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Reciclando mentiras estalinistas sobre la guerra civil española
Por Ann Talbot
30 Noviembre 2007
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el autor
Este artículo apareció por primera vez en
nuestro sitio, en su inglés original, el6 de Octubre de
2007.
El Escudo de la Republica por Angel
Viñas (Barcelona: Critica, 2007)
Los libros de historia rara vez tratan solamente sobre el pasado.
Inevitablemente, reflejan mejor o peor, algo de la conciencia
del tiempo en el que fueron escritos. Esto es realmente cierto
sobre el último libro del profesor Angel Viñas sobre
la Guerra Civil española. El carácter de los tiempos
en que ha sido escrito colorea indeleblemente el libro.
Cual es el carácter de este tiempo fue señalado
en un artículo en el Finacial Times del 24 de Agosto
en el que el periodista David Gardner llamó la atención
sobre un hecho anecdótico que tuvo lugar en Madrid recientemente.
El primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero
y Mariano Rajoy, líder del opositor Partido Popular, se
reunieron para intentar formular una política común
de los dos partidos sobre la cuestión vasca, ahora que
ETA ha cesado su alto el fuego. Zapatero extendió su mano
a Rajoy cuando se encontraron en las escaleras del Palacio de
La Moncloa, y Rajoy, cuyo partido desciende directamente del partido
de Franco, dudó en tomarsela.
Esto fue, dijo Gardner, «lamentablemente una precisa
instantánea del descenso al incivilidad de la vida pública
en España». Tan agudamente polarizada está
la vida pública española que la «pasional
frase hecha de las dos Españas» de la
guerra civil de 1936-9 ha sido revivida.
Gardner se apresuró a señalar que los dos hombres
se estrecharon las manos para las cámaras y que España
no estaba al borde del abismo de un conflicto armado, pero su
instinto fue correcto al identificar las crecientes tensiones
políticas en España. La caricatura que acompañó
al artículo mostraba a Zapatero y Rajoy separados por un
abismo lleno de muertos. Los familiares de aquellos matados por
los fascistas están exigiendo que los cuerpos sean identificados
y exculpados. Al menos 500 fosas comunes han sido abiertas solamente
en Andalucía.
En estas circunstancias la superficial cortesía que
normalmente suaviza la vida social y política tiende a
ser suprimida cuando un gesto tan simple está cargado con
el peso de la historia. La misma reaparición de los antagonismos
apasionados de la guerra civil española son evidentes en
el nuevo libro de Angel Viñas y, debe ser dicho, la misma
caída en el incivismo es evidente en el comportamiento
del profesor hacia sus colegas.
Sus maneras han ido más allá del toma y daca
del debate académico y ha descendido, en el Internet, en
forma impresa y en persona, a lo que sólo puede ser descrito
como intimidación. Durante una conferencia para conmemorar
el 70 aniversario de la guerra civil española en Madrid
el pasado año él criticó al historiador italiano
Gabriele Ranzato en público porque se había atrevido
a sugerir que una revolución había tenido lugar
en España durante los años treinta.
Después de leer una ponencia en la misma conferencia
sobre el esfuerzo conjunto de la burocracia estalinista de Moscú
y el gobierno republicano español para estrangular el movimiento
revolucionario de la clase trabajadora, fui yo la receptora de
una larga reprimenda similar de Viñas.
Con el aire de alguien que está en posesión de
un gran secreto, declaró que tenía prueba de que
los hechos de mayo, el levantamiento de los trabajadores en Barcelona
en 1937, fue una provocación organizada por fascistas italianos.
La audiencia contuvo la respiración esperando escuchar
cual era esta prueba. Ningún historiador serio haría
tal afirmación sin pruebas, ergo, Viñas debía
tener pruebas. El puesto de venta de libros de la conferencia
agotó su último libro cuando sus colegas historiadores
se apresuraron a comprarlo. Pero Viñas no trata los hechos
de mayo en ese volumen, [1] el primero en lo que va a ser una
trilogía que cubre la historia de la guerra civil española.
Tuvimos que esperar hasta este, su segundo volumen, El Escudo
de la República, antes de llegar a conocer este recóndito
y muy anunciado material nuevo. Eché un vistazo al libro
con gran expectative de encontrar alguna asombrosa revelación,
como muchos otros habrán hecho.
A diferencia de Keats, ningún planeta nuevo nadó
en mi conocimiento en la primera ojeada de El Escudo, aunque
debo confesar que podría haber mirado con salvaje
conjetura porque los nuevos documentos prometidos simplemente
no estaban alli.
El profesor Viñas es un distinguido historiador que
ocupa una cátedra en la antigua Universidad Complutense
de Madrid. Asesora al Ministro de Economía. Ha servido
como diplomático en la Unión Europea y las Naciones
Unidas. Tal distinciones imponen la obligación de la veracidad.
Un hombre de su distinción no sólo no debería,
sino que no podría hacer lo que Viñas evidentemente
estaba haciendo. Viñas estaba simplemente reciclando las
viejas mentiras estalinistas de que la insurrección de
mayo fue una provocación fascista.
No tenía nuevas pruebas, ni nuevos documentos, ni nuevo
material de archivo, y ningunas nuevas revelaciones. Él
estaba reafirmando descaradamente la propaganda que había
sido puesta en circulación por los estalinistas en defensa
del gobierno republicano del Frente Popular de España y
pidiendo a sus lectores que lo acepten como análisis histórico.
Su relato de los hechos de mayo podrían haber sido leídos
en las páginas del diario Daily Worker o en cualquier otro
diario estalinista de aquellos tiempos. El más cercano
precedente se encuentra en los artículos del mercenario
escritor estalinista Claud Cockburn que siguió lealmente
la línea de Moscú de que el POUM (Partido Obrero
de Unificación Marxista) era trotskista y que los trotskistas
eran agentes fascistas. Cockburn afirmó que agentes alemanes
e italianos inundaron Barcelona donde en cooperación
con trotskistas locales fueron a preparar una situación
de desorden y derramamiento de sangre en la que sería
posible para los alemanes e italianos desembarcar fuerzas en la
costa catalana. El POUM, actuando en cooperación
con bien conocidos elementos criminales, y con algunas personas
ingenuas de organizaciones anarquistas, habían planificado,
organizado y dirigido el ataque en la retaguardia.[2]
Los Hechos de Mayo
¿Qué sucedió realmente durante los Hechos
de Mayo?
Combates callejeros estallaron en Barcelona cuando las fuerzas
del gobierno republicano intentaron arrebatar a los trabajadores
la central telefónica que ocupaban. La central telefónica
había estado bajo el control de los obreros desde Julio
1936 cuando derrotaron el intento de golpe de estado de Franco.
El gobierno republicano había colapsado, y el poder cayó
en manos de los trabajadores que comenzaros a crear comités
para organizar la producción y distribución colectivamente
y milicias para defender su revolución.
Se había creado una situación de doble poder
comparable a la de Rusia entre las revoluciones de febrero y octubre
de 1917. Pero en España en lugar de que los trabajadores
tomaran el poder estatal como lo hicieron en Rusia, los dirigentes
de los anarquistas y el POUM entraron en el gobierno republicano.
Al hacerlo rechazaron las lecciones de un siglo de experiencia
socialista y dieron a la República una autoridad política
que no podía haber ganado en ninguna otra forma. En consecuencia
las conquistas políticas que los trabajadores habían
hecho en Julio de 1936 fueron perdidas poco a poco durante los
siguientes meses.
El proceso de contra-revolución fue más lento
en Cataluña, la región industrial de la cual Barcelona
era la capital, y que era un centro de poder proletario. La central
telefónica seguía siendo un poderoso símbolo
de la revolución y un objetivo estratégico en la
contrarrevolución. El lunes 3 de mayo de 1937, el jefe
de la policía Rodríguez Salas ordenó a las
fuerzas republicanas que la tomaran por la fuerza. Los trabajadores
que ocupaban la central telefónica resistieron. Minutos
mas tarde camiones con trabajadores y jóvenes llegaron
para ayudar en la defensa del edificio. Comenzó una huelga
general cuando miles de trabajadores armados salieron a las calles
donde levantaron barricadas.
Los Guardias de Asalto y la Guardia Nacional republicana eran
impotentes y se rindieron. Para la noche del 3 de mayo Barcelona
estaba efectivamente bajo el control de los trabajadores. Ellos
podrían haber tomado el poder, pero por el contrario sus
dirigentes les ordenaron cesar el fuego. El gobierno republicano
por el otro lado estaba preparándose para bombardear los
distritos de la clase obrera de Barcelona y enviaron buques de
guerra al puerto.
Según continuaron los combates durante todo el martes
y el miércoles, las milicias de trabajadores discutieron
regresar del frente a defender la revolución, pero sus
dirigentes les disuadieron de ello. La noticia de que 1.500 Guardias
de Asalto más iban de camino, llegó a Barcelona
al día siguiente.
Su tránsito por Cataluña fue posible gracias
a los dirigentes de los anarquistas quienes trabajaron febrilmente
toda la noche del jueves para concertar un cese el fuego. El viernes
por la mañana, según las fuerzas del gobierno marchaban
hacia la ciudad, la lucha se fue extinguiendo. En los siguientes
días, se calcula que unos 12.000 soldados, armados con
las últimas armas, llegaron a Barcelona para tomar el control
de la ciudad y reprimir cualquier oposición. Los trabajadores
fueron desarmados y comenzaron los arrestos en masa.
En pos de los hechos de mayo, los estalinistas fueron capaces
de ingeniar el nombramiento de Juan Negrín, del ala derecha
socialista, como primer ministro. [3] En su primer día
en el cargo prohibió La Batalla, el periódico del
POUM [4], y el partido fue proscrito. Los dirigentes del POUM
fueron detenidos y trasladados a cárceles secretas dirigidas
por la policía secreta estalinista, la GPU. El líder
más prominente del partido, Andrés Nin, fue separado
de los demás e interrogado durante tres días. Cuando
se negó a confesar ser un agente fascista, fue torturado
hasta la muerte y su cuerpo enterrado secretamente. La GPU ordenó
entonces a la Brigada Internacional Alemana de voluntarios tomar
al asalto la prisión donde Nin había sido retenido.
Para dar la impresión de que la Gestapo había venido
a liberarlo, dejaron tras de sí billetes de banco nacionalistas,
insignias falangistas y documentos falsos.
El argumento de Viñas
Viñas afirma que los beneficiarios principales de los
hechos de mayo fueron Mussolini y Franco, pero no ofrece ninguna
prueba para fundamentar esta afirmación. Las fuerzas fascistas
no hicieron ningún avance militar en los días siguientes.
Franco no capturó Barcelona hasta enero de 1939. Franco
se resistió a repetidas exhortaciones de su apoyo nazi
para tomarla antes. Su renuncia a aventurarse en este baluarte
del proletariado es incomprensible si sus agentes habían
sido lo suficientemente fuertes como para fabricar los hechos
de mayo. Cuando consideramos que el resultado final de la represión
de los hechos de mayo fue aupar al poder a Negrín y a poner
fin a la situación de doble poder, ambos objetivos largamente
buscados por Moscú, la idea de que una provocación
fascista estaba involucrada es ridícula.
Durante décadas Viñas ha afirmado que Negrín
fue el gran estadista de la República española y,
si sólo hubiera llegado al poder antes, podría haber
salvado la República.
Rechaza el relato de su antecesor, Largo Caballero, sobre la
lucha entre los dos hombres como desesperadamente sesgado en contra
de Negrín. Viñas sostiene que como ministro de finanzas
Negrín hizo bien enviando las reservas de oro a la Unión
Soviética, y como primer ministro fue ignorante del carácter
sangriento del régimen que él lideraba. Mientras
los agentes estalinistas capturaban, encarcelaban, torturaban
y asesinaban a aquellos que consideraban trotskistas y anarquistas
«incontrolables», Negrín, según Viñas,
permaneció ignorante de la masacre y con sus credenciales
democráticos sin mancillar.
En El Escudo Viñas va más allá
incluso de esta tendenciosa defensa de su héroe.
En mi opinión, Viñas escribe, ignorando
la bien establecida evidencia de lo contrario, no puede
descartarse la idea que fascistas y agentes pro-Franco estaban
actuando en el polvorín de Barcelona.
Luego procede a hacer la más escandalosa declaración.
El movimiento libertario se había visto infiltrado
por agentes y espías, lo que él escribe como
más fácil de hacerlo que en otras organizaciones
con un mejor sentido de la disciplina. Algo similar había
ocurrido, aunque tal vez en mayor medida, con el POUM, internacionalista
y muy abierto al reclutamiento de voluntarios extranjeros.
¿Cuántos infames insultos y calumnias puede uno
decir sobre un movimiento de masas español en una sola
frase? El movimiento libertario en España era una organización
masiva de trabajadores y campesinos afiliados a la CNT. [5] En
cuanto a ser indisciplinados, eso es una calumnia contra los obreros
y campesinos anarquistas que se esforzaron en organizar la producción
y distribución, la asistencia sanitaria y el esfuerzo de
guerra a través de sus comités. Su sentido de la
disciplina fue del más alto grado.
Cuando examinamos al POUM, uno puede hacer muchas críticas
de su perspectiva política y acciones, pero la burla de
Viñas sobre el partido de Andrés Nin, un heroico
líder de la clase trabajadora española que murió
a manos de estalinistas, deja un mal sabor de boca. El POUM está
siendo condenado, no por sus verdaderos errores, si no por no
ser suficientemente español. Para Viñas la mala
reputación de este partido viene de su asociación
con los trabajadores e intelectuales que vinieron a España
desde todo el mundo a arriesgar sus vidas oponiéndose al
fascismo y luchando por el socialismo. Su acusación de
que el POUM estaba abierto a la infiltración por agentes
fascistas porque atrajo extranjeros a su bandera demuestra una
de las peores tradiciones del chovinismo español.
Viñas entonces comienza a construir su argumentación
de que los hechos de mayo fueron una provocación fascista.
De la fértil imaginación de Mussolini surgió
nada menos que la idea de deformar e hinchar los hechos
de mayo presentándolos como un ejemplo revelador
de un sangriento capítulo en la lucha entre los comunistas
y los libertarios, nos dice melodramáticamente. Pero
¿a dónde lleva este melodrama de Viñas en
realidad? La policía secreta de Mussolini ciertamente estaba
interesada en lo que estaba pasando en España. Esto ha
sido bien conocido desde hace tiempo. Viñas no nos dice
nada nuevo aquí. Una carta de Trotsky al trotskista catalán-francés
Jean Rous fue descubierta en los archivos de la policía
secreta italiana por el historiador Paulo Spriano y publicada
en 1971. Rous estaba en Barcelona negociando con el POUM en nombre
de Trotsky sobre la posibilidad de que se concediera a Trotsky
asilo en Cataluña.
Viñas no parece ser consciente de la carta de Rous,
ni nos ofrece ningún material original. Por el contrario,
se apoya por completo en fuentes secundarias. En sí no
hay nada malo en esto. Todos los historiadores confían
hasta cierto punto en fuentes secundarias ya que nadie puede ser
un experto en todas las áreas. Pero lo que hace con estas
fuentes secundarias no está dentro de los límites
aceptables del comportamiento profesional. Viñas las usa
para crear la impresión de que las investigaciones más
recientes respaldan su afirmación de que los hechos de
mayo fueron el resultado de una provocación fascista, cuando
en realidad no lo hacen.
La evidencia
Tenemos sólo que leer los historiadores que cita para
comprender que él los está abusando. Viñas
basa su argumentación sobre las actividades encubiertas
italianas en Mauro Canali, quien ha escrito un estudio sobre los
servicios de seguridad de Mussolini. [6] La fértil
imaginación de Mussolini es una frase de Canali,
pero él se refiere a un documento fechado el 11 de junio
1937, es decir, un mes después de los hechos de mayo. Canali
no está tratando de demostrar que Mussolini era el responsable
de provocar los hechos de mayo Tenemos sólo que leer los
historiadores que cita para comprender que él los está
usando incorrectamente. Viñas basa su argumentación
de las actividades encubiertas italianas en Mauro Canali, quien
ha escrito un estudio sobre los servicios de seguridad de Mussolini.
[6] La fértil imaginación de Mussolini
es una frase de Canali, pero él se refiere a un documento
fechado el 11 de junio 1937, o sea, un mes después de los
hechos de mayo. si no que esperaba capitalizar del conflicto.
De hecho, si vamos a sacar alguna conclusión de las pruebas
que Canali presenta sería que, lejos de ver el resurgimiento
de la actividad revolucionaria en Barcelona como una oportunidad,
fue la represión contrarrevolucionaria que le siguió,
al tomar los estalinistas el control de la ciudad, a la que respondió
Mussolini.
Viñas luego se refiere a un libro por Morten Heiberg
y Manuel Ros Agudo [7] que parece ser más prometedor para
su argumentación. Heiberg y Ros Agudo afirman que Los
contactos a través de las líneas enemigas que mantienen
los miembros de la Quinta Columna Catalana, parecen haber desempeñado
un papel no desdeñable en los disturbios.
Los autores ofrecen tres testimonios para justificar este alegato.
Citan en primer lugar un informe del general nazi Wilhelm Faupel
de las conversaciones que mantuvo con Franco y su hermano Nicolás.
En segundo lugar, se refieren a una conversación entre
el ministro de relaciones exteriores italiano, conde Galeazzo
Ciano, y el embajador de Franco en Roma, García Conde.
En tercer lugar, se refieren a un telegrama de Nicolás
Franco al comandante Julian Troncoso que le ordena indicar a los
partidarios del Estat Catala (un partido separatista catalán)
empezar la acción en las fronteras y en Barcelona.
El memorandum de Faupel sobre los hechos de mayo se envió
el 11 de mayo 1937. Es decir que fue enviado después de
los hechos de mayo. Por consiguiente no puede demostrar que Franco
tuvo conocimiento previo del levantamiento. El documento es bien
conocido. Se publicó en 1946. Faupel informó de
que Franco reclamaba que los combates callejeros se habían
iniciado por sus agentes y que tenían unos
trece agentes en Barcelona.
Los estalinistas han utilizado este documento durante los últimos
60 años para demostrar que los hechos de mayo
fueron una provocación fascista. No hace nada semejante.
Todo historiador serio siempre ha reconocido que era una invención
falsa, y una que no impresionó a Faupel en su momento.
Sabemos que hubo franquistas en Barcelona porque aparecieron
para saquear y asesinar a sus habitantes después de que
Franco capturara la ciudad, pero Viñas simplemente no nos
presenta ninguna prueba convincente de que fueran un factor importante
antes de eso. Las pruebas de la labor de los agentes estalinistas
en esa ciudad son mucho más fuertes. Podemos nombrarlos;
podemos trazar sus anteriores y posteriores carreras e identificar
sus actividades en Barcelona. No existe nada comparable sobre
los agentes fascistas.
La discusión entre Ciano y García Conde es de
orden similar al informe de Faupel. Ciano afirmó que los
hechos de mayo eran la labor de agentes italianos: lo importante
ahora era intensificar y acelerar nuestra ofensiva, dijo
a García Conde, tomando ventaja de la situación
de la revuelta en Cataluña. Al igual que el informe
de Faupel, está hecho en fechas posteriores a los hechos
de mayo y, también lo mismo que el informe de Faupel, no
proporciona ninguna prueba concreta para respaldar las afirmaciones
que contiene. Esto es otro ejemplo de fanfarronería fascista.
La orden a Troncoso es potencialmente más prometedora.
Pero no puede ser en absoluto la señal de los hechos de
mayo. Incluso si los franquistas tenían agentes operativos
en el Estat Catala, este partido separatista de clase media no
tenía seguidores en la clase trabajadora y no podría
haber llevado a miles de ellos a las calles de Barcelona. Viñas
nos está pidiendo que nos creamos que un puñado
de fascistas podría haber movilizado a los trabajadores
de todos los distritos proletarios de Barcelona y a las milicias.
La ingente logistica de tal curso de los acontecimiento es increíble,
incluso antes de empezar a pensar en la política implicada.
Cuando sus propios dirigentes no pudieron detener sus luchas durante
una semana, ¿cómo hicieron los agentes fascistas
basados en un partido diferente desconectado de la clase obrera
para persuadir a los trabajadores de Barcelona a que empezaran
a luchar?
Heiberg y Ros Aguda por sí mismos dan el golpe de gracia
a la teoría de Viñas. Tienen que admitir que sus
evidencias no proporcionan pruebas irrefutables de una provocación
fascista. Escriben ellos, el hecho de que el enemigo pudo
beneficiarse de un sangriento levantamiento en Barcelona no basta
para atribuir la responsabilidad de lo que sucedió al General
Franco y sus aliados. Con toda seguridad no lo hace. Huelga
decir que Viñas no reproduce su cautelosa observación.
Sus lectores solamente la descubrirán si leen su fuente
de informacion por sí mismos.
El asesinato de Nin
¿Y qué pasa entonces con Nin? Los estalinistas
afirmaron que Nin era un agente de la Gestapo. Viñas no
los sigue en esta línea. Por el contrario condena a Alexander
Orlov, a quien el Kremlin envió a España como jefe
de la policía secreta soviética, por asesinar a
Nin. El habla de Orlov como un mentiroso compulsivo, empeñado
en immortalizar una imagen que no se asemeja a la realidad en
nada. Él entonces agrega que Orlov no debió
haber pensado que algunos de sus secretos, protegidos celosamente
en los archivos de la KGB, acabarían viendo la luz, o que
podría haber documentos en los archivos españoles
que los acompañaran.
Habiéndose referido a estos archivos, sin embargo, Viñas
no ofrece ninguna nueva visión o revelación y parece
estar usando otra fuente secundaria un libro por John Costello
y Oleg Tsarev, que se basa en material de los archivos de la KGB.
Costello y Tsarev han demostrado tan concluyentemente como es
posible sobre la base de las pruebas disponibles que Orlov fue
responsable del asesinato de Nin y puede incluso haber estado
presente cuando su cuerpo fue sepultado. [8]
Viñas no niega el asesinato de Nin, o que la GPU fue
responsable. Pero pretende sin embargo absolver de responsabilidad
a su héroe Negrín. Como Negrín era jefe del
gobierno español en aquellos momentos, eso es mucho pedir.
Ciertamente Negrín estuvo avergonzado por la muerte de
Nin. Obstaculizaba sus intentos de desarrollar relaciones más
estrechas con las potencias democráticas occidentales.
Nin era una figura conocida internacionalmente. Un pila de telegramas
sobre el escritorio de Negrín mostró la magnitud
del problema diplomático. Pero como el historiador Burnett
Bolloten ha escrito, la indignación de Negrín
por la desaparición de Nin fue efímera. [9]
Cualquiera que fuera el inconveniente que la muerte de Nin
pudiera haber ocasionado, los beneficios que el gobierno de Negrín
acumuló fueron mucho más importantes. El bastión
proletario de Barcelona fue puesto firmemente bajo el control
de la República, la clase obrera había sido suprimida
y el POUM liquidado. El asesinato de Nin había servido
de advertencia a cualquier líder emergente de la clase
trabajadora. Tampoco fue Negrín un beneficiario involuntario
de la actuación de Orlov. Fue el gobierno de Negrín
quien emitió un decreto autorizando tribunales secretos
inspirados en los de la Italia fascista, y fue el gobierno de
Negrín el que prohibió cualquier crítica
a la Unión Soviética después de la muerte
de Nin.
Conclusión
He tratado extensamente sobre el gastado argumento que Viñas
presenta porque él se permite hacer audaces afirmaciones
acerca de su irrepochable uso de fuentes de información.
Él se jactaba en El País, el diario español,
que había gastado una gran cantidad de dinero para acceder
a archivos difíciles. Afirmó que a diferencia de
otros historiadores, él nunca manipula los datos. Pero
cuando examinamos su uso de las pruebas detenidamente podemos
ver que toda esta fanfarronada y auto-promoción son un
intento de encubrir una pieza de comportamiento profundamente
no profesional.
¿Por qué un distinguido historiador arriesga
su reputación de esta manera tan temeraria? El comportamiento
de Viñas sólo llega a ser comprensible cuando consideramos
las tensiones sociales y políticas a las que artículo
Gardner alude en el Financial Times. En este clima público
Viñas se siente confiado en que a él no se le pedirá
rendir cuentas por la violación de las convenciones de
un debate erudito. Él apuesta que suficientes historiadores,
periodistas y figuras públicas se den cuenta de que su
tesis refleja sus intereses lo bastante para que su uso indebido
de la evidencia histórica no importe.
Gardner escribe sobre las dos Españas. Hay
una cierta verdad en esta opinión convencional de la división
entre los franquistas y las fuerzas republicanas que componían
los dos bandos de la guerra civil. Pero hay otra, y más
profunda, división. Las divisiones en las fuerzas republicanas
fueron, en el último análisis, incluso más
importante en la derrota final de la República a manos
de Franco que entre los republicanos y los fascistas.
La revolución que Viñas desea tan vigorosamente
negar fue una realidad en España. Pero sin una dirección
revolucionaria, consciente de sus tareas, la clase trabajadora
no pudo consolidar su poder. En el curso del invierno de 1936-7,
el poder de los trabajadores fue minado y las embrionarias instituciones
estatales que habían sido creadas en la forma de comités
de trabajadores fueron suplantadas una vez más por el estado
republicano. En esa tarea los republicanos tuvieron la colaboración
de los estalinistas, quienes trasplantaron la maquinaria represiva
de los Procesos de Moscú a España.
Los hechos de mayo marcaron la culminación del proceso
por el cual un estado burgués se reestabilizó en
España y aplastó una revolución proletaria.
La derrota de la revolución aseguró la derrota a
manos de Franco porque desilusionó, desmoralizó
y desorganizó a la clase trabajadora y los campesinos cuyo
deseo de la igualdad social había sido la fuente de la
resistencia al fascismo.
Cuando Viñas afirma que el levantamiento de los trabajadores
en Barcelona fue el resultado de una provocación fascista,
él instintivamente regresa a las mentiras que los estalinistas
inventaron para justificar sus acciones en defensa del Frente
Popular porque las mismas contradicciones que dieron lugar a una
revolución en España en los años treinta
están surgiendo nuevamente.
Más de una generación de represión fascista,
seguido por un pacto de silencio acerca de los acontecimientos
de la guerra civil no han hecho nada para eliminar las contradicciones
dentro de la sociedad española. La relativa prosperidad
que España ha disfrutado desde que ingresó en la
UE sólo se ha traducido en que esas contradicciones sociales
se han elevado a un nivel superior. Una joven e inquieta clase
obrera echó al Partido Popular del gobierno en 2004, exigió
que las tropas españolas fueran retiradas de Iraq y no
está dispuesta a tolerar las exigencias de la iglesia católica
para que controlen la educación y la vida familiar, o la
glorificación de los muertos fascistas.
Si el Partido Socialista fue el primer beneficiario del giro
hacia la izquierda del electorado, el gobierno socialista se encuentra
ahora en la posición incómoda de tener que controlar
ese movimiento hacia la izquierda o enfrentar la cólera
de la derecha. El libro de Viñas es un indicio de que hay
dentro del partido socialista quienes querrían dejar claro
que tienen el estómago para la acción del tipo que
el héroe de Viñas, Negrín, presidió
en Barcelona.
Notas:
1. Angel Viñas, La Soledad de la República, (Barcelona:
Critica, 2006).
2. Daily Worker 11 May 1937
3.Juan Negrín fue Ministro de Hacienda bajo Francisco Largo
Caballero y luego le reemplazó como primer ministro en
Mayo 1937, puesto que ocupó hasta la derrota de la República.
4.Partido Obrera de Unificacion Marxista
5. Confederacion National del Trabajo
6. Mauro Canali, Le spie del regime, (Bologna: Società
editrice il Mulino, 2004).
7. Morten Heiberg y Manuel Ros Agudo, La Trama Oculta de la Guerra
Civil: Los servicios secreto de Franco, 1936-1945, (Barcelona:
Critica, 2006).
8. John Costello y Oleg Tsarev, Deadly Illusions, (London: Century,
1993).
9. Burnett Bollotten, The Spanish Civil War: Revolution and Counterrevolution,
Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1991), p.
531.
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