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Un mes del gobierno de Obama
Por Patrick Martin
13 Marzo 2009
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 23 de Enero del 2009.
Hace un mes, Barack Obama fue investido como el cuadragésimo
cuarto presidente de los Estados Unidos. El senador demócrata
ganó una convincente victoria electoral después
de realizar una campaña en la cual se presentó a
sí mismo como la personificación del "cambio"
y atrajo a la masiva oposición a la guerra en Irak, la
furia contra las repetidas violaciones de la administración
Bush de los derechos constitucionales y democráticos y
la creciente preocupación sobre las dimensiones de la crisis
económica y financiera. Después de 30 días
de que Obama entrara a la Casa Blanca, es adecuado establecer
un balance preliminar.
Obama tomó el poder bajo condiciones de una crisis mundial
financiera y económica cada vez más profunda. Sus
economías políticas, el mayor foco de atención
de sus primeros 30 días en el poder, consistieron de una
serie de iniciativas que tienen como objetivo sostener el sistema
de ganancias y salvaguardar la dominancia económica de
los gigantescos bancos y la de los inversionistas multimillonarios,
a expensas de la clase trabajadora:
* La legislación de estímulo económico,
una medida de recurso provisional de $787 mil millones, para prevenir
un completo colapso del gasto de los consumidores y del gobierno
estatal y local. Mientras que los negocios se benefician de la
deducción fiscal y de los contratos de infraestructura
y familias de altos ingresos obtienen una exoneración del
Impuesto Alternativa Minimo (que vale más de dos mil dólares
cada uno) la mayoría de la gente trabajadora recibirá
un minúsculo recorte de impuestos de 400 dólares.
* La segunda serie del rescate financiero bancario promulgada
el pasado otoño por la Cámara de los Representantes
y el Senado (que incluye el voto de Obama), el cual provee otros
$350 mil millones para la élite financiera. De ésto,
la mayor parte será usada en otra serie de dádivas
de dinero a los bancos, fondos de inversión libre y otros
prestamistas, incluyendo el lanzamiento del Programa de Préstamos
de Valores Respaldados por Activos a Plazo (TALF, siglas en inglés)
el cual asegurará un trillón de préstamos
de bajo precio a mayores fondos de inversión libre y otros
especuladores.
* El rescate financiero automotriz (usando fondos del rescate
financiero bancario), el cual requerirá, como una condición
de nuevos préstamos a GM y Chrysler, la destrucción
de los estándares de vida luchados por generaciones de
trabajadores automotrices. Sueldos, pensiones y seguro médico
serán destruidos, mientras que se retendrá al sindicato
United Auto Workers como una fuerza policíaca dirigida
en contra de los trabajadores de la base del sindicato.
* El rescate financiero de la vivienda, anunciado por Obama
el 18 de Febrero, el cual provee un relativo alivio a los relativamente
pocos de los millones de familias que están encarando ahora,
o lo harán pronto, la amenaza de reposeción de vivienda.
La medida está tan cuidadosamente elaborada para salvaguardar
los intereses de ganancias de la industria de los préstamos
hipotecarios que la revista BusinessWeek tituló su reporte
"Un Rescate Hipotecario que los Bancos pueden Amar."
Un hecho ilustra la verdadera alianza de clase de la nueva
administración, enmascarada por las retóricas expresiones
de Obama por su simpatía a la gente trabajadora. La ayuda
de Obama vehementemente se opone a dar medidas que limiten los
salarios y bonificaciones de los ejecutivos y banqueros de Wall
Street cuyas firmas recibieron rescates financieros del gobierno.
Después de que el Congreso insertara un modesto tope en
bonos hacia el acta de estímulo, la Casa Blanca indicó
que buscaría su revocación. Mientras tanto, la administración
ha insistido en recortes masivos de pensiones y beneficios para
los trabajadores de base de sindicatos como parte del rescate
financiero de la industria automotriz.
En su política exterior, la entrante administración
siempre ha estado comprometida a una continuación de las
políticas agresivas y militaristas de la administración
Bush. La acción más notable en este caso fue la
orden de la semana pasada de Obama por un incremento de 17 mil
tropas en Afganistán, como parte de una escalada que podría
doblar el tamaño de la fuerza militar estadounidense que
actualmente forja una guerra en ese país. El ejército
estadounidense ha continuado sus provocativos ataques de misiles
hacia el país vecino de Pakistán, actualmente armado
con misiles nucleares, que están tomando una mortalidad
creciente de vidas civiles.
Mientras tanto, no ha habido ninguna acción en la promesa
electoral de Obama de sacar las tropas de combate estadounidense
de Irak. Semanas después del voto del 4 de Noviembre, Obama
señaló su intención de mantener la ocupación
estadounidense al retener al Secretario de Defensa Robert Gates,
el arquitecto de la administración Bush de la política
de la "escalada" militar en Irak y otros oficiales militares,
incluyendo al comandante supremo en Irak, el general Raymond Odierno,
quienes han descartado como inviable la petición de Obama
para retirar todas las tropas de combate en 16 meses.
En otras áreas de la política extranjera, la
administración Obama ha hecho eco de su predecesor al amenazar
bélicamente a Corea del Norte y a Irán, y al apoyar
implacablemente a la violencia militar Israelí en Gaza
y Cisjordania.
En lo que cuenta a los derechos democráticos, en pocos
días de haber tomado el poder, Obama emitió una
orden muy publicitada de cerrar la prisión de Guantánamo
a fin de este año. Sin embargo, desde entonces, una serie
de acciones han demostrado que la nueva administración
acepta el esquema básico establecido por Bush y Cheney
de que todos y cada uno de los ataques a los derechos constitucionales
pueden ser justificados en el nombre de luchar en contra del "terrorismo".
Órdenes ejecutivas han autorizado a la CIA a continuar
con la práctica de "rendición extraordinaria"
en la cual individuos son detenidos por la inteligencia estadounidense
en el exterior y en un acto de violación de ley internacional,
son entonces transportados a otros países donde pueden
ser "interrogados", esto es, torturados.
En los tres primeros casos desde la inauguración, en
la cual las políticas de la administración Bush
en la "guerra contra el terror" han sido confrontadas
judicialmente, la administración Obama ha defendido las
actuales prácticas, manteniéndose al derecho de
"secretos de estado" en dos casos de California, ahí
entonces urgió a una corte de que rechazara una solicitud
por parte de prisioneros encarcelados sin juicio o acusación
en la base estadounidense de Bagram en Afganistán, bajo
condiciones que según se cree son peores que en Guantánamo.
Añadiéndose a esto está una política
dura hacia los inmigrantes del Caribe, recientemente reflejado
en una cruel decisión de deportar miles de refugiados haitianos
desplazados de sus hogares el año pasado por una serie
de huracanes. (Igual de significante, la nueva administración
no ha propuesto un centavo de gasto humanitario para las víctimas
de la Costa del Golfo del Huracán Katrina y Huracán
Rita.)
En su personal principal, la administración Obama ha
sacado a gente de las mismas capas sociales representadas en la
administración Bush, particularmente de aquellos secciones
de la élite financiera que están más ligados
a la manía especulativa en Wall Street. Ha ido tan lejos
como llegar a retener individuos directamente implicados en el
colapso financiero, como Timothy Geithner, líder del Banco
de Reserva Federal de Nueva York y una figura clave en los fallidos
rescates financieros del año pasado bajo la administración
Bush, quien es ahora el secretario del tesoro de Obama.
Mientras que disfruta del apoyo de una sección significativa
de los multimillonarios estadounidenses -Warren Buffet, George
Soros, las familias Pritzker y Crown de Chicago, y muchos otros-
Obama adoptó un punto de partida populista durante la campaña
primara Demócrata y después en la elección
general, haciendo uso de su origen multicultural para sugerir
que él sería responsable de las necesidades de la
clase trabajadora, los jóvenes y los grupos minoritarios
oprimidos.
Vale la pena notar que Obama no ha traído a las oficinas
del poder una sola persona que pueda ser creíblemente presentada
como un representante del descontento popular. Su gabinete está
formado en su totalidad del establecimiento político. Lejos
de cualquier pretensión populista, la administración
se ha dedicado en una incesante actividad de "bipartidismo",
incluyendo el nombramiento de republicanos al gabinete y de esfuerzos
de involucrar a los restos desacreditados de la ultra-derecha
en todo desde las ceremonias inaugurales a la formulación
del paquete de estímulo.
Estos hechos destrozan los actuales esfuerzos de liberales
como la revista Nation que presentan al nuevo gobierno como una
expresión de oposición popular a Bush y a la derecha.
La administración Obama constituye un esfuerzo, por la
parte de las secciones principales de la clase dirigente, consternadas
por el fracaso de la administración Bush y el debacle financiero,
para engañar a la población estadounidense con una
vaga retórica mientras los esfuerzos más intensos
son hechos para salvaguardar la posición de la oligarquía
financiera, tanto interna como externamente.
La administración Obama demuestra la imposibilidad de
realizar cualquier cambio significativo dentro de las instituciones
políticas existentes y dentro del sistema bipartidario.
Estos son dominados por completo por dos fuerzas: el aparato militar
y de inteligencia y los intereses de las grandes finanzas.
La gente trabajadora y la juventud buscando una verdadera alternativa
a la camisa de fuerza de la política capitalista deben
unirse en apoyo al Partido Socialista por la Igualdad (Socialist
Equality Party) y construir el PSI (SEP) como el partido político
independiente de la clase trabajadora, para movilizar la oposición
de masa al sistema de ganancias bajo la base de un programa socialista
e internacionalista.
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