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: Español
La crisis del capitalismo estadounidense y la guerra contra
Irak
Por David North
28 Abril 2003
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el autor
1. La invasión no provocada e ilegal de Irak por parte
de Estados Unidos es un evento que quedará marcado en la
historia de la infamia. Los criminales políticos en Washington
que han lanzado esta guerra y los miserables canallas de los medios
de masas que se regocijan en el baño de sangre, han cubierto
a este país en la vergüenza. Cientos de millones de
personas en todas partes del mundo sienten repulsión por
el espectáculo de ver un bestial y desenfrenado poderío
militar que pulveriza a un pequeño país indefenso.
La invasión a Irak es una guerra imperialista en el sentido
más clásico del término; un acto de vil agresión
emprendido en nombre del interés de los estratos mas reaccionarios
y predadores de la oligarquía financiera y empresarial
de los Estados Unidos. Su propósito más manifiesto
e inmediato es el establecimiento del control sobre los recursos
petrolíferos de Irak y la reducción del país,
por tanto tiempo oprimido, a un protectorado colonial de los Estados
Unidos.
El mundo no ha presenciado un gangsterismo internacional como
el del gobierno de Bush desde la década del 320, cuando
los regímenes de Hitler y Mussolini llegaron al apogeo
de su poder y locura. El precedente histórico más
parecido a la violencia que ahora se desata contra Irak es la
invasión a Polonia en 1939. La intención anunciada
de los militares estadounidenses de lanzar una andanada de miles
de cohetes teledirigidos y bombas sobre Bagdad forma parte de
una estrategia consciente para aterrorizar al pueblo iraquí.
Lo que el Pentágono llama estrategia de Choque y
Anonadamiento tiene su inspiración del infausto método
del blitzkrieg [guerra relámpago] que
los ejércitos nazis emplearon a principios de la Segunda
Guerra Mundial. Así es como un historiador describió
la destrucción de Polonia por los nazis:
La tormenta de fuego y fierro que le cayó encima
a los polacos durante los primeros días de septiembre dejó
a la infeliz población aturdida arruinada. Al concluir
los primeros diez días, las tropas mecanizadas de los alemanes
habían roto todas las defensas hacia Varsovia. La mayoría
de la inadecuada fuerza aérea polaca había sido
destruida en tierra sin siquiera haber entrado en acción;
los aviones de guerra y los bombarderos Stuka de la
Luftwaffe, que le habían dado apoyo táctico
a la infantería que avanzaba, destruyó los medios
de comunicación y desde los cielos desparramó la
destrucción y el terror. Los alemanes', reportó
un periodista de los Estados Unidos, están aplastando
a Polonia como si fuera un huevo pasado por agua'.[1]
Todas las justificaciones del gobierno Bush y sus cómplices
en Londres se basan en verdades a medias, falsedades y mentiras
desnudas. En este momento ya casi resulta ocioso responder a la
aseveración que el objetivo de esta guerra es la destrucción
de las llamadas armas para la destrucción en masa
de Irak. Luego de semanas de inspecciones intrusas, a las cuales
ningún país jamás se ha sometido, no se ha
descubierto ningún material significativo. Los últimos
informes de los dirigentes del equipo de inspecciones de la Organización
de las Naciones Unidas [ONU], Hans Blix y Mohamed El Baredei,
específicamente refutan las declaraciones del Ministro
de Relaciones Exteriores, Collin Powell, durante su notoria alocución
ante la ONU el 5 de febrero, 2003. ElBaredei reveló que
los alegatos que los Estados Unidos había hecho con mucho
alarde acerca de los esfuerzos iraquíes para importar uranio
de Níger se basaban en documentos falsificados que el espionaje
británico del Primer ministro de la Gran Bretaña,
Tony Blair, había ofrecido. Otros alegaciones importantes,
relacionadas al uso de tubos de aluminio para fines nucleares
y a la existencia de laboratorios móviles que producen
armas químicas y biológicas, comprobaron ser infundadas.
En tanto se revela una mentira, el gobierno de Bush trama otra.
Tanto desprecia a la opinión pública que ni siquiera
se inquieta en darle firmeza a sus argumentos.
El domingo 16, el vicepresidente Richard Cheney apareció
en la televisión para declarar que Irak en efecto
ha reorganizado sus armas nucleares. Pero en menos de 5
minutos afirmó que sólo era cuestión
de tiempo que [Saddam Hussein] adquiriese armas nucleares.
En ningún momento impugnó el entrevistador esta
flagrante contradicción entre las dos aseveraciones de
Cheney. No obstante, ya Mohamed El Beredei había refutado
a Cheney y reportado al Consejo de Seguridad de la ONU que no
hay ninguna insinuación que las actividades nucleares habían
reanudado.
La segunda justificación importante para la guerra contra
Irakque el régimen del Baat de Saddam Hussein está
aliado con los terroristas de Al Qaidaes otra mentira de
la cual el gobierno de Bush más y más se ha valido
a medida que el equipo de inspectores de la ONU refuta la existencia
de las armas para la destrucción en masa. Y el esfuerzo
por vincular a Hussein a Al Qaida se basa en pruebas aún
más frágiles. El gobierno no ha presentado ninguna
evidencia creíble para darle peso a esta acusación.
Tal vez la más absurda y cínica de todas las
justificaciones que el gobierno de Bush ha dado es que la guerra
se ha entablado para llevar la democracia al pueblo iraquí.
Este es un tema que le ha caído muy bien a ignorantes santurrones
como Thomas Friedman, columnista del New York Times, quien
el 19 de marzo escribiera que vale la pena quitar a Saddam
Hussein y ayudar a Irak a reemplazar su régimen con un
gobierno decente que de cuentas y que pueda ser modelo para el
Oriente Medio, no tanto debido a que Irak nos amenaza con sus
armas [lo cual no era el caso, tal como Friedman había
reconocido previamente], sino a que nos amenaza una legión
de estados árabe-musulmanes decadentes que producen demasiados
jóvenes que se sienten humillados, mudos y abandonados.
Tenemos verdadero interés en colaborar con ellos para producir
el cambio.
¡Que verborrea tan despreciable y vil! Presenta la masacre
de miles de iraquíes por medio de un bombardeo incendiario
aéreo como si fuera una colaboración!
Hay que hablar de varios temas para responder a la llamada
Guerra por la democracia. Aparte del hecho que Bush
asumió el poder por medio del fraude electoral, lo cual
fue una derrota importante para la democracia en los Estados Unidos,
no hay razón válida, sea la que sea, para creer
que la conquista de Irak por los Estados Unidos le llevará
al pueblo, y a otros de la región, otra cosa que no sea
mayor miseria y opresión. El papel histórico de
los Estados Unidos en el Oriente Medio es uno de crímenes
sangrientos contra los pueblos de esa región del mundo.
El mismo Ministerio de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos
ha acusado a todos los aliados importantes de los Estados Unidos
en el Oriente Medio y el norte de África Marruecos,
Egipto, Arabia Saudita, Kuwait, Jordania y Turquíade
haber abusado obscenamente los derechos humanos. E Israeldemocracia
ejemplar apoyada por los Estados Unidosgobierna a los palestinos
con el terror desnudo. Los métodos de gobierno que los
sionistas emplean en los territorios ocupados más y más
se asemejan a los que los nazis usaron contra los judíos
en Varsovia. En Irán, un cuarto de siglo de opresión
bestial bajo la tutela de un dictador instalado por la CIA luego
de ésta organizar el derrocamiento de un gobierno nacionalista
popular, terminó en la revolución de 1979. Que ese
poder eventualmente cayera en manos de los fundamentalistas islámicos
reaccionarios se debió, en gran parte, a la destrucción
de la oposición de las masas, encabezada por los socialistas,
al régimen del Shah; destrucción que la CIA supervisara.
El mismo régimen de Saddam Hussein es secuela de los
esfuerzos mortíferos de los Estados Unidos, durante las
décadas del 50, del 60 y hasta del 70, para liquidar al
movimiento socialista de trabajadores que en otra época
fuese una fuerza política significativa en el Oriente Medio.
El golpe de estado del 8 de febrero, 1963, que derrocara el régimen
nacionalista izquierdista de Qassim y que llevara al Baat al poder
por primera vez, fue organizado con apoyo de la CIA. Mohamed Haikal,
periodista egipcio, reportó lo que el rey Hussein de Jordania
le había contado:
Permítame decirle que yo se con certeza que lo
que sucedió en Irak el 8 de Febrero tenía el apoyo
del espionaje estadounidense. Varios de los que actualmente gobiernan
en Bagdad no saben de esto, pero yo estoy consciente de la verdad.
Numerosas reuniones se llevaron a cabo entre el partido Baat y
espías de los Estados Unidos, las más importantes
en Kuwait. ¿ Sabía usted que...el 8 de febrero una
radio clandestina que transmitía [mensajes] a Irak le entregó
a los hombres a cargo del golpe los nombres y las direcciones
de los comunistas para arrestar y ejecutarlos? [2]
Fue en tales actividades sangrientas que Saddam Hussein surgió
como figura principal del movimiento Baat. Mas adelante en su
carrera volvería a ser favorecido por los Estados Unidos,
quien lo apoyara cuando sangrientamente purgó a los comunistas
iraquíes en 1979, lo cual fue crucial para la consolidación
del poder. Los Estados Unidos alentó la decisión
de Saddam Hussein de irse a la guerra contra Irán en 1980
y le facilitó apoyo logístico y materiales durante
los próximos 8 años. Gran parte de la acumulación
de substancias biológicas que Hussein estableciera durante
la década del 80 provino de la compañía estadounidense,
American Type Culture Collection [ ATTC], con sede
en la ciudad de Manassas, estado de Virginia, con el permiso explícito
del gobierno de Reagan-Bush. ATTC no podría haber
enviado estas muestras a Irak sin el permiso del Ministerio del
Comercio para todos los pedidos, expresó Nancy J.
Wysocki, vicepresidente encargada de la oficina de recursos humanos
y relaciones publicas en la American Type Culture Collection
, organización sin fines de lucro. Es de los mayores abastecedores
de substancias biológicas del mundo, las cuales fueron
enviadas para llevar a cabo investigaciones legítimas.[3]
Aparte de estos y otros importantes detalles de la larga y
desagradable relación entre Estados Unidos y Saddam Hussein,
el intento de invocar ideales democráticos como pretexto
para atacar a Irak ignora un principio democrático fundamental:
la autodeterminación de las naciones. La invasión
y conquista del país y el establecimiento de un protectorado
militar bajo el mando del Generalísimo Tommy
Franks constituyen una violación total de la soberanía
nacional iraquí.
Ninguna de las razones que el gobierno de Bush y sus apologistas
en los medios de prensa han ofrecidomuy aparte de que carecen
de toda credibilidad fundamentalsanciona la justificación
legal para la guerra. Debe enfatizarse, sin embargo, que antes
de atacar a Irak, el gobierno de Bush ya había ya proclamado
una nueva doctrina estratégica que afirmaba la legitimidad
de la guerra preventiva o de prioridad;
es decir, Washington se reserva el derecho a atacar cualquier
país que considere amenaza potencial a los Estados Unidos.
Si este principio se acepta, entonces los Estados Unidos, tarde
o temprano, puede atacar a cualquier país del mundo. En
su discurso a la nación el 17 de Marzo, Bush formalmente
invocó esta doctrina como justificación final para
atacar a Irak. Actuamos ahora porque el peligro de la inacción
sería mucho peor. En un año o cinco, la capacidad
de Irak para hacer daño a las naciones libres se multiplicaría
muchas veces. Es decir, los Estados Unidos atacará
Irak mientras éste todavía se encuentre indefenso,
y no por acciones que haya tomado, sino por acciones que podría
tomar en un futuro indeterminado. Esta doctrina, que no tiene
ningún fundamento en el derecho internacional, abraza la
doctrina de la guerra y la conquista como si fuera una alternativa
política legitima. Considera que la invasión a Irak
es la primera en un ciclo de guerras elegidas que
los Estados Unidos iniciará para establecer su hegemonía
mundial sin que nadie se le oponga. Toda nación potencialmente
adversaria de los Estados Unidos ha de ser destruida antes de
convertirse en amenaza mayor.
2. La glorificación desvergonzada de la guerra como
instrumento legítimo de la realpolitik del imperialismo
mundial representa una regresión horrible de la política
y la moral. Ciertas partes importantes del derecho internacional
se desarrollaron en base de las experiencias sangrientas de la
primera mitad del siglo anterior. La carnicería de la Primera
Guerra Mundial entre 1914 y 1918, en que fueron muertos decenas
de millones de personas, condujo a una furiosa controversia acerca
de quien debería asumir responsabilidad por el inicio de
las hostilidades; es decir, quien tuvo la culpa por la guerra.
La idea esencial sobre la cual el debate se basó era la
siguiente: cuando un gobierno iniciara y usara la guerra como
instrumento para lograr ciertos objetivos políticosno
importaba lo que fuesenéste perpetraba un acto delictivo.
Aunque es cierto que las razones fundamentales que le dieron inicio
a la guerra en 1914 eran complejas, de ello surgió gran
evidencia que las decisiones del gobierno alemán habían
sido principalmente responsables. Ese gobierno había decidido,
por razones políticas, explotar las circunstancias que
el asesinato del archiduque austríaco en Sarajevo había
creado y así lograr la inevitabilidad de la guerra.
El tema de la culpa por la guerra asumió
aun mayor significado a fines de la Segunda Guerra Mundial. Es
indudable que el Tercer Reino fuera culpable de iniciar las acciones
bélicas en 1939. Esto llevó a los Poderes Aliados,
entre los cuales los Estados Unidos era el más poderoso
representante, a decidir que los antiguos líderes del estado
Alemán debían ser enjuiciados.
Al establecer los principios jurídicos sobre los cuales
el juicio de los dirigentes nazis en Nuremberg se basarían,
el abogado estadounidense Telford Taylor insistió en que
no era el objetivo de los juicios determinar todas las causas
de la Segunda Guerra Mundial. Más bien, un aspecto específico
era lo esencial. Como Taylor escribiera en un memorándum
a Robert Jackson, fiscal principal de la delegación estadounidense:
El dilema de la causa es importante y será debatido
por muchos años, pero ello no tiene lugar en este tribunal,
el cual debe ceñirse rigurosamente a la siguiente doctrina:
la planificación y el lanzamiento de una guerra agresiva
es un acto ilícito, no importa cuales hayan sido los factores
que causaran esa planificación y ese lanzamiento. Los
acusados pueden implorar ante el juicio de la historia que se
consideren las causas que contribuyeron [al conflicto], pero no
ante el tribunal.[4] (énfasis nuestro).
Se entendía muy bien en 1946 que el juicio de Nuremberg
establecía un precedente jurídico de mayor importancia.
El propósito básico era establecer bajo la jurisdicción
del derecho internacional que la planificación y el lanzamiento
de una guerra agresiva era un acto delictivo. Los representantes
de los Estados Unidos insistieron en este principio y dieron a
conocer que su país lo respetaría. Como escribiera
Jackson:
Si a ciertas acciones que conducen a la infracción
de tratados se les considera delito, entonces éstas constituyen
un delito, lo perpetre los Estados Unidos o Alemania, y no estamos
preparados para establecer una ley que rija la conducta criminal
de otros si no estamos dispuestos a que esa misma ley rija la
nuestra.[5]
La guerra preferida que el gobierno de Bush lanza
no es, en ningún sentido jurídico, fundamentalmente
diferente a las decisiones y acciones por las cuales los líderes
nazis fueron enjuiciados y llevados a la ahorca en octubre de
1946. El gobierno de los Estados Unidos sabe esto muy bien, y
por ello la razón que rehusa aceptar la jurisdicción
del Tribunal Penal Internacional en La Haya.
3. No cabe duda que los Estados Unidos es instigador principal
de esta guerra. El objetivo principal de la guerra es apoderarse
del control de los recursos petrolíferos de Irak. Todo
esfuerzo por negar el papel primordial del petróleo en
los planes de conquista de Irak hiede a deshonesto y cínico.
Ninguna otra materia prima ha jugado un papel tan central en las
consideraciones políticas y económicas del imperialismo
estadounidense durante el último siglo como el petróleo
y el gas natural. Esta inquietud tan importante la sufren no sólo
las ganancias de las empresas petrolíferas estadounidenses,
aunque ello no deja de jugar un papel menos significativo. La
industria estadounidense, la estabilidad de la estructura financiera
monetaria de los Estados Unidos y la posición mundial dominante
de ésta todos dependen totalmente del acceso libre aly
del control delos enormes recursos petrolíferos del
Golfo Pérsico y, más recientemente, de la Olla del
Caspio.
La historia de la política exterior y la estrategia
militar de los Estados Unidos de las últimas tres décadas
se puede analizar, desde un punto de vista estrictamente económico,
como reacción a la sacudida petrolífera
de 1973, cuando el embargo del petróleo que los productores
petrolíferos árabes más importantes declararon
en reacción al conflicto árabe-israelí de
ese año llevó a la cuadruplicación de los
precios del petróleoproceso que estremeció
a la economía capitalista estadounidense y mundial. La
segunda sacudida petrolífera luego de la Revolución
Iraní en 1979 terminó en la Declaración de
la Doctrina Carter, la cual declaró acceso sin restricciones
al Golfo Pérsico, lo cual le era de mayor interés
estratégico de los Estados Unidos. Esto estableció
las condiciones para la enorme expansión de las fuerzas
militares estadounidenses, lo cual ha continuado sin interrupción
durante los últimos 23 años.
La posición mundial de los Estados Unidos como principal
potencia imperialista depende no sólo de mantener su acceso
sin restricciones al petróleo, sino también de su
capacidad para determinar la cantidad de esta decreciente materia
prima que está al alcance de otros países, sobretodo
de los rivales actuales o de los que pueden llegar a convertirse
en ello. Los Estados Unidos siempre ha considerado que este aspecto
geopolítico internacional del petróleo como materia
indispensable ha sido profundamente afectado por el acontecimiento
más importante del último cuarto del siglo XX :
la disolución de la Unión Soviética.
La clase gobernante estadounidense interpretó el colapso
de la Unión Soviética como oportunidad para poner
en práctica una comprensiva programática imperialista
imposible de imponer luego de la Segunda Guerra Mundial y durante
casi los 50 años de la Guerra Fría. Al proclamar
la llegada del momento unipolar, los Estados Unidos
se empeñó en prevenir, como objetivo estratégico
de mayor importancia, que surgiera otra potenciano importa
que fuese ésta la Europa recientemente unificada, Japón
o probablemente Chinaque pudiera desafiar su posición
dominante internacional. Conscientes del deterioro significativo
de la posición de los Estados Unidos en la economía
mundial, los estrategas del imperialismo estadounidense llegaron
a creer que el poderío militar abrumador del país
era manera principal por medio de la cual los Estados Unidos podía
efectuar la nueva estructuración del mundo a favor suyo.
En este contexto, el uso de La fuerza militar para establecer
el control eficaz de las regiones que producen petróleo
y de la distribución mundial de esta materia prima tan
esencial pasó de idea estratégica a plan concreto
de acción.
4. Reconocer el papel central del petróleo en las tramas
geopolíticas de los Estados Unidos no significa, sin embargo,
no explica del todo la guerra contra Irak y la aceptación
general del militarismo. La manera en que los Estados Unidos,
o cualquier otro país capitalista, identifica y define
sus intereses primordiales y los medios por los cuales quiere
asegurarlos, no es meramente consecuencia de simples maquinaciones
económicas. Mas bien, es toda la estructura y dinámica
interna de una sociedad específica lo que fundamentalmente
influye y le da forma a estas maquinaciones, aunque, a decir verdad,
éstas son cruciales. Desde este punto de vista, la invasión
de Irak manifiesta las profundas contradicciones sociales malignas
de la política fundamental de los Estados Unidos.
No existe ninguna barrera impenetrable que separe la política
interna de la externa. Ambas son constituyentes recíprocos
de la misma política clasista elaborada por los estratos
dominantes de la elite gobernante. La política externa
promulgada por la clase gobernante, aunque se subordina a la presión
continua de las fuerzas económicas mundiales, refleja,
complementa y proyecta sus intereses internos básicos.
Casi de 60 años han transcurrido desde que terminara
la Segunda Guerra Mundial. Un análisis de este período
revela muy claramente la correlación entre la política
interna y la externa. Estos 60 años se pueden dividir en
dos etapas. Durante los primeros 30 años, entre 1945 y
1975, la tendencia predominante en la política interna
estadounidense fue la de reformas sociales liberales. En su política
externa, la burguesía estadounidense propició cierta
versión de internacionalismo liberal, arraigado en varias
instituciones multilaterales. Claro, estas instituciones servían
lo que la clase gobernante estadounidense percibía eran
sus intereses de largo plazo. Además, poderosos sectores
de la clase capitalista siempre se oponían a la tendencia
predominante de querer llegar a un acuerdo o acomodo con la Unión
Soviética. Pero aún asíaún dentro
de los límites del acomodola burguesía estadounidense
acérrimamente defendía, con la guerra si era necesario,
lo que percibía eran sus intereses mundiales. La economía
se expandió enormemente luego de la Segunda Guerra Mundial,
y capitalismo estadounidense optó por la política
más conveniente: el liberalismo social para el país
y el internacionalismo liberal (léase anticomunismo)
para el exterior.
El debilitamiento del orden económico mundial establecido
en 1944 (según los acuerdos del sistema de Bretton Woods)
presagió el fin de esta época liberal, cuyo colapso
ocurrió en 1971, cuando la convertibilidad recíproca
del dólar en oro cesó, causando así un período
de inestabilidad económica internacional creciente
la cual se manifestó de manera aguda en una inflación
de precios sin precedentey el deterioro prolongado, en los
Estados Unidos, de las ganancias (beneficios) empresariales.
El deterioro en el clima económico mundial general provocó
un cambio fundamental en la política interna y externa
de la clase gobernante estadounidense. En los Estados Unidos,
la política social orientada hacia la redistribución
limitada de la riqueza, así como también la reducción
limitada de varios niveles desigualdad, retrocedieron. La elección
de Reagan a la presidencia en 1980 fue seguida por grandes reducciones
en las rentas internas a favor de los estadounidenses más
acomodados económicamente; enormes reducciones en los gastos
para los programas sociales destinados a aliviar la situación
de los estadounidenses más pobres; y agresiones de amplio
impacto contra los sindicatos obreros.
El elemento internacional de esta política fue el repudio
de detente con la Unión Soviética y
la intensificación general de la presión militar
contra los movimientos nacionales en el Tercer Mundo
que se consideraban peligrosos a los intereses estadounidenses
mundiales.
5. La política agresiva del Imperialismo de los Estados
Unidos produjo las consecuencias deseadas: en el interior del
país, el nivel de vida de la clase obrera se estancó
o declinó; en el llamado Tercer mundo, la situación
de cientos de millones de personas sufrió el deterioro
horripilante. Para las clases dirigente y los sectores mejore
acomodados de la clase media alta, estas política produjo
beneficios con que sólo habían soñado. Los
niveles salariales depreciados en los Estados Unidos, una inextinguible
oferta de mano de obra barata en el extranjero y la existencia
de precios de mercancía bajos produjeron, en la década
del 90, el ambiente ideal para la tremenda prosperidad basada
en el mercado de acciones. (La cual, debería recordarse,
comenzó luego de la primera Guerra del Golfo Pérsico
de 1991.)
La estabilidad económica del capitalismo estadounidense
y con ello las vastas fortunas acumuladas por su clase gobernantedurante
el curso del boom especulativo de Wall Street
se hicieron dependientes, o se podría decir, adictas,
a los niveles salariales deprimidos en los Estados Unidos y al
continuo abastecimiento de materias primas baratas procedentes
de los países del exterior (especialmente de petróleo),
y a la mano de obra barata. El asombroso enriquecimiento de la
clase gobernante estadounidense durante la última década
y la horrorosa pobreza de Latino América, África,
Asia, y la antigua Unión Soviética son fenómenos
interdependientes. Si un matemático estudiara la relación
entre la acumulación de la riqueza de los Estados Unidos
y las consecuencias sociales de los precios bajos de mercancías
y la superexplotación de los trabajadores en el extranjero,
podría que calcular cuantos millones de muertes prematuras
a causa de la pobreza fueron necesarias colectivamente en África,
Asia, Eurasia y Latinoamérica para dar a luz a un nuevo
billonario de Wall Street.
Es difícil que la clase gobernante estadounidense no
esté consciente de la relación que existe entre
su propia riqueza y el saqueo contra un gran porcentaje de la
población mundial. Esta relación ha creado, en los
ámbitos ruidosos, estúpidos y arrogantes de los
nuevos ricos que la prosperidad especulativa de las
décadas del 80 y del 90 produjo, la base objetiva de un
grupo social que aboga por el barbarismo imperialista. Este es
el elemento social corrupto que domina los medios de masa e imparte
a las ondas radiales y a la prensa características por
lo general reaccionarias, ensimismadas y egoístas. La glorificación
descarada del militarismo estadounidense por los medios de masas
refleja como los intereses de este estrato corresponde a las ambiciones
geopolíticas del imperialismo estadounidense. Así
pues, Thomas Friedman, escritor del New York Times que
resume la filosofía de los nuevos ricos a favor
del imperialismo, escribe, sin mostrar la menor vergüenza,
que (n)o tengo ninguna dificultad con la guerra por el petróleo.
Con la guerra de Irak, la clase gobernante se va a sacar la
lotería. Como explicara S tratfor, sitio del internet
muy afín a los propósitos estratégicos del
gobierno estadounidense: Los triunfadores principales del
conflicto actual serán los inversionistas dispuestos ay
que tienen la capacidad paraacumular bienes a costo barato.
Los extranjeros que conocen la región y su modo de establecer
negocios, que ya tienen contratos en el país y pueden arriesgarse,
encontrarán una plétora de oportunidades para invertir
en todo, desde la telecomunicación hasta la manufactura...
para los inversionistas astutos que pueden tomar riesgos, las
oportunidades serán sublimes.
Estas palabras, de un brochazo, explican el propósito
de la Operación Liberación de Irak.
6. Que semejantes palabras puedan aparecer escritas comprueba
que la corrupción y la degradación moral que carcomen
a la clase dirigente de los Estados Unidos es casi inefable. A
fin de cuentas, la magnitud de la corrupción, que se ha
diseminado por todos los sectores de la sociedad burguesa, es
un fenómeno social con profundas bases objetivas. La creciente
crisis del sistema capitalista, la cual se expresa, de la manera
más evidente y crucial, en la prolongada depresión
económica en las tasas de ganancias (o beneficios) en las
industrias básicas de manufactura. Ello ha creado un ambiente
que fomenta el fraude en todas sus versiones. Los ejecutivos,
quienes no tienen la menor fe en que el valor real a largo plazo
de las acciones por las cales velan siga expandiéndose,
se dedican completamente a su propio enriquecimiento de corto
plazo. Y si las ganancias no se pueden acumular por medio de prácticas
legítimas, se acumulan por medio de la falsificación
de los libros de cuentas. La ciencia de la administración
empresarial, entre los verdaderos éxitos del comercio estadounidense
durante la primera mitad del Siglo XX , ha degenerado en el arte
del fraude y la malversación.
7. El gobierno de Bush no es más que la expresión
política depurada de este excremento social. Su vicepresidente,
el Sr. Cheney, divide su tiempo en dos: como funcionario que maneja
un gobierno secreto y como agente distribuidor de contratos para
la empresa Halliburton, que sigue pagándole más
de medio millón de dólares al año. El Sr.
Tom White, ministro del ejército, es ex ejecutivo de alta
categoría de la empresa Enron. El Sr. Richard Perle,
quien ha definido la política del gobierno hacia Irak,
varias veces se reúne en secreto con Khashoggi, traficante
de armas. Y en cuanto al presidente mismo, los historiadores considerarán
que la elevación de este insignificantecuya característica
más notable es su sadismo personalfue la manera en
que la clase gobernante de los Estados Unidos expresó su
degradación moral e intelectual. La clase social que escogió
al Sr. Bush como dirigente máximo es una clase que, figurativa
y literalmente, ha perdido la mente.
8. Pero a pesar de todo, existe el mundo real, y detrás
del oropel brillante la crisis del capitalismo estadounidense
asume proporciones colosales. Más de la mayoría
de los 50 estados de la nación están al borde de
la bancarrota. Los sistemas básicos del bienestar social
se desploman. El sistema escolar es un desastre. Si el alfabetismo
se definiera como la capacidad para escribir un párrafo
sin errores gramaticales, menos de un cuarto de la población
estadounidense se consideraría alfabeta. El sistema para
el cuidado de la salud carece de fondos hasta tal punto que está
agónico. Y los servicios han sufrido reducciones drásticas.
Industrias enteras están casi desplomándose. En
menos de un año, gran parte de las aerolíneas estadounidenses
dejarán de existir. El enorme desvío de los recursos
para financiar las reducciones de las rentas internas (o impuestos)
del sector más rico de la población amenazan al
país con la insolvencia. Los niveles de desigualdad exceden,
por mucho, los de todos los demás países capitalistas
principales del mundo. Un porcentaje asombroso de la riqueza de
la nación esta en manos del 2% más rico de la población.
Un estudio realizado por Kevin Phillips estableció que
ingreso anual de las 14,000 familias más ricas es mayor
que el ingreso anual de las 20 millones de familias más
pobres.
9. No nos queda otra cosa que llegar a la siguiente conclusión:
la evolución radicalmente militarista de la política
externa de los Estados Unidos representa, hasta cierto punto considerable,
el esfuerzo de la clase gobernante por resolver las tensiones
sociales intensificantes del país. El militarismo tiene
dos funciones importantes: primero, la conquista y el saqueo le
ofrecen, al menos a corto plazo, materias primas adicionales que
pueden aliviar los problemas económicos; segundo, la guerra
ofrece la oportunidad de reducir las presiones internas y dirigirlas
hacia el exterior.
10. Pero estos beneficios de corto plazo no pueden
curar los males económicos y sociales que afligen a Estados
Unidos. Aun si el país logra una rápida victoria
militar en Irak, su crisis económica y social continuará
supurando e intensificándose. Ninguna de las instituciones
encargadas de la economía y los asuntos sociales y políticos
está capacitada para resolver, de cualquier manera positiva,
la crisis general de la sociedad estadounidense.
La guerra en sí representa un fracaso devastador de
la democracia estadounidense. Una pequeña pandilla de confabuladores
políticosque labora en secreto y llegó al
poder por medio del fraude ha llevado al pueblo estadounidense
a una guerra que éste ni entiende ni desea. Pero no existe,
en absoluto, ninguna estructura política ya establecida
que se oponga al gobierno de Bush en cuanto a la guerra, la agresión
contra los derechos democráticos, la destrucción
de los servicios sociales, la agresión inexorable contra
los niveles de vida de la clase obrera. El Partido Demócratacadáver
maloliente del liberalismo burguésestá profundamente
desacreditado. A las masas de trabajadores no las representa nadie.
Nadie.
11. El Siglo XX no se vivió en vano. Sus triunfos y
tragedias han legado a la clase trabajadora lecciones políticas
incalculables, entre las cuales la más importante es como
comprender el significado y las insinuaciones de la guerra imperialista,
sobretodo como las contradicciones nacionales e internacionales
no pueden resolverse con métodos normales. No importa cuales
sean los resultados de las etapas iniciales del conflicto que
ha comenzado, el imperialismo estadounidense pronto se dará
con el desastre. No puede conquistar al mundo. No puede imponer
de nuevo sus cadenas colonialistas a las masas del Oriente Medio.
La guerra no ofrecerá ninguna solución a sus males
internos. Al contrario; las dificultades imprevistas y la intensificación
de la resistencia que la misma guerra engendra intensificarán
todas las contradicciones internas de la sociedad estadounidense.
No obstante las encuestas de opinión, las cuales tienen
tan poca credibilidad como cualquier otro producto de los medios
de masas, ya existe una considerable oposición creciente
a la guerra. Las manifestaciones llevadas a cabo en la víspera
de la guerra fueron mayores que todas las anteriores, inclusive
en el apogeo del movimiento contra la guerra durante la época
de Vietnam. Más importante aún, las manifestaciones
en los Estados Unidos se desplegaron como parte de un amplio movimiento
internacional contra la guerra, lo cual mostró que la consciencia
social había atravesado por una transformación cualitativa:
se llegó a reconocer más y más que las grandes
cuestiones sociales de nuestra época requieren soluciones
internacionales, no nacionales. Esta consciencia debe ser desarrollada
con el establecimiento de un nuevo movimiento político
de masas de la clase trabajadora
Notas:
1. Gordon Wright, The Ordeal of Total
War [ La penosa experiencia de la guerra total] 1939-1945
(Nueva York, 1968), pág. 17.
2. Hanna Batatu, The Old Social Classes and the Revolutionary
Movements of Iraq [ Las antiguas clases sociales y los
movimientos revolucionarios de Irak] (Princeton, 1978), págs.
985-86.
3. New York Times, 16 de Marzo, 2003.
4. Telford Taylor, The Anatomy of the Nuremberg Trials
[ Anatomía de los Juicios de Nuremberg] (Nueva York,
1992), (pág. 51-52).
5. Ibid, p. 66)
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