista. La pieza es incapaz de interesarle a nadie,
y es, a fines de cuenta, insoportable, pura charlatanería.
Por varias décadas del cine europeo, Straub y Huillet
han sido representantes de cierta tendencia: la del ascetismo
artístico y la negativa en adaptarse al gusto popular.
En 1988 noté lo siguiente: La primera película
de Straub-Huillet, Machorka-Muff (1963), se basó
en una novela de Heinrich Böll. La película por la
cual son reconocidos hasta hoy día es Crónica
de Anna Magdalena Bach (1968), la cual, según la descripción
de Straub, es la historia de amor de Bach y su segunda esposa.
Straub-Huillet han filmado películas basadas en Othon,
de Corneille; Moses y Aarón, de Schönberg;
Los asuntos del Señor César, de Brecht; y
Amerika, de Kafka. Nadie ha criticado la seriedad intelectual
que exhiben o su compromiso con el arte. No obstante varios, inclusive
el fallecido R.W. Fassbinder, director alemán que colaborara
con Straub cuando éste era actor hacia finales del 60,
han criticado a Straub-Huillet por no hacer sus obras más
comprensibles a un público más amplio.
Al comentar sobre De hoy a mañana (1997), basada
en una opera no muy conocida de Schöenberg, compuesta en
1929, escribí: Todavía es difícil expresar
entusiasmo total por un proyecto cuya producción se ahoga
en la rigidez, auto seriedad y una actitud casi religiosa hacia
el arte. La película es extraordinaria por lo que es: una
película de la ópera de Schöenberg, pero es
alarmante cuando se le teme tanto al caos, a las emociones y a
la confusión; cuando encuentra tan difícil alcanzar
al público y establecer una relación íntima
con éste.
Esos comentarios han resultado demasiado generosos. Hasta cierto
punto, De hoy a mañana y ¡Sicilia
! (1999, también basada en los escritos
de Vittorini) nos engañaron. Ambas películas son
de duración relativamente corta y hasta comprensibles.
Ahora, con Obreros, campesinos (¡nada menos!), Straub-Huillet
nos han infligido su programa máximo. Dos horas
de disparates recitados insípida e incomprensiblemente.
¡Y el público se sienta respetuosamente en sus sillas
durante todo lo largo de esta película en los festivales
de cine!
Y ésto es lo que intenta hacerse pasar por arte dialéctico,
por arte comunista, según la persona que la
presentó en Buenos Aires. Bueno, Straub-Huillet verdaderamente
han perfeccionado el arte de la enajenación;
y su obra es enajenante de verdad. Pero luego de varias décadas
de películas, no han sido capaces de dramatizar las emociones
o situaciones humanas más elementales. Ni de convencer
a nadie de nada. Si la escuela del sectarismo existe
en el arte, entonces Straub y Huillet pertenecen a ella.
Es como si un mesianismo los poseyera. Creen que son los únicos
directores verdaderos del mundo. Pero, ¿un mesianismo para
qué? Permítanme citarlos: Tenemos que realizar
películas específicas, para idiomas específicos,
que traten problemas específicos. Tenemos que inventar
las fronteras de nuevo, destruir la Europa del Dr. Goebbels. Somos
los únicos realizadores del cine europeo, de las naciones
europeas. ¡Qué vivan las fronteras! ¡Qué
viva el estado-nación europeo! Esto es simplemente espantoso.
Acerca de Straub-Huillet no hay que decir mucho más.
Aquellos que desean seguir engañados, tanto peor para ellos.
Youssef Chahine
Las películas de Youssef Chahine son un antídoto
contra Straub-Huillet. Chahine (nacido en 1926), cuya última
película, Silencio ... estamos rodando, se presentó
en Buenos Aires, es un veterano director egipcio. Filma películas
audaces y extravagantes. No se puede olvidar fácilmente
la escena en el El otro (1999) en que la sexy mamá
del héroe tiene un encuentro virtual
con un fundamentalista islámico maquinador en la cima de
la Torre Eiffel. Acerca de esta película yo ya había
comentado lo siguiente: La corrupción, el fundamentalismo,
la mundificación, el amor de madre, las computadoras, la
realidad virtual...¡Esta película
lo tiene todo! termina trágicamente, pero ya para el final
la mente de uno está girando. Uno de los personajes, no
recuerdo cual, en cierto momento dice: ¡La tecnología
es verdaderamente extraordinaria!¡Sí, al igual
que esta película!
Silence ... on tourne es una comedia musical que toma
lugar en el Cairo moderno. Una famosa cantante, Malak (La actriz
y cantante Latifa, de Túnez), cuya arte la ha aislado,
se convierte en la presa de un buscador de fortuna que no tiene
ni un centavo en que caerse muerto. Ella tiene un chofer comunista
y una hija nasserista (abandonada por su esposo). Cuando alguien
dice que El precio del éxito es la soledad,
la respuesta llega rápido, algo como: Pero hasta
Lenín estaba casado. La escena más memorable
quizás sea el número musical que toma lugar en el
metro, que recuerda a West Side Story. O quizás
sea la escena en que jet-skis comienzan a volar sobre una
isla. Al final el aventurero es desenmascarado y el amor más
o menos lo conquista todo. La película no es el apogeo
del cine, pero es casi contagiosa la actitud subversiva que muestra
hacia casi todo.
En una entrevista publicada en Libération, Chahine
comentó lo siguiente: Vivimos rodeados de una verdadera
histeria acerca del dinero en Egipto. Tenemos leyes que alientan
la inmoralidad y la corrupción. Los comerciantes son la
gente más admiradas...Y el fundamentalismo también
está creciendo...Hoy estamos llegando a nuevos apogeos
de religiosidad, con las muchas que piden adoptar el velo para
convertirse en esclavas...No estoy tratando de ser chocante.
Pero cuando la religión excede los límites, es necesario
luchar hasta el final. ¡Bravo!
Películas de Corea del Norte, Taiwán,
Rusia, Italia y Estados Unidos
Camello(s) es una película de Corea del Sur hecha
con bastante inteligencia. Dirigida por Park Ki-yong, quien también
produjo A la isla estrellada (Park Kwangsu) y dirigió
Motel cacto (1997), la película sigue a una pareja
durante su aventura de fin de semana. Él está casado.
Los dos son camellos presuntamente en el sentido que
pueden vivir sin mucho sustento. La película está
llena de silencios. Lo que se habla es poco, infrecuentemente,
e intencionalmente banal. Cuando hablan de la ciudad que visitan:
¿Estuviste aquí antes? Una vez, cuando iba
a la universidad. Y luego se oye: Veo que tenemos
mucho en común.
Ambos se van a un bar con karaoke, donde por fin se besan.
Duermen junots y luego comen. ¿Te gustan los fideos?
Sí, toda clase de fideos. Se ponen a divagar acerca
de lo que hubiera ocurrido si se hubieran encontrado antes. En
la penúltima secuencia, los silencios se vuelven aún
más prolongados. No me gusta el pez hervido.
Por fin, él le pregunta, ¿Te puedo llamar
de nuevo? Ella nunca le contesta.
Como representación de gente decente, común,
reprimida y muy sofocada, la película es útil. Sin
embargo, hay que sospechar un poco acerca de tramas tan exagerados,
los cuales siempre comunican cierto aire de superioridad. El deber
del artista es no aceptar lo superficial. Se debería presumir
que todos los seres humanos tienen profundidades ocultas; todo
el mundo merece el beneficio de la duda.
La isla de las flores también es de Corea del
Sur y es la primera película de Song Il-gon. Tiene que
ver con tres mujeresuna cantante que padece de cáncer
de la garganta, una joven que acaba de abortar en un cuarto de
baño público sin ayuda de nadie, y una prostitutaque
escapan de la cruel ciudad y se encuentran por casualidad en el
campo, donde ha nevado pesadamente. La prostituta va en rumbo
de la isla de las flores, donde todo dolor y pena desaparecen.
Las otras dos deciden acompañarla.
Al principio, la película amenaza con no tener otra
cosa en mente más que irritar, pues hace que las circunstancias
de las tres sean demasiado agobiantes para el espectador. Resulta
que La isla de las flores termina por ser un estado mental
más que otra cosa, y eso la debilita, pero las tres mujeres
son relativamente agradables, como también lo son varios
personajes con los que se encuentran en el camino.
En Imagen de espejo, del director taiwanés Hsiao
Ya-chuan (también es su primera película), el hijo
del propietario de una casa de empeños se encarga de la
tienda mientras su padre se encuentra en el hospital. Su novia
lee palmas, pero él se raspó las suyas horriblemente
en un accidente de motocicleta. Ella le dice, Escapaste
tu destino. Aparentemente no. Dirige la tienda con bastante
aspereza y entra en una relación secreta con una mujer
que vende mercancías en el metro. El joven es egoísta
y desagradable; la película bastante fría y pasiva,
otra evidencia del callejón sin salida en que ha entrado
el cine taiwanés. (La película fue producida por
Hou Hsiao-hsien.)
Un lugar en la tierra (Artur Aristakisyan) es prueba
adicional, si es que más fueran necesarias, que la vida
en la Rusia pos soviética es una pesadilla. Un grupo de
vagabundos y desadaptados viven en un centro de albergue en Moscú
dirigido por un fanático que pregona el amor por todos
hacia todos. Los residentes viven en la mugre rodeados de sus
hijos. Hay un Templo del Amor. De vez en cuando, un
brutal escuadrón de la policía entra buscando drogas
y le cae a palos a todo el mundo. Horror sigue a horror en esta
película. El director se castra a sí mismo. Uno
de los pocos acólitos que quedan le dice, Me quedaré
contigo hasta que se acabe el mundo. Uno de los desilusionados,
sin embargo, le dice: Usas tus propias flaquezas para exprimirle
el amor a la gente.
Luego averiguamos que se le ha visto haciendo fila para recibir
su pensión y que pasa la mayor parte del tiempo mirando
televisión. Uno de sus seguidores pregunta: ¿Fue
necesario que tuviera que pasar por todo eso para terminar convirtiéndose
en una persona común? El director aparentemente se
siente abrumado por la situación actual y es incapaz de
comprenderla. Esta es la última en toda una serie de películas
rusas que expresan este sentimiento generalizado.
El festival de Buenos Aires le prestó atención
especial al cine napolitano de último momento.
Es imposible hacer comentarios críticos esta escuela con
sólo dos películas como base, pero la verdad es
que no causan mucha impresión. L'Uomo in piú
(Paolo Sorrentino) es una cinta tonta acerca de dos hombres
que se llaman igual. Uno es un ridículo cantante de canciones
populares que ya ha pasado de moda; y el otro aspira a ser entrenador
de fútbol. El director ha decidido que todos y todo sean
grotescos y desagradables, lo cual resulta en puras caricaturas.
Estranei alla masa (Vincenzo Marra) es un estudio de
siete fanáticos que siguen a un club de fútbol napolitano
durante el transcurso de un día. Como documental de un
viaje, la cinta es algo interesante y contiene ciertos momentos
entretenidos, pero por lo general no es lo suficientemente perspicaz
o crítica. El vínculo entre la decadencia de los
partidos de izquierda, la enajenación política que
amplios sectores del pueblo italiano siente y la devoción
a un equipo de fútbol podría haber sido un buen
punto de partida.
Kwik Stop (Michael Gilio) es una película
independiente de los Estados Unidos. Es una cinta
picaresca (de aventuras en el camino) que trata de ser diferente.
Pero no lo es, al menos no lo suficiente. Sus inquietudes en gran
parte son mezquinas y secundarias. Aunque no sea de las cintas
más egocéntricas, el director fracasa en convencer
al espectador que realmente le a dado pensamiento alguno a lo
que sucede en los Estados Unidos o que por lo menos ha hecho de
ello una base para rechazar temas que carecen de originalidad
.
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