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Discurso de Powell ante las Naciones Unidas comienza la cuenta
regresiva para lanzar la guerra contra Irak
De la Junta Editorial
13 Febrero 2003
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el autor
El discurso pronunciado el miércoles por el ministro
de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, Colin Powell,
ante el Consejo de Seguridad de la ONU para justificar la guerra
contra Irak es el último acto de una comedia acerca del
cinismo y el engaño. El acontecimiento se basó en
una gran mentira: que la invasión venidera se debe a que
los iraquíes poseen armas para la destrucción en
masa y que Bagdad presuntamente presenta una amenaza a la seguridad
de los Estados Unidos y a la paz mundial.
Todos los delegados reunidos estaban bien conscientes que el
gobierno de Bush se ha comprometido a desatar una guerra por la
cual los sectores más reaccionarios de los ámbitos
políticos de los Estados Unidos han abogado furiosamente
por más de una década. Y no hay nada que Irak pueda
hacer para prevenirla.
Es una guerra de conquista colonial, cuyas raíces son
los objetivos económicos y geopolíticos basados
en el saqueo de los recursos petrolíferos de Irak y en
la imposición de la hegemonía mundial estadounidense.
A los poderes imperialistas no se le había visto abusar
y agredir a países débiles de manera tan burda desde
la década de los 30, cuando la Italia fascista cometió
el estupro de Etiopía, Japón Imperial se apoderó
de Manchurria y Alemania nazi anexó a Austria y al Sudentenland.
La reunión del Consejo de Seguridad se hizo con apariencia
engañosa. La prensa estadounidense había promovido
el evento como ocasión de suprema importancia en que Powell,
hombre del momento, revelaría información que el
espionaje secreto había obtenido; información que
le comprobaría una vez por todas a los aliados escépticos
y a los regímenes árabes indecisos que Irak desafiaba
a la ONU y que tenía que ser desarmada a la
fuerza.
En realidad, el gobierno de Bush tenía pocas ilusiones
que los dirigentes internacionales aceptaran, sin la menor duda,
las acusaciones recirculadas y los cargos sin pruebas que Powell
presentó en su discurso de hora y pico. Su presentación,
inconexa, puso en relieve la falsedad de su raciocinio.
El propósito principal de este ejercicio fue alterar
la opinión pública en los Estados Unidos, cuya población
más y más se opone a la campaña pro guerra
de su gobierno. La Casa Blanca y el Pentágono habían
concluido que podían hacer desaparecer la ansiedad y la
hostilidad hacia sus planes de guerra sólo poniéndole
mayor presión sobre la ONU para ésta apruebe y autorize
la invasión. Este curse de acción tendría
un beneficio adicional: darle a miembros recalcitrantes del Consejo
de Seguridad, tales como Francia y Rusia, así como también
a dirigentes del Partido Demócrata de los Estados Unidos,
una cobertura política para que dejen sus críticas
a un lado y apoyen la guerra.
La prensa, servil y enloquecida por la posibilidad de guerra,
le había asegurado al gobierno por adelantado su apoyo
entusiasta. Se podría depender de ella para pintar el discurso
de Powell como que había presentado un caso devastador
e irrefutable que, no obstante su contenido, exigía
la acción militar.
El discurso no presentó ninguna prueba nueva o evidencia
comprobable para satisfacer las acusaciones de Washington: que
el régimen iraquí ha acumulado armas químicas
y biológicas y forjado una alianza con Al Qaida. Pero la
mayoría de las acusaciones más graves ya han sido
refutadas, en varios casos por el espionaje de los Estados Unidos
y de la Gran Bretaña y hasta por los mismos inspectores
de armas.
El general Amer Al Saadi, asesor científico principal
del régimen iraquí, hizo la siguiente descripción:
Fue una película típica de los Estados Unidos,
llena de trucos y efectos especiales.
Letanía de mentiras
De las mentiras más cínicas de Powell fue la
aserción que estaba defendiendo la autoridad de la ONU
y la santidad del derecho internacional. Pero al mismo tiempo
que se expresaba, los Estados Unidos estaba desplegando más
de 100,000 tropas en el Golfo, acumulando cientos de aviones de
guerra y formando una armada naval en la región. Sólo
la semana pasada el presidente del estado mayor había admitido
en público que los Estados Unidos ya tiene tropas en el
norte de Irak, lo cual es una infracción de la resolución
aprobada por la ONU el noviembre pasado que prohíbe la
violación de la soberanía nacional de Irak. Esta
es la misma resolución que EE.UU. invoca para justificar
su campaña bélica.
Sólo ocho días antes del discurso de Powell,
Bush declaró en su discurso sobre el Estado de la Nación
que los Estados Unidos no permitiría que otros
dictaran su política. El presidente, pues, reiteró
la postura de los Estados Unidos: que ninguna institución
o ley internacional va a restringirlo, y que está preparado
para atacar a Irak con o sin el permiso de la ONU. Powel le dio
al presidente del Consejo de Seguridad un ultimátum: aprueben
la guerra o corren el riesgo de quedarse obsoletos.
El ministro de relaciones exteriores comenzó su discurso
citando la resolución 1441 y concluyó mintiendo
acerca de los motivos de Washington para empujar la
resolución el otoño pasado. Declaró que escribimos
la resolución 1441 no para ir a la guerra; la escribimos
para conservar la paz.
La verdad es que los Estados Unidos se opuso a que los inspectores
de armas regresaran a Irak, pues consideró que su presencia
era impedimento a la invasión temprana. Al encontrarse
aislado internacionalmente, el gobierno de Bush de mala gana acepto
exigencias para una nueva resolución y la reanudación
de las inspecciones. Pero insistió en usar un lenguaje
provocador que despojaría a Irak de los últimos
vestigios de soberanía y le impondría condiciones
tan onerosas que, desde el punto de vista práctico, sería
imposible cumplirlas. Por consiguiente, los Estados Unidos, bajo
la cobertura de inspecciones de armas, creó un nuevo pretexto
jurídico para la guerra.
La primera acusación que Powell hizo en su discurso
es que los iraquíes están participando en una estrategia
complicadísima para eludir las inspecciones y esconder
los materiales para fabricar armas y también las fábricas.
Para comprobar este alegato, presentó dos audiocintas de
conversaciones en árabe entre hombres no identificados.
De acuerdo a Powell, esto representaba una confabulación
de oficiales militares iraquíes para esconder las armas.
Las cintas, que la gran mayoría de los que las escucharon
no podía comprender, se presentaron fuera de contexto y
sin identificar con pruebas contundentes a quienes le pertenecían
las voces. Aunque las palabras pueden interpretarse de diferentes
manerasen un momento se refieren a un vehículo
modificado; en otro son instrucciones de no mencionar las
palabras agente para nerviosno hay la manera
de saber si las cintas son verdaderamente auténticas. Pudieron
haber sido grabadas en Langley, estado de Virginia [sede de la
CIA], o quizás hayan sido palabras de los oficiales iraquíes
que han sido cuidadosamente editadas.
Powell entonces mostró fotografías de satélite
ampliadas que, según él mostraban almacenes
activos de armas químicas y camiones que escondían
los materiales para fabricar armas. Sin embargo, se vio obligado
a admitir que las fotografías para una persona común
son difíciles de interpretar y para mí también
y que sólo los peritos con años y años
de experiencia en la iluminación de mesas podían
comprenderlas.
Los inspectores de armas ya tienen bajo su posesión
imágenes de satélite similares, para no decir las
mismas fotos. No obstante, sostienen que no han encontrado ninguna
evidencia que programas activos en la producción de armas
se encuentran ocultos.
La presentación de conversaciones telefónicas
interceptadas y de fotografías tomadas por satélites
espías plantearon una interrogativa que, a pesar de ser
obvia, ninguno de los representantes de la prensa hizo. Washington
continuamente vigila casi toda pulgada cuadrada de Irak desde
el aire, puede interceptar las conversaciones telefónicas
más íntimas, tiene espías por todo el mundo
y docenas de inspectores de armas que llegan a las fábricas,
oficinas del gobierno, granjas, y residencias privadas sin anunciarse.
Si, tal como sostiene los Estados Unidos, Irak esconde vastos
almacenes de armas biológicas y químicas y está
fabricando armas para la destrucción de masas, ¿por
qué el ministro de relaciones exteriores, a pesar del vasto
sistema de espionaje de los Estados Unidos, no presentó
ni siquiera un solo índice de prueba de estas armas?
Sólo hay una respuesta razonable: el gobierno de los
Estados Unidos usa la técnica de la Gran Mentira.
Actividades de espionaje
Los militares iraquíes tienen bastante razones para
desconfiar de los inspectores. Durante la última vuelta
de inspecciones se estableció que espías de los
Estados Unidos secretamente acompañaban a los equipos de
la ONU y usaban el proceso para preparar ataques contra Irak.
La información que obtuvieron también se la entregaron
a Mosad, agencia de espionaje israelita.
De la misma manera, Powell expresó que la negativa de
Irak en permitir que aviones de espionaje U-2 estadounidenses
espiaran por todo el país era otra prueba de culpabilidad.
Esta exigenciaque una nación se someta a sí
misma a actividades de espionaje por otro paísse
hizo a la vez que aviones de guerra británicos y estadounidenses
conducen bombardeos diarios en las llamadas zonas restringidas
impuestas en el norte y sur del país, en violación
de la resolución de la ONU en cuanto a Irak . El objetivo
de estos ataques es la eliminación de toda la defensa aérea
de Irak en anticipación de la invasión de los Estados
Unidos.
De todos modos, no es verdad que Irak ha rechazado los vuelos
de los aviones U-2. Ha accedido a ellos, pero con la condición
que Estados Unidos y la Gran Bretaña suspendan sus vuelos
sobre las zonas restringidas mientras los U-2 cumplen su misión.
Los Estados Unidos ha rechazado totalmente esa condición.
Como prueba adicional de la falta de cooperación de
Bagdad, Powell se refirió a que muchos científicos
iraquíes han rehusado participar en la treta de los Estados
Unidos para sacarlos del país y darles entrevistas
con la CIA. Atribuyó la falta de interés en participar
en tan grotesco plan únicamente a que Saddam Hussein los
ha amenazado con represalias. Que los científicos profesionales
de Irak no quieran ayudar a los Estados Unidos a preparar una
guerra que va a acabar con las vidas de miles de sus compatriotas
y a reducir las ciudades de Irak a escombros no es, según
los Estados Unidos, una posibilidad que merece considerarse.
El descubrimiento del espionaje de los Estados Unidos que mayor
inquietud ha causado es la existencia de laboratorios móviles
de armas biológicas que presuntamente se mudan de un lado
para otro el país en camiones y vagones de ferrocarril
para eludir la detección. Según Powell, la prueba
de la existencia de estos laboratorios rodantes ha sido presentada
por desertores iraquíes.
El día antes del discurso de Powell, Hans Blix, jefe
de los inspectores de armas de la ONU, había desestimado
no sólo los cargos que los laboratorios móviles
existían, sino también las acusaciones que los iraquíes
sacaban materiales prohibidos por la puerta de atrás
cuando los inspectores llegaban por la puerta delantera. Enfatizó
que los equipos de inspección llevan a cabo pruebas muy
extensas y delicadas. Toman muestras del aire, la tierra y el
agua que revelan rastros de substancias químicas y biológicas
en lugares sospechosos, aún cuando éstas han sido
eliminadas o trasladadas. Blix expresó que los ejemplares
de muestra puestos a pruebainclusive en lugares que el mismo
espionaje de los Estados Unidos había identificadono
habían dado ninguna evidencia de material prohibidas.
En cuanto a las armas químicas y biológicas,
Powell acusó al régimen iraquí de fracasar
en dar cuenta de miles de litros y cientos de toneladas de material
que usara durante la guerra contra Irán hace ya más
de quince años. La gran mayoría del material para
armas durante este período se usaron en la guerra contra
Irán, fueron destruidos en la guerra del Golfo Pérsico
en 1991, o fue incinerado por los inspectores de armas durante
la última vuelta de inspecciones. De acuerdo al ex inspector,
Scott Ritter, explica donde fue a parar entre el 90 y el 95 %
de este material.
Aún si fuera verdad que Irak de alguna manera pudo esconder
lo poco que quedaba, la gran mayoría de estas substancias
tienen un tiempo de durabilidad de cinco años o menos,
lo cual indica que ahora serían inútiles. Las instalaciones
que Irak tenía para la producción de estas armas
fueron destruidas hace ya más de diez años, y no
existe la menor prueba que se construyeron instalaciones nuevas,
que serían extremadamente difíciles de ocultar.
En cuanto al programa de armas nucleares de Irak, Powell regurgitó
todas las antiguas acusaciones de los Estados Unidos rechazadas
por los inspectores de la ONUque Irak compró tubos
de aluminio que, dijo Powell, podían usarse como centrífugos
para enriquecer el uranio destinado a la producción de
armas nucleares.
Reconociendo que los peritos del campo habían rechazado
este alegato, el ministro de relaciones exteriores aseveró
que los iraquíes buscaban tubos de mayor calidad y esto,
sostuvo, era prueba de su culpabilidad. Hizo notar que la superficie
de los tubos del último lote que el espionaje estadounidense
había detectado había sido galvanizada. Los peritos
del campo nuclear, sin embargo, han señalado que esta galvanoplastia
interferiría con los tubos si se usan como centrífugos
y que tendría que eliminarse si se usaran para ese propósito.
Las acusaciones pertinentes a Al Qaida
Para darle mayor peso al caso de los Estados Unidos, Powell
reiteró las acusaciones, ya desacreditadas, que Irak secretamente
ayuda a los terroristas de Al Qaida. Al principio, ciertos funcionarios
de los Estados Unidos sostuvieron que Irak había sido cómplice
de los ataques del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington.
Citaron varios informes acerca de una reunión que había
tomado lugar en Praga entre el presunto líder del complot,
Mohammed Atta, y un diplomático iraquí. Pero luego
funcionarios del espionaje estadounidense y checo repudiaron esta
evidencia por ser falsa.
Pero un informe de la British Broadcasting Corporation el día
anterior del discurso socavó las nuevas pruebas
de Powell con un documento del espionaje británico que
repudiaba toda relación entre el régimen iraquí
y Al Qaida.
El caso que Powell presentó para establecer la existencia
de esta relación se basaba en la improbabilidad: la existencia
de un grupo islámico en el nordeste de Irakdonde
los Estados Unidos vigila las zonas restringidas a los vuelos
e Irak no ejerce ningún controly acusaciones que
figuras vinculadas a Al Qaida habían sido vistas en Bagdad.
Dos fuentes imputaron estos cargos sin pruebas. La primera
consiste de las autoridades kurdas en el nordeste del país,
que luchan en una guerra civil limitada contra los islamitas y
tienen, pues, suficiente causa para vincularlos al régimen
de Saddam Hussein.
La segunda, como admitió Powell, consiste de los prisioneros
detenidos por las fuerzas estadounidenses en Afganistán
o secuestrados de otros países y entregados a los gobiernos
aliados para ser interrogados. A esta gente se le mantiene incomunicado,
en reclusión solitaria, sin imputársele cargos o
enjuiciarlos y sin acceso a abogados. Numerosos informes, inclusive
varios en la prensa estadounidense, han admitido que a estos prisioneros
se les ha torturado psicológica y físicamente. El
testimonio de estos individuos, aún si se pudiera comprobar
independientemente, no tendría ninguna credibilidad.
Finalmente, como prueba que Saddam Hussein y su régimen
no cesarán sus actividades hasta que alguien lo pare,
Powell repitió la acusación que el régimen
iraquí intencionalmente masacró 5,000 hombres, mujeres
y niños kurdos en 1988 con armas químicas.
Pero estos alegatos de Powell de nuevo fueron comprobados falsos
con la evidencia que anteriormente se había obtenido y
que prueba lo contrario. Esta evidencia la ofreció Stephen
Pelletiere, analista político de antigüedad con la
CIA durante la guerra entre Irak e Irán. En una columna
publicada el 31 de enero en el New York Times, Pelletiere respondió
a esta misma acusación cuando Bush la hizo en su propio
discurso sobre el Estado de la Nación.
El gaseamiento de los civiles kurdos en el pueblo de Halabja
tomó lugar en medio de una batalla entre las fuerzas iraquíes
e iraníes. Ambas usaron armas químicas contra las
tropas de la otra. Los civiles kurdos, escribe Pelletiere,
que murieron tuvieron la mala suerte de encontrarse atrapados
entre dos fuegos, pero nunca fueron el blanco principal de Irak.
Pelletiere entonces hizo notar que la Agencia de Espionaje
del Ministerio de Defensa de los Estados Unidos condujo su propio
análisis del incidente y produjo un informe en el que acusaba
a los iranísno a los iraquíesde haber
usado el gas que mató a los kurdos.
A esto sólo debe añadírsele que el aliado
de Powell al norte de Irak, Turquía, por más de
una década ha conducido una sangrienta guerra contra su
propia población kurda.
A los pocos minutos del discurso de Powell, dirigentes Demócratas
del senado, tales como Joseph Biden, del estado de Delaware, y
Diane Feinstein, de California, proclamaron que estas acusaciones
contra Irak eran innegables y así prepararon el camino
para que su partido se ponga en línea con la guerra que
está a punto de estallar en pocos días o semanas.
Esta trayectoria de los Demócratas fue completamente
predecible. Pone en relieve el hecho que toda oposición
a la carnicería inminente en Irak y a las guerras del imperialismo
en el futuro no pueden basarse en ningún sector de los
ámbitos políticos gobernantes. Requiere la lucha
por la movilización independiente de la clase obrera en
unidad con los trabajadores y las masas oprimidas a nivel internacional
contra el sistema capitalista que engendra el militarismo y la
guerra.
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