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Por qué Hillary Clinton votó a favor de muralla
anti-inmigrantes
Por Bill Van Auken, candidato del PSI al Senado Norteamericano
por el Estado de Nueva York
5 Octubre 2006
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El pasado mayo, después de las manifestaciones masivas
donde millones de inmigrantes salieron a las calles en varias
ciudades de Estados Unidos, la senadora demócrata por Nueva
York Hillary Clinton expresó con desdén su desacuerdo
ante la propuesta republicana llamando a tomar medidas drásticas
contra los trabajadores nacidos en el extranjero.
Las protestas fueron provocadas por la propuesta republicana
que penalizaba a los trabajadores indocumentados y a cualquier
persona que les proporcionase ayuda.
Yo no apoyaré soluciones unilaterales que suenan
drásticas pero que no resuelven los problemas fronterizos
ni tratan con respeto y dignidad a millones de familias que viven
y trabajan en nuestro país, declaró Clinton.
El viernes pasado, sin embargo, ella hizo exactamente eso,
votando con el senado republicano y sus colegas demócratas
a favor de la detestada ley Barda Segura de 2006.
La nueva ley llama a la construcción de una muralla
de 700 millas cubriendo toda la frontera entre el Estado de Arizona
y México, así como también partes de la frontera
mexicana con California, Nuevo México y Tejas. Se estima
que el costo de este proyecto alcanzaría $7 billones.
Se han puesto de lado los pretenciosos reclamos de la pasada
primavera por parte de demócratas y republicanos, de presentar
una nueva reforma inmigratoria que abriera el camino para la legalización
de trabajadores indocumentados (que en realidad no ofrecía
nada a millones de ellos). Lo único que queda de aquella
propuesta es su esencia reaccionariarepresión estatal.
A pesar de eso, varios de los auspiciadores de la ley reconocen
que es virtualmente imposible la construcción de la muralla
dado el difícil terreno de la frontera entre México
y Estados Unidos, y que la muralla no podría detener la
migración de aquellos que desean huir de la miseria. Aun
el despliegue masivo del ejército norteamericano a lo largo
de la frontera sería inadecuado para mantener y defender
tal estructura.
El verdadero efecto de esta medida reaccionaria obligaría
a los inmigrantes a buscar caminos aun más peligrosos para
cruzar la frontera, con el predecible resultado de un incremento
de trabajadores que mueren en el intento. A la vez, afectará
negativamente las relaciones económicas y sociales de las
que depende la vida en la región fronteriza, tanto en el
lado mexicano como el norteamericano.
La virtual militarización de una de las fronteras mas
largas en el mundo tiene profundas consecuencias políticas.
Durantes las décadas de la Guerra Fría, los políticos
norteamericanos frecuentemente mencionaban el Muro de Berlín
construido por la burocracia estalinista de Alemania Oriental
con el fin de fomentar su ideología anti-comunista. Ahora,
en medio de sus proclamas sobre una cruzada mundial por la democracia,
Washington ha decretado la construcción de un muro mucho
más grande, que simbolizaría su repudio de los más
elementales principios democráticos y humanos por parte
del capitalismo norteamericano.
En su respuesta a la nueva ley, Harry Reid, el líder
minoritario del Senado, declaró, Es una vergüenza
que el presidente Bush se haya rendido ante el ala derecha anti-inmigrante
de su partido cuando aceptó esta ley. Si es vergonzoso
que el presidente republicano ceda ante el ala derecha de su propio
partido en materia de política de inmigración, entonces
¿cómo calificar los votos de supuestos liberales
como Hillary Clinton y otros 25 senadores demócratas? En
este punto, Reid mantiene silencio.
Para los demócratas, el voto por la nueva ley de inmigración
constituye un acto más de cinismo y cobardía. En
muchas maneras se asemeja al voto de este partido en los días
anteriores a las elecciones de 2002, cuando le dio al gobierno
de Bush por primera vez en la historia el poder de conducir una
guerra de agresión contra Irak para no hablar más
del asunto en la contienda electoral contra los republicanos.
Esta ley también tiene consecuencias enormes y de gran
alcance. En parte, le da el poder al secretario de seguridad nacional
para virtualmente tomar todas las medida que el secretario
considere necesarias y apropiadas para mantener el control sobre
todo el territorio nacional y las fronteras marítimas de
los Estados Unidos.
Este tipo de lenguaje es equivalente a un cheque en blanco
dándole al gobierno de Bush el poder de conducir actividades
extra-legales y dictatoriales, incluyendo detenciones masivas
y guerra contra México y Canadá.
Pero, para no ser nombrados por los republicanos como débiles
con los ilegales,la mayoría de los demócratas en
el senado apoyó la ley. Lo hicieron bajo la amenaza de
la dirección del Partido Republicano, la cual impidió
cualquier revisión o discusión de la medida, como
también de llamar a una conferencia del comité para
introducir cambios en la versión aprobada por la Casa de
Representantes que está bajo el control de los republicanos.
Un deliberado llamado a sentimientos anti-inmigrantes
En el caso de Hillary Clinton, su voto tiene un dignificado
más profundo. Como contendora principal en la carrera para
la nominación del Partido Democrático a la presidencia
en 2008, Clinton está buscando el apoyo de los que comparten
los sentimientos anti-inmigrantes fomentados por el ala derecha
del Partido Republicano.
En esta materia, que ha sido empleada para fomentar xenofobia
y reacción nacionalista, los republicanos se encuentran
divididos políticamente. El chauvinismo anti-inmigrante
entra en conflicto con a los intereses de la oligarquía
financiera de los EE.UU., el sector más influyente en las
filas republicanas, que necesita explotar una continua fuente
de mano de obra barata y una reprimida fuerza laboral inmigrante.
Clinton quiere usar esta fisura, oponiéndose desde la
derecha al liderazgo republicano. Esta es una calculada medida
estratégica que se viene desarrollando desde varios años.
Por ejemplo, en una entrevista del 2003 en la radio de Nueva
York WABC, ella declaró: Ud. sabe, yo estoy fuertemente
contra inmigrantes ilegales.
Continuando con un lenguaje ofensivo contra los nacidos en
el extranjero, dijo: La gente debe de dejar de emplear a
inmigrantes ilegales. Quiero decir, vengan a Westchester, a los
condados de Suffolk y Nassau, deténganse en las esquinas
de Brooklyn o del Bronx. Y verán cantidades de gente esperando
ser recogidas para trabajar en jardines, construcción y
labores domésticas.
Los cálculos políticos de Clinton en materia
de inmigración, así como también con la guerra
en Irak, derechos democráticos y cuestiones sociales, se
basan en el monopolio político ejercido por los partidos
Democrático y Republicano, ambos organizados por y para
las corporaciones y la élite millonaria.
El pensamiento de la senadora de Nueva York y sus asesores
políticos responde a la siguiente línea: Aún
si el voto a favor de la muralla anti-inmigrantes incomoda a los
latinos y otros grupos, ¿qué van a hacer al respecto,
votar por los republicanos? Por otro lado, apelar al sentimiento
anti-inmigrante podría ganarle apoyo entre el ala derecha
republicana o por lo menos disminuir la hostilidad de estos hacia
ella.
Su principal preocupación, obviamente, no es la re-elección
en noviembre, con las encuestas dándole 30 puntos de ventaja
sobre su oponente republicano. Más aún, en Nueva
York, donde hay una de las concentraciones más grandes
de inmigrantes en el país, una oposición intransigente
a esta ley auspiciada por los republicanos le habría dado
mayor popularidad que su voto a favor de la mencionada ley.
Clinton tiene los ojos puestos en la carrera presidencial del
2008, y es evidente que intenta ganar la nominación en
base a la plataforma más derechista en la historia de su
partido. Como demostró su voto a favor de la ley la semana
pasada, Clinton intentará incentivar ataques contra los
inmigrantes como parte de su falsa guerra contra el terrorismo.
Las consecuencias políticas de esta cínica y
cruda estrategia política van mas allá de una posible
mejoría para Clinton en las encuestas. Sirven para instigar
sentimiento anti-inmigrante y fortalecer dentro del propio gobierno
el desarrollo de métodos dictatoriales y autoritarios.
El apoyo de Clinton a la muralla en la frontera resalta una
verdad política fundamental. Es imposible defender los
derechos de los trabajadores inmigrantes y de la clase obrera
en su conjunto fuera de un reto directo al monopolio político
ejercido por los dos partidos controlados por las grandes corporaciones.
Este es el objetivo político de mi candidatura al senado
de los Estados Unidos así como de la campana que a nivel
nacional está conduciendo el Partido Socialista para la
Igualdad (PSI). Nuestro objetivo al retar a Clinton y los partidos
Democrático y Republicano en las elecciones de noviembre
es sentar las bases políticas para la creación y
desarrollo de una partido socialista de masas de la clase obrera.
Tal movimiento puede ser construido sólo en base a los
principios más solidos, en primer lugar el principio del
internacionalismo socialista. El PSI llama a unificar las luchas
de los trabajadores de las Americas con la de los trabajadores
del mundo.
Dentro de los EE.UU., la cuestión central del internacionalismo
es la defensa de los derechos de los trabajadores inmigrantes.
El PSI apoya el derecho de los trabajadores de cualquier país
de vivir donde deseen. Rechazamos cualquier intento de cerrar
las fronteras para impedir el paso de trabajadores cuando las
corporaciones transnacionales y los bancos demandan que estas
fronteras sean abiertas para facilitar la explotación de
mano de obra barata.
El PSI demanda el reconocimiento de plenos derechos para los
inmigrantes, incluyendo el derecho a la ciudadanía para
los 12 millones de trabajadores indocumentados que los demócratas
y republicanos quieren convertir en chivos expiatorios para dividir
a la clase obrera. Llamo a poner fin a los ataques contra los
inmigrantes, incluyendo las redadas en las fábricas, los
centros de detención y las deportaciones.
Hacemos un llamado a trabajadores, estudiantes, jóvenes
y profesionales que sienten repulsión por las políticas
anti-democráticas y anti-inmigrantes de Hillary Clinton,
los demócratas y republicanos, para que voten por el PSI
en las elecciones de noviembre, estudien el programa del partido
y se unan a la lucha para desarrollar una alternativa socialista
que es necesaria para poner fin a la guerra, la opresión
y la pobreza en EE.UU. e internacionalmente.
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