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Washington intensifica su intervención de la "guerra
contra las drogas" en México
Por Bill Van Auken
20 Abril 2009
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 27 de marzo, 2009.
Con el anuncio del Lunes de un nuevo plan de seguridad fronteriza
y la visita de dos días de la Secretaria de Estado Hillary
Clinton a la Ciudad de México y Monterrey que acabó
el Jueves, Washington está lanzando una intervención
mayor en México en el nombre de combatir el tráfico
de drogas y la violencia con la que está asociada.
La oleada de la actividad por el gobierno estadounidense -viajes
similares a México han sido programados para la próxima
semana por la Secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano,
el Fiscal General Eric Holder y por el propio Obama el próximo
mes- han sido acompañados por una campaña en los
medios de comunicación estadounidense para crear una atmósfera
de pánico sobre la "guerra" en México
y la supuesta amenaza de que se desborde hacia los propios Estados
Unidos.
La repentina preocupación por una emergencia en la frontera
México-Estados Unidos no ha sido impulsada por algún
reciente cambio importante en la situación objetiva. El
gobierno derechista del presidente mexicano Felipe Calderón
ha desplegado al ejército del país en la campaña
para combatir al tráfico de drogas por dos años.
La violencia asociada con este esfuerzo se ha mantenido firme
desde entonces, con más de 6,000 personas asesinadas el
año pasado y 1,000 hasta el momento en este año.
En vez de responder a alguna crisis repentina, parece que la
administración Obama está poniendo en marcha planes
preparados y desarrollados bajo la administración Bush,
y particularmente por el Pentágono y el aparato de inteligencia
nacional estadounidense.
En el seno del programa extendido esta semana, están
700 millones de dólares aprobados por el congreso estadounidense
como parte de la denominada Iniciativa Mérida (Merida Initiative),
un acuerdo de ayuda firmado por Bush y Calderón en Junio
del año pasado. También conocido como Plan México
por su semejanza a Plan Colombia, el cual inició la más
grande campaña contrainsurgente apoyado por los Estados
Unidos en el hemisferio, el empujón central de la iniciativa
es el apoyo estadounidense para la militarización de las
operaciones mexicanas anti-narcóticas, seguridad fronteriza
y mayor coordinación entre los militares estadounidenses
y mexicanos en el desarrollo de las estrategias contra-terroristas.
Bajo el plan desvelado el Lunes por la Casa Blanca y el Departamento
de Seguridad Social y además de los 700 millones a la ayuda
de la Iniciativa Merida, previamente solicitada por la administración
Bush, Washington está enviando unos 360 agentes adicionales
de Seguridad Nacional a la frontera junto con 116 agentes de la
Drug Enforcement Administration (DEA) y de la Agencia de Alcohol,
Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos. El FBI anunció que
está formando un Grupo de Inteligencia del Suroeste (Southwest
Intelligence Group, SWIG) para coordinar todas las actividades
del FBI relacionados a México.
"El tema requiere acción inmediata", declaró
Napolitano, la Secretaria de Seguridad Nacional al anunciar la
iniciativa. "Somos guiados por dos claros objetivos. Primero,
estamos haciendo todos lo que podemos para prevenir que la violencia
se desborde más allá de la frontera. Y segundo,
haremos todo en nuestro poder para que el Presidente Calderón
tome medidas duras contra estos carteles de las drogas en México."
En un subsecuente testimonio en Capitol Hill y en una entrevista
con la agencia de noticias española EFE, Napolitano se
refirió al potencial despliegue de las tropas estadounidenses
a la frontera y un "plan de contingencia" que ha sido
elaborado para tratar con el potencial caso de que la violencia
en México provoque una "migración masiva"
a los Estados Unidos.
El despliegue de tropas -el gobernador republicano de Texas
Rick Perry ha hecho un llamado para que 1,000 tropas sean enviadas
a la frontera del estado con México- "está
bajo consideración activa en el Departamento de Defensa
y dependerá de varios factores" declaró Napolitano
a EFE.
Al testificar el miércoles ante el Senado del Comité
de Seguridad Nacional, Napolitano reconoció que el plan
de la frontera está siendo decretado por su departamento
- el "Plan de Operaciones de Violencia Fronteriza del Suroeste"-
ha sido elaborado por su predecesor, el jefe de Seguridad Nacional
de Bush, Michael Chertoff.
Ella también hizo referencia al rol central que está
teniendo el Pentágono en desarrollar una estrategia estadounidense
hacia México. "El Departamento de Defensa ha sido
un compañero cercano en las estrategias de planeación"
declaró. Napolitano añadió que su departamento
está "trabajando con el Departamento de Defensa en
determinar si hay otros roles de apoyo para el Departamento de
Defensa para que nos ayude en asegurar nuestra frontera suroccidental."
Significativamente, los primeros viajes a la Ciudad México
iniciadas por la administración Obama involucraron al Secretario
de Defensa Robert Gates, quién provocó una controversia
en México al afirmar que el ejército del país
ha deshecho sus prejuicios históricos de no colaborar con
el Pentágono, y el Presidente de los Jefes del Estado Mayor,
el almirante Michael Mullen, quién dijo que el ejército
estadounidense está ayudando al mexicano en implementar
tácticas contrainsurgentes aprendidas en Irak y Afganistán.
El ejército estadounidense está llevando a cabo
su propio programa de ayuda por separado de la Iniciativa Merida
bajo la sección 1206 del Acta de Autorización de
Defensa Nacional, aprobada en el 2006, permitiéndole canalizar
dinero, entrenar y equipar militares extranjeros bajo el pretexto
de combatir terrorismo. El programa -el cuál dio a las
fuerzas armadas mexicanas con casi 13 millones en armas y entrenamiento
este año- es uno de los medios por los cuales Washington
cada vez más ha delegado su política extranjera
al Pentágono.
La escalonada en la intervención estadounidense en México
fue resaltada por el viaje de dos días de la Secretaria
de Estado Clinton, la cual terminó el jueves en Monterrey,
Mucho se ha dicho de la aceptación de Clinton del hecho
de que el dinero y las armas estadounidenses jugarán un
rol decisivo en canalizar el tráfico de drogas mexicanos
y la violencias además del su rechazo de las alegaciones
hechas en los medios de comunicación y por secciones del
ejército estadounidense y del establecimiento de política
extranjera de que México está al borde de convertirse
en un "estado fallido".
Este aspecto del viaje representó un ejercicio en control
de daños, bajo condiciones en las cuales Washington cada
vez más ha enemistado a México, en gran medida a
través de la revocación de comienzos de este mes
de un programa piloto permitiéndole a un número
limitado de camiones de larga distancia mexicanos viajar a las
carreteras estadounidenses. México denunció esta
medida como proteccionismo e impuso 2.4 mil millones de dólares
en tarifas a los bienes estadounidenses en respuesta.
Mientras estaba en la Ciudad de México, Clinton anunció
que los EE.UU. está proveyendo al ejército mexicano
con 5 helicópteros de asalto Blackhawk y a la marina de
guerra con un avión de reconocimiento para "responder
agresivamente" a los traficantes de drogas.
"Los criminales y cabecillas que expanden la violencia
están tratando de corroer las fundaciones de la ley, el
orden, la amistad y de la confianza entre nosotros que apoyamos
nuestro continente", Clinton declaró el miércoles
en una conferencia de prensa unida junto con la Secretaria de
Relaciones Exteriores de México, Patricia Espinosa. "Ellos
fracasarán".
La retórica, empleando el parafraseo pseudo-democrático
de la "guerra contra el terrorismo", ignora lo obvio.
Los "cabecillas" no están preocupados con "corroer"
los valores elogiados por Clinton. Su principal motivación
no es diferente que la de los banqueros y financistas en Wall
Street: las ganancias.
Hay amplia evidencia que los banqueros estadounidenses están
entre los principales beneficiarios de las ganancias de las drogas.
A comienzos de este año, el jefe de la Oficina de las Naciones
Unidas sobre las Drogas y el Crimen (UNOD,c en inglés)
declaró que su agencia había encontrado indicaciones
crecientes de que el dinero del tráfico de drogas estaba
jugando un rol clave en el rescate financiero de bancos fracasados.
"Préstamos de Interbank fueron financiados por
dinero que se originó del comercio de la droga y otras
actividades ilegales" declaró el Director Ejecutivo
de UNODC Antonio Maria Costa a la revista Austríaca Profil.
Hubo "señales de que algunos bancoas fueron rescatados
en esa manera", él añadió.
En cuanto a los cientos de miles de personas involucradas en
una u otra forma en los rangos bajos del comercio de drogas, su
objetivo es obtener un ingreso y escapar la pobreza que aqueja
a casi la mitad de los 104 millones de pobladores que tiene México.
"Claramente lo que hemos hecho no ha funcionado",
dijo Clinton en relación a la "guerra contra las drogas"
de EE.UU. Pero la realidad es que el programa que ha lanzado la
administración Obama en relación a México
representa una continuación y escalada de aquella misma
política, tratando a los complejos y enraizados problemas
que se asocian con las drogas como una cuestión de seguridad
que se debe resolver a través de acción militar.
Que esta política ha sido un fracaso es indiscutible.
El número de personas tomando drogas ilegales en los EE.UU.
no ha declinado, ni lo ha hecho el suministro de drogas, a pesar
de los gastos de EE.UU. y un estimado 2.5 billones de dólares
en las últimas cuatro décadas en su propia "guerra
contra las drogas", y aumentando la población penitenciaria
estadounidense en 7 veces en los últimos 30 años,
en su mayor parte debido a condenas relacionadas con las drogas.
El fracaso es inevitable, dado que la política trata
lo que es esencialmente una cuestión de condiciones sociales
y salud pública como una campaña militar que debe
ser ganada con disparos aumentados y medido por el número
de narcotraficantes asesinados o encarcelados.
Nada dicho por Clinton o cualquiera de los otros oficiales
estadounidenses que han hablado sobre la violencia relacionado
con las drogas en México ha tratado las condiciones de
pobreza ahí. Ni tampoco se ha hecho ninguna propuesta para
restringir la demanda de drogas ilegales en los EE.UU., ya sea
a través de despenalizar el uso de droga o la expansión
de programas de tratamiento de drogas.
¿Por qué la administración estadounidense
continúa e incluso escala una política que su mayor
representante de la política extranjera admite que es un
fracaso? La respuesta yace en el hecho que la "guerra contra
las drogas" como la "guerra contra el terrorismo"
es una fachada en la cual está escondida objetivos estratégicos
del imperialismo estadounidense, el cual busca su hegemonía
sobre las regiones ricas en recursos del globo por medios militares.
México es la tercera fuente más grande del petróleo
importado de los EE.UU., después de Arabia Saudita y Canadá.
Además de su apoyo militar, Washington ha proveído
un fuerte apoyo político a la tentativa del gobierno de
Calderón de abrir Pemex, el monopolio petrolero estatal,
a la inversión capitalista extranjera. La propuesta ha
sido opuesta por la aplastante mayoría del pueblo mexicano.
Asimismo, para el gobierno de Calderón hay un largo
elemento de pretexto en escalara la guerra contra las drogas.
Ha militarizado el país bajo condiciones de una crisis
económica cada vez más profunda y un potencial creciente
para las explosiones sociales.
Una encuesta conducida a comienzos de este mes por la firma
líder en votación de México encontró
que casi el doble de mexicanos ven a la economía, el desempleo
y la pobreza como los mayores problemas que enfrenta el país,
que aquellos que citan a la seguridad y al tráfico de drogas.
En la misma encuesta, el 35 por ciento declaró que al menos
un miembro de su familia había perdido un empleo en los
seis meses previos.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas de
México, 472,000 trabajadores se unieron a las filas de
los desempleados en Enero y Febrero. La producción Industrial
está en caída libre, habiendo caído 15 por
ciento el año pasado, con muchos de los despidos golpeando
a maquiladoras operando en ciudades fronterizas como Ciudad Juárez,
ahora sometida a una ocupación de 10,000 tropas y policía
federal mexicanas.
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