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Publicado por el Comité Internacional de la Cuarta
internacional (CICI)
Setenta años desde el comienzo de la Segunda Guerra
Mundial: causas, consecuencias y lecciones
Por David North
25 Noviembre 2009
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el autor
Este informe ha sido adaptado de una charla que tomó
lugar e 5 de octubre, 2009, en la Universidad Estatal de San Diego,
California.
Ni los conflictos ni los acontecimientos específicos
que desencadenaron la Segunda Guerra Mundial constituyen el tema
principal de esta charla. Más bien vamos a analizar las
causas generales de la guerra.
Puesto que el cataclismo que ocurrió entre 1938 y 1945
fue colosal, sería simplista, para no decir absurdo, si
buscáramos, fuera de un contexto histórico más
amplio, las causas principales de la guerra en los antagonismos
diplomáticos que condujeron a las hostilidades. Ejemplo:
la disputa acerca del Corredor de Danzig.
Toda consideración de las causas de la Segunda Guerra
Mundial debe proceder del hecho que la evolución de los
conflictos militares mundiales entre 1939 y 1945 sucedieron solo
25 años después del primer conflicto que tomó
lugar del 1914 al 1918. Es decir, solo 21 años pasaron
desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la
Primera. Pero también hay otra manera de considerar estos
sucesos: dos guerras mundiales catastróficas ocurrieron
en tan solo 31 años.
Para poner todo esto en una perspectiva contemporánea,
el período que transcurrió entre 1914 y 1945 es
el mismo que transcurrió entre 1978 - punto medio del gobierno
de Carter - y 2009. Para poder comprender esta perspectiva históricay
hacer el cambio debido en tiempo históricoconsideremos
que una persona nacida en 1960 habría cumplido los dieciocho
años en 1978; es decir, habría madurado lo suficientemente
para ser conscripto en el ejército y luchar en la guerra.
Si esa persona habría sobrevivido, tendría 22 años
de edad al terminar la guerra. Y sólo habría tenido
43 cuando empezara la Segunda Guerra mundial y 49 cuando acabara.
¿Qué significa todo esto en términos humanos
y personales? Al llegar a los cincuenta, ese individuo debió
haber sido testigo directo o indirecto a un nivel de violencia
asombroso. Y lo más probable es que ese individuo haya
conocido mucha de la gente que murió durante el curso de
las dos guerras.
Claro, la intensidad de las experiencias personales con la
muerte durante las dos guerras dependía de donde uno vivía.
La experiencia de los estadounidenses comunes no fue la misma
que la de la gente común en Inglaterra, Francia, Alemania,
Polonia, Rusia, China y Japón.
Muertes durante la Primera y la Segunda Guerra
Mundial
Se calcula que la Primera Guerra Mundial causó la muerte
de entre 9 y 16 millones y pico de personas. También se
ha calculado que el combate directo ocasionó 6.8 millones
de la cantidad total. Los accidentes, las enfermedades y los efectos
del encarcelamiento de los prisioneros de guerra causaron dos
millones de muertes en lo que a lo militar se refiere.
Las tablas 1 & 2 detallan la cantidad de muertes por país
durante la Primera Guerra Mundial.
Muertes por país de los Países Aliados País
Muertes % de la población que murió Australia 61,928
1.38 Inglaterra 994,134 2.19 Bélgica 120,637 1.63 Canadá
66,944 0.93 Francia 1,697,800 4.29 Grecia 176,000 3.67 Italia
1,240,000 3.48 Rumania 680,000 9.07 Rusia 3,311,000 1.89 Serbia
725,000 16.11 Estados Unidos 117,465 0.13 Tabla 1
Muertes por país de los Países del Eje País
Muertes % de la población que murió Austria-Hungría
1,567,000 3.05 Bulgaria 187,500 3.41 Alemania 2,476,897 3.82 Imperio
Otomán 2,921,844 13.72 Tabla 2
Luego del Armisticio, los millones de muertos debido a la guerra
fueron inmediatamente seguidos por la muerte de otros 20 millones,
consecuencia de una epidemia de gripe que azotó a poblaciones
ya físicamente debilitadas.
El precio que la humanidad pagó por la Segunda Guerra
Mundial excedió muchas veces el de la Primera. Se calcula
que entre 62 y 78 millones perdieron la vida. De éstos,
las desapariciones causadas por el conflicto militar directo llegaron
a entre 22 a 25 millones, inclusive 5 millones de prisioneros
de guerra. Se calcula que las muertes civiles llegaron a entre
40 y 52 millones. Examinemos la pérdida de vida en los
países de mayor participación en la tormenta.
Muertes por país durante la Segunda Guerra mundial País
Muertes % de la población que murió China 10,000,000
- 20,00000 2-4 Indias Holandesas Orientales 3,000,000 - 4,000,000
4.3 -5.76 Indochina Francesa 1,000,000 - 1,500,000 4-6 Grecia
800,00 11.7 Japón 2,700,000 3.78 Alemania 5,600,000 - 6,500,000
7.8 - 9.4 Polonia 5,800,000 16.5 Rumania 680,000 9.07 Unión
Soviética 24,000,000 14 Estados Unidos 418,000 0.32 Tabla
3
Lituania y latvia se encuentran entre otros países que
perdieron por lo memos el 10% de sus poblaciones. Otros países
que perdieron por lo menos el 3% de sus poblaciones fueron Estonia,
Hungría, los Países Bajos (Holanda), Rumania, Singapur
y Yugoslavia.
Este catálogo de horrores incluye la aniquilación
genocida de los judíos europeos. Entre 1939 y 1945, 6 millones
fueron asesinados. Esta cifra abarca tres millones de judíos
polacos y casi un millón de judíos ucranianos. Si
tomamos en cuenta los porcentajes, 90% de los judíos de
Polonia, los países del Báltico y Alemania perecieron.
Más del 80% de los judíos checoslovacos fueron exterminados.
Más del 70% de los judíos holandeses, húngaros
y griegos sufrieron el mismo destino. Aproximadamente 60% de los
judíos yugoslavos y belgas también fueron asesinados.
Más del 41% de los judíos noruegos desapareció
igualmente. Y el 20% de los judíos franceses, búlgaros
e italianos también fueron aniquilados.
En todos los casos, esta campaña genocida se llevó
a cabo con el apoyo de las autoridades locales. El único
país ocupado por los nazis en que la población local
hizo un esfuerzo conjunto para salvar a sus ciudadanos judíos
fue Dinamarca. En ese país, a pesar de compartir frontera
con Alemania, solo 52 judíos de los que 8,000 que habían
existido antes de la guerra perecieron; es decir, menos del 1%.
El costo humano general de la Primera y Segunda Guerras Mundiales
fue, según los cálculos más exactos, entre
80 y 90 millones de personas. A esto hay que añadirle los
cientos de millones de seres adicionales que, hasta cierto nivel
u otro, sufrieron daños físicos o psicológicos.
Es decir, aquellos que perdieron padres, madres, hijos hermanos,
hermanas y amigos; que fueron desplazados; que tuvieron que abandonar
sus tierras natales; y quienes perdieron vínculos irremplazables
e inestimables con sus patrimonios personales y culturales. Es
imposible imaginar adecuadamente - y mucho menos comprender -
la magnitud de los horrores trágicos que ocurrió
durante los 31 años entre el 1914 y 1945.
Al considerar estos sucesos, por favor mantengan en mente que
esta enorme e inaudita tragedia ocurrió, en términos
históricos, hace relativamente poco. Todavía existen
hoy decenas de millones de personas que vivieron durante la Segunda
Guerra Mundial. Y para la gente de mi generación, los eventos
de la Primera Guerra Mundial ocurrieron durante las vidas de nuestros
abuelos, quienes en muchos casos fueron veteranos de ella.
En otras palabras, la Primera y la Segunda Guerra Mundiales
pertenecen a la historia moderna. Hasta cierto punto importante,
el mundo en que vivimos hoy es consecuencia de esas dos catástrofes
gemelas.
Además, la contradicciones políticas y económicas
que engendraron a estas guerras todavía no se han resuelto.
Este hecho histórico constituye suficiente razón
para considerar que este septuagésimo aniversario de la
Segunda Guerra Mundial nos brinda la oportunidad de reanalizar
sus orígenes, consecuencias y lecciones.
Los orígenes y causas de la Primera
y Segunda Guerras Mundiales
Claro, el tiempo límite de esta charla sólo nos
permite ofrecer un bosquejo lamentablemente austero de las causas
principales de la guerra. Para quedar claros sin necesidad de
ser demasiados simplistas, este bosquejo ha de tratar la Primera
y Segunda Guerras Mundiales como episodios relacionados íntimamente.
La velocidad con que la crisis se desarrolló en el verano
de 1914 tomó a muchos de sorpresa. Pocos sospechaban que
el asesinato del archiduque austriaco, Franz Fernando, en Sarajevo
el 28 de junio conduciría en apenas cinco semanas a una
guerra en la que participaría toda Europa; guerra que eventualmente
asumiría dimensiones globales al Estados Unidos ingresar
al conflicto en abril, 1917.
Pero las condiciones de esta desastrosa conflagración
militar habían estado madurando durante los 15 años
anteriores; condiciones íntimamente relacionadas a cambios
dramáticos en la economía mundial y, consecuentemente,
en la política mundial.
Antes de la explosión del 1914, no habían habido
ninguna guerra general entre las "Grandes Potencias"
europeas desde el fin de las Guerras Napoleónicas en 1815.
El Congreso de Viena creó un marco relativamente estable
para las relaciones entre los estados que se mantuvo durante el
resto del siglo.
La verdad es que el Siglo XIX no fue totalmente pacífico.
La estructura moderna del sistema de estados-naciones surgió
de toda una serie de conflictos militares importantes, de los
cuales el más sangriento fue la Guerra Civil de Estados
Unidos. En Europa, Bismarck logró consolidar la nación
alemana moderna bajo la hegemonía política de Prusia
usando intencionalmente la fuerza militar contra Dinamarca (1864),
Austria (1866) y, por último, Francia (1870). Anteriormente,
durante la década de los 1850, los ingleses y franceses
se habían opuesto por medio de la Guerra de la Crimea a
las ambiciones geopolíticas del imperio ruso. Pero estos
conflictos militares fueron relativamente restringidos y no resultaron
en al derrumbe de toda la estructura política europea y
mundial.
No obstante, para la década de los 1890 quedaba cada
vez más claro que la naturaleza de la política mundial
ya atravesaba por un profundo cambio debido a la enorme expansión
de la economía y la industria capitalistas, sobre todo
en Europa y Norteamérica, y a la creciente influencia de
los intereses económicos mundiales sobre las intenciones
de los estados-naciones.
Desde la década de los 1890 en adelante, el conflicto
entre los estados capitalistas principales - o, para ser un poco
más preciso, entre las fuerzas bancarias e industriales
más poderosas y de mayor influencia sobre la formulación
de la política extranjera - para dominar ciertas "esferas
de influencia" se convirtió en la base de la política
mundial. Esta evolución se expresó de la manera
más despiadada y bestial en la lucha por colonias, cuyas
poblaciones locales fueron reducidas a la semi esclavitud.
La era del imperialismo había amanecido. Este suceso
contenía en sí una significante y peligrosa desestabilización,
cada vez peor, de las estructuras dentro de las cuales se ejercían
las relaciones entre los estados-naciones. Durante las décadas
después de las Guerras Napoleónicas, Inglaterra
gozó de una supremacía que casi nadie podía
desafiar. Su imperio, basado en vastas posesiones coloniales,
fue el hecho dominante de la política internacional durante
el Siglo XIX. Como solía decirse, el sol nunca bajaba en
el Imperio Británico...¡y los sueldos tampoco subían!
Francia también gozaba de una posición privilegiada
como potencia colonial del sistema mundial, pero siempre detrás
de Inglaterra.
Pero la aparición de nuevos estados nacionales burgueses,
que habían surgido en base a un sistema bancario e industrial
capitalista de rápida expansión, produjo enormes
tensiones sobre las relaciones geopolíticas de la época.
Los dos estados capitalistas "nuevos" de mayor importancia
eran Estados Unidos y Alemania. Ambos adquirían nuevos
apetitos e intereses imperialistas a gran velocidad.
Estados Unidos ingresó al club imperialista en 1898,
cuando el gobierno del Presidente McKinley, con un cinismo, una
hipocresía y una falta de honestidad inauditos, tramó
un pretexto para irse a guerra contra España. En pocos
meses Cuba se convirtió en semi colonia de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, Estados Unidos, aprovechándose de la ocupación
de Filipinas, echó las bases para establecer su dominio
imperialista sobre el Pacífico. Luego de justificar la
ocupación de Filipinas con promesas de darle libertad y
democracia a sus habitantes, Estados Unidos mantuvo su promesa
con la matanza de 200,000 insurgentes locales que se opusieron
a la ocupación.
Estados Unidos tuvo la dicha de tener una gran ventaja geográfica.
Se desarrolló sobre un vasto continente; lo protegían
dos enormes océanos que evitaban que nadie se entrometiera
en sus asuntos internos. La mayoría de las potencias europeas
se quedaron asombradas con el burdo y deshonesto belicismo de
McKinley, pero no podían hacer nada en absoluto acerca
de ello.
Por otra parte, las ambiciones crecientes de Alemania inmediatamente
chocaron con sus vecinos imperialistas de Europa: primero con
Francia y Rusia y luego, más seriamente, con Inglaterra.
Por consiguiente, los conflictos cada vez mayores entre poderosos
estados capitalistas nacionales que trataban de establecer su
dominio en una economía mundial más y más
integrada, formaron las verdaderas bases de la acumulación
de tensiones geopolíticas que por fin estallaron en el
verano de 1914.
¿Quién tuvo la culpa?
Durante y sobre todo después de la Primera Guerra Mundial,
mucho se discutió acerca de "quien comenzó"
la guerra, de quien había "disparado la primera bala",
y a quien se le debería culpar. Estas preguntas siempre
juegan un papel importantel en la propaganda de las naciones que
participan en las guerras, puesto que sus clases gobernantes siempre
están ansiosos por exonerarse de toda responsabilidad por
las desastrosas consecuencias de su militarismo pirómano.
Si se hace un estudio aislado del contexto histórico
más amplio, entonces existen suficientes pruebas que Alemania
y Austria-Hungría fueron principalmente responsables por
el comienzo de la guerra en 1914. Con una temeridad increíble,
sus gobiernos decidieron explotar el asesinato de Franz Fernando
para lograr los objetivos geopolíticos que habían
codiciado por largo tiempo. Tomaron decisiones que pusieron en
marcha la desastrosa cadena de eventos que condujo al estallido
de las hostilidades. Pero no es lo suficiente comprobar que los
regímenes capitalistas son capaces de cometer grandes crímenes
(como ya hemos visto con las guerras en Irak y Afganistán,
ambas basadas en la mentira acérrima). Evidencia de la
alevosía alemana y austriaca no explica adecuadamente las
causas más amplias y profundas de la guerra.
Es verídico que ni Francia ni Inglaterra necesariamente
deseaban la guerra en agosto, 1914. Pero ello no es porque ambas
" amaban" la paz. Debería recordarse que Inglaterra
solamente una década anterior había llevado a cabo
una guerra brutal contra la insurgencia de los Boers en
África del Sur. Si Inglaterra y Francia no necesariamente
"deseaban" la guerra en 1914, ello fue porque estaban
más o menos satisfechas con la situación política
que en esos momentos favorecía a sus intereses mundiales.
Pero pronto aceptaron a la guerra como una necesidad política
cuando se vieron asediadas por las acciones de Alemania y Austria-Hungría;
acciones que ponían en peligro al status quo y,
por lo tanto, a sus intereses. Desde el punto de vista de los
intereses imperialistas de Francia e Inglaterra, la guerra era
preferible a una paz que alteraba al status quo reinante
de acuerdo con los planes de Alemania.
Por consiguiente, a fin de cuentas la causa de la guerra no
habían de encontrarse en las acciones de esta o aquella
nación que precipitó la explosión. Las causas
se arraigaban en la misma naturaleza elemental del sistema imperialista,
en la lógica de la lucha de poderosos estados nacionales
capitalistas para mantener - o, dependiendo de las circunstancias,
lograr una posición dominante en un orden económico
mundial que se integraba cada vez más.
El análisis marxista
Durante los años antes de la Guerra, el movimiento socialista
internacional celebró una serie de congresos que advirtieron
acerca de las consecuencias mortíferas del desarrollo del
imperialismo y el militarismo que éste alentaba. La Segunda
Internacional, fundada en 1889, declaró una y otra vez
su oposición implacable al militarismo capitalista y se
comprometió a movilizar a la clase trabajadores en contra
de las guerras. Le advirtió a las clases gobernantes europeas
que si no podían ponerle paro a la guerra, la Internacional
entonces utilizaría la crisis creada por ésta para
apresurar el derrocamiento del capitalismo.
Pero en agosto, 1914, casi todos los dirigentes del socialismo
europeo traicionaron estas promesas. El 4 de agosto, 1914, el
Partido Socialdemócrata Alemánpartido socialista
mayor del mundo-votó en el Reichstag a favor de
los créditos para financiar la guerra. Los dirigentes socialistas
de Francia, Austria e Inglaterra adoptaron la misma postura patriótica.
Solo un puñado de los dirigentes socialistas principales
se opusieron inequívocamente a la guerra. Entre los más
importantes se encontraban Lenín, Trotsky y Rosa Luxemburg.
Me gustaría enfocar brevemente el análisis de
Trotsky sobre las causas de la guerra. Rechazó con desprecio
los objetivos engañosos e hipócritas de los dirigentes
socialistas que apoyaban la guerra y quienes, para defender a
sus países contra la agresión extranjera, se habían
puesto de parte de los gobernantes capitalistas. Trotsky desenmascaró
las mentiras flagrantes con que los gobiernos en pugna trataron
de ocultar los verdaderos motivos económicos y políticos
que determinaron la decisión para irse a la guerra. Insistió
en que la causa de la guerra era mucho más profunda: los
cambios en la estructura de la economía mundial y en la
misma índole del sistema capitalista de estados-naciones.
Cuando la guerra estalló, Trotsky se vio forzado a abandonar
Austria. Primero fue a Zurich, donde escribió un brillante
panfleto, La guerra y la Internacional, en la que explicaba
el significado esencial de la guerra.
"La guerra de hoy es fundamentalmente la sublevación
de las fuerzas productivas contra la estructura política
de las naciones-estados. Significa el colapso del estado nacional
como unidad económica independiente.
"La nación debe continuar como hecho cultural,
ideológico y psicológico, pero las bases económicas
han sido arrancadas debajo de los pies. Toda palabrería
acerca de que este sangriento choque es en nombre de la defensa
nacional es hipócrita o ciega. Al contrario; el verdadero
significado objetivo de la Guerra es el derrumbe de los centros
económicos nacionales de la actualidad, y su reemplazo
con una economía mundial. Pero la manera en que los gobiernos
proponen resolver el problema del imperialismo no es a través
de la cooperación lúcida y organizada de todos los
productores de la raza humana, sino por medio de la explotación
del sistema económico mundial por parte de la clase capitalista
del país que triunfe. Lo que significa que ese país,
por medio de esta Guerra, ha de transformarse de Gran Potencia
a Potencia Mundial.
"La Guerra proclama la desaparición del estado
nacional, pero al mismo tiempo proclama la caída de la
economía bajo el régimen capitalista. A través
del estado nacional, el capitalismo ha revolucionado a todo el
sistema económico mundial. Ha dividido a toda la tierra
entre las oligarquías de las Grandes Potencias alrededor
de las cuales se agrupan los satélites-las naciones pequeñas-cuya
existencia dependía de la rivalidad entre éstas.
El futuro desarrollo de la economía mundial sobre bases
capitalistas significa una lucha sin fin por nuevas y más
nuevas esferas de explotación, las cuales han de obtenerse
de la misma y única fuente: la tierra. La rivalidad económica
bajo la bandera del militarismo es la compinche del saqueo y la
destrucción que infractan los principios más elementales
de la economía humana. La producción mundial se
rebela no sólo contra la confusión engendrada por
las divisiones entre las naciones y los estados, sino también
contra las organizaciones económicas capitalistas, las
cuales ahora se han convertido en centros de caos y una falta
de organización brutal.
"La Guerra de 1914 significa el derrumbe más colosal
en la historia de un sistema económico destruido por sus
contradicciones inherentes...
"El capitalismo ha creado las condiciones materiales para
un nuevo sistema económico socialista. El imperialismo
ha llevado a las naciones capitalistas al caos histórico.
La Guerra de 1914 muestra la salida de este caos al instarle urgentemente
al proletariado que emprenda el camino a la revolución".
La explosión de la Revolución Rusa, que llevó
al Partido Bolchevique al poder en 1917 bajo la dirigencia de
Lenín y Trotsky, reivindicó este análisis.
¿En qué resultó la Primera
Guerra Mundial?
Luego de cuatro años de pugna y un derrame de sangre
sin precedentes, la guerra terminó más o menos abruptamente
en noviembre, 1918. La causa del paro se debió más
a condiciones políticas cambiantes que a los resultados
en los campos de batalla. La Revolución de Octubre obligó
a Rusia a retirarse rápidamente de la guerra. Varios motines
por soldados hicieron tambalear al ejército francés
en 1917, y éste casi se derrumba. Solo la infusión
de soldados y material estadounidenses a favor de los Paíse
Aliados pudo retrasar la derrota militar y, hasta cierto punto,
logró posponer la caída de la moral. La oposición
a la guerra se intensificó rápidamente en Alemania,
especialmente luego de la victoria bolchevique en Rusia. En 1918,
un motín naval en Alemania condujo a manifestaciones revolucionarias
más amplias que terminaron con la abdicación del
Kaiser Wilhelm II. Alemania, incapaz de continuar la guerra, exigió
la paz.
A pesar de la derrota de Alemania, la guerra no produjo los
resultados que Inglaterra y Francia se habían imaginado.
En el Este, la guerra había resultado en la revolución
socialista en Rusia y en la radicalización de la clase
trabajadora por toda Europa. En el Occidente la guerra había
creado condiciones que facilitaron el desarrollo de Estados Unidos-que
había sufrido relativamente pocas pérdidas
como la potencia capitalista dominante.
Además, el Tratado deVersailles de 1919 le abrió
camino a nuevas explosiones. Los términos vengativos que
el imperialismo francés insistió en imponer casi
no pudieron garantizar relaciones estables en el continente europeo.
El derrumbe del imperio austro-húngaro resultó en
la formación de nuevos estados-naciones inestables que
profundas y explosivas rivalidades seccionales habían desgarrado.
Ante todo, el Tratado de Versailles fracasó en crear
una nueva base para restaurar un equilibrio económico nuevo
en Europa. Más bien, la economía capitalista mundial,
a medida que dejaba la guerra atrás, se vio asediada por
el desequilibrio que terminó en el colapso inaudito que
comenzó en Wall Street en octubre, 1929.
Otro factor principal en el resurgimiento de las tensiones
internacionales que condujo a la reanudación de la guerra
mundial en 1939 fue el nuevo papel de Estados Unidos en los asuntos
internacionales.
Aunque Wilson era alabado como el redentor del capitalismo
en Europa (sobre todo después de Estados Unidos entrar
a la guerra y la victoria de la revolución socialista en
Rusia), pronto se hizo evidente a la burguesía europea
que los intereses de Estados Unidos no compaginaban totalmente
con los suyos. La burguesía estadounidense no estaba dispuesta
a aceptar que Europa dominara la política extranjera. Consideraba
que los privilegios que Inglaterra gozaba dentro del marco de
su propio imperio eran una barrera a la expansión de sus
propios intereses comerciales.
Si la continua expansión del poderío estadounidense
hizo trasnochar a los diplomáticos ingleses durante muchas
noches, los representantes más implacables del imperialismo
alemán les causó una gran tensión nerviosa.
En un nuevo análisis de las causas de las guerras mundiales,
The Wages of Destruction, el destacado historiador Adam
Tooze escribe lo siguiente:
"Estados Unidos debería ofrecer el eje principal
de nuestra comprensión del Tercer Reich. Al tratar
de explicar la urgencia de la agresión de Hitler, los historiadores
han menospreciado lo consciente que él estaba acerca del
peligro al que Alemania y el resto de las potencias europeas se
enfrentaban; peligro creado por la evolución de Estados
Unidos como la superpotencia dominante en el mundo. Hitler se
basó en ciertas tendencias económicas contemporáneas
para predecir en la década de los 1920 que a las potencias
europeas sólo le quedaban varios años más
para organizarse contra esta inevitabilidad...
"Por consiguiente, la agresión del régimen
de Hitler se puede racionalizar como una reacción a las
tensiones desatadas por el desarrollo irregular del capitalismo
mundial; tensiones que, claro, todavía existen. [págs.
xxiv-xxv]
El análisis de Trotsky en 1934
Los años después de concluir la Primera Guerra
Mundial fueron el apogeo del pacifismo. Cuando Wilson declaró
guerra contra Alemania en 1917, proclamó que el objetivo
de Estados Unidos era "ponerle fin a todas las guerras".
La Liga de las Naciones, a la cual Estados Unidos rehusó
integrarse, fue creada por los vencedores europeos. En 1927, Francia
y Estados Unidos negociaron el Pacto Kellogg-Brian, el cual declaró
ilegales a todas las guerras. Aún así, las tensiones
internacionales se agudizaron más y más, especialmente
después del colapso de Wall Street, el comienzo
de la depresión mundial, y la desestabilización
política de Europa que resultó de ello; desestabilización
cuya expresión más siniestra fue la toma del poder
en Alemania por el partido nazi de Hitler.
Nadie mejor que Trotsky comprendió con tanta claridad
las insinuaciones de la crisis del capitalismo que se desplegaban.
En junio, 1914, luego de ser exilado de la Unión Soviética
por el reaccionario régimen burocrático de Stalin,
Trotsky escribió lo siguiente:
"Las causas de la última guerra imperialista son
inseparables del capitalismo moderno, y ahora han alcanzado tensiones
infinitamente mayores a las de mediados de 1914. El único
factor que frena las intenciones del imperialismo es el miedo
a las consecuencias de una guerra nueva. Pero la eficacia de este
receso es limitada. Las tensiones de las contradicciones internas
empujan a un país tras otro a tomar el camino del fascismo,
el cual, a su vez, es incapaz de mantenerse en el poder sin preparar
explosiones internas. La guerra le causa pánico a todos
los gobiernos. Pero ningún gobierno tiene la libertad de
elegir. Sin la revolución proletaria, una nueva guerra
mundial es inevitable". [Escritos de León Trotsky
(1933-34), pág. 300]
Igual que en 1914, Trotsky insistió que las tensiones
mundiales se arraigaban en la contradicción "entre
las fuerzas productivas y la estructura del estado nacional, en
conjunto con la contradicción principal entre las fuerzas
productivas y la propiedad privada de los medios de producción..."
[Ibid., pág. 304] Desde el punto de vista político
y económico, la defensa del estado nacional no servía
ninguna función progresista. "El estado nacional con
sus fronteras, pasaportes, sistema monetario, costumbres, aduanas
y el ejército para proteger sus intereses se ha convertido
en un horrible impedimento al desarrollo económico y cultural
de la humanidad". [Ibid., pág. 303]
Con Hitler en el poder, los apologistas liberales y reformistas
de la burguesía imperialista en Inglaterra, Francia, y
Estados Unidos habían comenzado a sostener que la nueva
guerra sería contra las dictaduras. El régimen estalinista
soviético eventualmente adoptó la misma lógica.
Trotsky enfáticamente rechazó esta postura. "Una
guerra moderna entre las grandes potencias", escribió
él, "no significa un conflicto entre la democracia
y el fascismo, sino una lucha entre dos imperialismos para redividir
al mundo". [Ibid., pág. 307]
Fue dentro el contexto de esta perspectiva política
que Trotsky analizó las ambiciones globales de Estados
Unidos. "El capitalismo estadounidense se encuentra ante
los mismos problemas que empujaron a Alemania hacia el camino
de la guerra en 1914. ¿El mundo se encuentra dividido?
Entonces hay que redividirlo. Para Alemania el dilema era como
organizar a Europa'. Pero ahora Estados Unidos debe organizar'
al mundo entero'. La historia está empujando a la humanidad
cara a cara con la explosión volcánica del imperialismo
estadounidense". [Ibid., pág. 302]
Estas palabras fueron proféticas.
El comienzo y el curso de la Segunda Guerra
Mundial
Trotsky insistió que solo la lucha revolucionaria de
la clase trabajadora que resultara en el derrocamiento del capitalismo
podía prevenir la explosión de una nueva guerra
mundial aún más sangrienta que la anterior. Pero
las derrotas de la clase trabajadora en España y Francia-producto
de las traiciones combinadas de las burocracias estalinistas,
socialdemócratas y reformistas-hizo inevitable la guerra,
la cual por fin comenzó el 1ro. de septiembre, 1939.
Igual al 1914, el imperialismo alemán fue el instigador
principal del conflicto, pero las causas de la Segunda Guerra
Mundial, igual que la Primera, eran mucho más profundas.
Trotsky escribió:
"Los gobiernos democráticos en otra época
alababan a Hitler como cruzado contra el bolchevismo, pero ahora
lo ven como si fuera cierto tipo de Satanás que inesperadamente
se fugó del infierno y quien ahora infracta la santidad
de los tratados, de las fronteras, de las reglas y de las regulaciones.
Si no fuera por Hitler, el mundo capitalista florecería
como un jardín. ¡Qué mentira tan miserable!
Este epiléptico alemán con una máquina calculadora
de cerebro y una autoridad sin límites no cayó del
cielo, ni ascendió del infierno. No es nada más
que la personificación de todas las fuerzas destructivas
del imperialismo...Hitler hace estremecer a las viejas potencias
coloniales de pies a cabeza, pero no hace nada más que
darle un matiz más acabado los deseos de los imperialistas
de imponer su voluntad. Por medio de Hitler, el capitalismo mundial,
empujado a la desesperación por haber llegado a su punto
muerto, ha comenzado a enterrar una daga bien afilada en sus propias
entrañas". [Escritos de León Trotsky
(1939-1940), pág. 233]
Por si alguien piensa que Trotsky es injusto con los líderes
que se opusieron a Hitler durante la guerra, vale la pena recordar
las palabras de Winston Churchill. En enero, 1927, poco antes
de convertirse en el primer ministro británico, Churchill
visitó a Roma, donde se reunió con el dictador italiano
Mussolini y escribió las siguientes palabras: "No
pude evitar ser encantado por el simple y dulce porte del Señor
Mussolini, y por su calma y su desenvoltura imparcial ante tantos
problemas y peligros". El fascismo italiano ofrecía
"el antídoto necesario al virus ruso". Churchill
le dijo a los fascistas italianos: "Si yo hubiera sido italiano,
estoy seguro que habría estado de vuestra parte desde el
principio hasta el final de vuestra victoriosa lucha contra los
apetitos y las pasiones bestiales del leninismo". [Citado
en Human Smoke: The Beginnings of World War II, the End of
Civilization, by Nicholson Baker, p. 16.]
Un historiador de la época hizo notar lo siguiente:
"Para muchos conservadores y grupos comerciales, la Alemania
de Hitler y la Italia de Mussolini, ambas dedicadas a ponerle
paro a la expansión del comunismo, eran objetos de cierta
admiración. El resultado fue que hubo una oposición
bastante fuerte-sobre todo en Inglaterra-a una alianza con la
Unión Soviética en contra de las potencias fascistas".
[Frank McDonough, Hitler, Chamberlain and Appeasement (Cambridge
University Press, 2002), pág. 33]
Hitler invadió a Polonia en septiembre, 1939. Dos días
después Francia e Inglaterra le declararon guerra al Tercer
Reich. Después de Hitler completar la conquista de Polonia
en pocas semanas, la Alemania nazi no llevó a cabo ninguna
otra acción militar hasta la primavera de 1940, cuando
los ejércitos alemanes barrieron con toda Europa Occidental.
En junio, 1940, Francia-la amenaza revolucionaria de su propia
clase trabajadora le consternada más que el peligro de
la conquista nazi del país-se rindió.
Stalin se había esperanzado que la guerra con Alemania
se podía evitar por medio de su cobarde y traidor pacto
de no agresión. Pero el régimen fascista siempre
había creído que la destrucción de la Unión
Soviética era el elemento esencial de sus planes para dominar
a toda Europa. En junio, 1941, la invasión alemana de la
URSS comenzó. A pesar de los desastrosos errores de Stalin
y de las enormes derrotas que el Ejército Rojo inicialmente
sufrió, las fuerzas nazis chocaron con una resistencia
inflexible.
El 7 de diciembre, 1941, el ataque japonés contra Pearl
Harbor empujó a Estados Unidos a la guerra. Cuatro
días después-el 11 de diciembre, 1941-Alemania declaró
guerra contra Estados Unidos. Éste reaccionó inmediatamente
y se declaró en guerra contra Alemania. Durante los próximos
tres años y medio, la guerra se llevó a cabo con
una ferocidad implacable, pero debemos enfatizar que la guerra
en Europa Occidental, por lo menos hasta la invasión Aliada
en junio, 1944, era, en términos militares, un espectáculo
relativamente inofensivo comparado con los horrores de la carnicería
de la lucha entre la Alemania nazi y la Unión Soviética.
La guerra en Europa por fin terminó el 8 de mayo, 1945,
con la capitulación incondicional de Alemania nazi solo
una semana después del suicidio de Hitler.
La guerra en Asia continuó por tres meses más,
pero nunca hubo dudas de como iba a terminar. Nunca hubo la más
remota posibilidad que Japón- on una población mucho
más pequeña, una base industrial subdesarrollada
y acceso limitado a materias primas claves-podía prevalecer
contra Estados Unidos. El gobierno de Estados Unidos sabía
muy bien que los japoneses habían buscado, desde la primavera
de 1945, términos aceptables parea rendirse. Pero la tragedia
tuvo que durar hasta su sangriento final. En agosto, 1945, Estados
Unidos bombardeó a Hiroshima y Nagasaki - ciudades indefensas
y de poco significado militar - con dos bombas atómicas.
La cantidad de desaparecidos debido a las bombas llegó
aproximadamente a 150,000. Gabriel Jackson, historiador estadounidense,
observó lo siguiente:
"En las circunstancias específicas de agosto, 1945,
el uso de bombas atómicas mostró que un presidente
de mente sana y elegido democráticamente podía usar
la bomba de la misma manera que el dictador alemán la habría
usado. Así Estados Unidos-para toda persona interesada
en que consiste la conducta moral de diferentes gobiernos-dejó
un poco indefinida la diferencia entre el fascismo y la democracia.
[Civilization and Barbarity in 20th Century Europe, pags.
176-77]
Consecuencias y significado de la Segunda Guerra
Mundial
Si consideramos a la Primera y Segunda Guerras Mundiales como
etapas entrelazadas de un mismo proceso histórico, ¿qué
podemos concluir acerca de la causa y propósito del conflicto
que le costó la vida a aproximadamente 90 millones de gente?
Recordemos que la explosión de la Primera Guerra Mundial
surgió de los antagonismos entre imperialismos que los
poderosos estados capitalistas, insatisfechos con las relaciones
geopolíticas de la época, engendraron. Alemania
en particular estaba descontenta con su posición inferior
en un sistema colonial mundial dominado por Inglaterra y Francia,
poderosos rivales que habían restringido su capacidad para
velar por sus intereses. Al mismo tiempo, Estados Unidos, cuyo
poderío económico insuperable lo llenaba de confianza
y ambición, no estaba dispuesto a aceptar las restricciones
a la penetración de su capital en los mercados extranjeros,
inclusive aquellos bajo la protección del imperio británico.
El fin de la Segunda Guerra Mundial terminó un período
único de conflictos mundiales que habían comenzado
en el alba de la época imperialista hacia finales de los
1890. El intento de Alemania para encontrar su "sitio en
el sol" terminó en derrota decisiva. Igualmente, los
sueños del Japón Imperial de establecer su dominio
en el Pacífico Occidental, China y el sudeste de Asia quedaron
hechos añicos con otra derrota decisiva. Los británicos
y los franceses salieron de medio siglo de carnicería debilitados
desesperadamente, sin suficientes recursos para sostener sus viejos
imperios. En menos de una década después de la Segunda
Guerra Mundial, toda ilusión de que podían seguir
siendo las potencias imperialistas supremas se estrelló
mortíferamente.
En 1954, los franceses sufrieron una derrota devastadora en
Dien Bien Phu a manos de las fuerzas vietnamitas libertadoras,
lo que forzó a Francia a retirarse de Indochina. En 1956,
Estados Unidos forzó al gobierno británico a cancelar
la invasión de Egipto, acción que humilló
públicamente al imperialismo británico y confirmó
su servilismo al imperialismo estadounidense. Como Trotsky había
anticipado décadas anteriores, la lucha entre las potencias
imperialistas principales para dominar al mundo-la redivisión
del mundo que le costó la vida a decenas de millones de
seres humanos-había terminado con la victoria del imperialismo
estadounidense.
Después de la Guerra
El mundo que surgió en 1945, luego de la carnicería
de las dos guerras, fue enormemente distinto al del 1914. Aunque
Estados Unidos había reemplazado a una Inglaterra arruinada
como la potencia imperialista preeminente, éste no pudo
crear de nuevo el antiguo imperio británico en su propia
imagen. La época de imperios coloniales, por lo menos en
la forma que habían previamente existido, había
mordido el polvo.
En un hecho histórico lleno de ironía, Woodrow
Wilson pronunció su mensaje de guerra al Congreso en abril,
1917, justamente cuando Vladimir Ylyich Lenín viajaba para
regresar a la Rusia revolucionaria. Dos grandes líneas
históricas se interceptaron en ese momento. El discurso
de Wilson estableció el principio de Estados Unidos como
fuerza imperialista dominante del planeta. La llegada de Lenín
en Rusia marcó el comienzo de una enorme ola de luchas
de las masas por el socialismoy en contra del imperialismo
que barrió con todo el globo terráqueo.
Ya para cuando Estados Unidos había triunfado sobre
Alemania y Japón en 1945, cientos de millones de gente
se rebelaban en contra del yugo imperialista. La tarea de Estados
Unidos era ponerle freno a la ola de luchas revolucionarias. No
es posible, dentro del marco establecido por este análisis
general, ofrecer siquiera un bosquejo de los desarrollos que sucedieron
después de la guerra. Ello necesitaría por lo menos
una explicación de la dinámica política de
la llamada "Guerra Fría", la cual definió
la política internacional entre 1945 y 1991.
No obstante, al finalizar esta charla, me es necesario enfatizar
que Estados Unidos consideró que la disolución de
la Unión Soviética en 1991 por fin le presentaba
la oportunidad de establecer la hegemonía incuestionable
del imperialismo estadounidense.
En 1992, los militares de Estados Unidos adoptaron una doctrina
estratégica que no le permitiría a ningún
país desafiar el dominio mundial de Estados Unidos. En
2002, a esta expansiva doctrina militar se le añadió
otro elemento: la doctrina de la "guerra preventiva",
la cual declaró que Estados Unidos reservaba para sí
el derecho a atacar a todo país que sospechaba de presentar
la posibilidad de un peligro a su seguridad. Esta nueva doctrina
tenía un blanco específico: China, a la que se le
advirtió que no expandiera sus fuerzas militares.
Debería señalarse que, desde el punto de vista
del derecho internacional, la nueva doctrina de los militares
estadounidenses es ilícita. Los precedentes jurídicos
de los Juicios de Nuremberg sobre los Crímenes de Guerra
establecieron que las guerras no son instrumentos legítimos
de la política de los gobiernos, y que la guerra preventiva
es ilegal. El ataque militar de una nación contra otra
es legítimo solamente si existe un peligro. En otras palabras,
la acción militar se puede justificar solamente como medida
urgente para la defensa nacional. El ataque contra Irak, que siguió
por solo pocos meses la promulgación, en 2002, de la doctrina
de la guerra preventiva, fue un crimen de guerra. Si a Estados
Unidos se le hubiere hecho responsable bajo las pautas establecidas
en Nuremberg en 1946, Bush, Cheney, Rumsfeld, Powell y muchos
otros habrían sido llevados a los tribunales de la justicia.
The lessons
La cuestión crítica que ineludiblemente proviene
de todo análisis de la Primera y Segunda Guerras Mundiales
es catástrofes similares podrían suceder de nuevo.
¿Fueron las guerras del Siglo XX una aberración
horrorosa de la trayectoria "normal" del desarrollo
histórico? ¿Es posible imaginar el resurgimiento
de disputas y antagonismos internacionales que podrían
desatar la Tercera Guerra Mundial?
La respuesta a esta pregunta no requiere especulaciones improbables.
La verdadera pregunta no es tanto acerca de una nueva explosión
de guerra mundial, sino acerca de cuanto tiempo nos queda antes
de que suceda semejante catástrofe. Y como corolario de
la segunda pregunta, la próxima y más decisiva pregunta
es si se puede hacer algo antes de que ésto ocurra.
Cuando especulan acerca del peligro de guerra, mantengan en
mente que Estados Unidos repetidamente ha participado en conflictos
militares de gran importancia desde 1990, cuando primero invadió
a Irak. Durante la última década, ha conducido guerras
importantes en los Balcanes, el Golfo Pérsico y Asia Central.
De una manera u otra, todas estas guerras han tenido mucho que
ver con los esfuerzos para asegurar la posición mundial
dominante Estados Unidos.
Es de gran significado que la expansión del militarismo
de Estados Unidos ahora toma lugar contra un telón en que
su posición económica mundial sigue deteriorándose
a paso seguro. Desde el punto de vista de la economía,
mientras más débil Estados Unidos, más tiende
a contrarrestar esta flaqueza por medio de la fuerza militar.
En este respecto, existen paralelos muy perturbadores a la política
del régimen nazi hacia finales de la década de los
1930.
Además, hay que mantener en mente la Doctrina Estratégica
de 2002, pues Estados Unidos se enfrenta a una cantidad cada vez
mayor de potencias cuyo desarrollo económico-militar los
estrategas del Departamento de Estado [Ministerio de Relaciones
Exteriores] y el Pentágono consideran como amenazas bastante
serias. A medida que el equilibrio general se aleja de Estados
Unidos a favor de varios competidores globales (proceso acelerado
por la crisis económica que estalló en 2008, que
sigue desplegándose), hay una tentación aún
mayor para usar la fuerza militar y así poner en reversa
las tendencias económicas desfavorables.
En último lugar, recordemos que la Primera y la Segunda
Guerra Mundiales fueron consecuencia de la desestabilización
del antiguo orden imperialista dominado por Inglaterra y Francia
que resultó del desarrollo de nuevos competidores. No es
improbable, pues, que el orden internacional de hoydominado
por un Estados Unidos ya asediado por crisis internas y en apuros
para mantener su dominio global-se venga abajo debido la presión
que ejercen las potencias en desarrollo (China, India, Rusia,
Brasil, y la Unión Europea), quienes no están satisfechos
con los acuerdos en vigencia.
Añadamos a eso las tensiones cada vez mayores dentro
de ciertas regiones; tensiones que en cualquier momento amenazan
con estallar en enfrentamientos militares; enfrentamientos que
podrían provocar la intervención de fuerzas externas
y conducir a una conflagración mundial. Sólo hay
que recordar la tensa situación que surgió durante
el verano de 2008 como resultado del conflicto entre Georgia y
Rusia.
En otras palabras, el orden mundial es un polvorín.
No es necesariamente el caso que las clases gobernantes quieran
la guerra. Pero tampoco necesariamente pueden detenerla. Como
Trotsky escribiera en vísperas de la Segunda Guerra Mundial,
los regímenes capitalistas se deslizan como por un trineo
hacia el desastre con los ojos cerrados. La lógica demente
del imperialismo y del sistema capitalista de naciones-estados-el
impulso para asegurar el acceso a los mercados, las materias primas
y una mano de obra barata; la búsqueda implacable por las
ganancias y la riqueza personal-inexorablemente conducen a la
guerra.
Entonces, ¿qué le puede detener? La historia
nos enseña que la maquinaria aterradora del imperialismo
sólo puede frenarse con la intervención activa y
consciente de las masas de los pueblos del mundo-y sobretodo de
la clase trabajadora-en el proceso histórico. No hay manera
de detener la guerra imperialista sino es con la revolución
socialista internacional. En este sentido, las guerras imperialistas
y la revolución mundial socialista son la reacción
al punto muerto histórico del capitalismo de clases sociales
diferentes y mutuamente opuestas.
En 1914, Lenín, al oponerse a la traición de
la Segunda Internacional, declaró que la época imperialista
es la época de guerras y revoluciones. Es decir, las contradicciones
económicas, sociales y políticas que engendraron
el imperialismo a nivel mundial también crean las bases
objetivas para la revolución socialista internacional.
La explosión de la revolución en Rusia en 1917 confirmó
lo correcto del análisis de Lenín en cuanto a la
situación mundial.
A pesar de todos los cambios que han sucedido desde el comienzo
de la Primera Guerra Mundial 95 años atrás y de
la Segunda hace 70 años, todavía vivimos en la época
imperialista. La humanidad, por lo tanto, se encuentra ante grandes
dilemas: ¿Podrá contrarrestar el desarrollo de la
consciencia política de la clase trabajadora las tendencias
destructivas cumulativas del imperialismo? ¿Podrá
la clase trabajadora desarrollar suficiente consciencia política
a tiempo antes de que el capitalismo y el sistema imperialista
de estados-naciones lleven a la humanidad al abismo?
Estas no son cuestiones puramente académicas. Su planteo
exige una respuesta activa; respuesta que no saldrá de
los salones de clase, sino del verdadero conflicto de fuerzas
sociales. La lucha decidirá el asunto. Hasta cierto punto
decisivo, el resultado de esta lucha habrá sido consecuencia
del desarrollo de la consciencia revolucionaria; es decir, socialista.
La lucha contra las guerras imperialistas encuentra su mayor expresión
en los esfuerzos por desarrollar una nueva dirigencia política
de la clase trabajadora.
Solo pocos meses después del comienzo de la Segunda
Guerra Mundial- catástrofe que fue posible por las traiciones
de las burocracias reaccionarias estalinistas, socialdemócratas
y laborista-reformistas-Trotsky, político realista supremo,
escribió lo siguiente:
"El mundo capitalista no tiene salida a menos que también
tenga una prolongada agonía de muerte. Es necesario prepararse
para años largos, para no decir décadas, de guerras,
sublevaciones, breves interludios de treguas, nuevas guerras y
nuevas sublevaciones. Un partido revolucionario joven debe basarse
en esta perspectiva. La historia le ofrecerá bastantes
oportunidades y posibilidades para ponerse a prueba a sí
mismo, acumular la experiencia y madurar. Mientras más
rápido se amalgamen las filas del partido de vanguardia,
más corta será la época de convulsiones sangrientas.
En todo caso, el gran problema histórico no se va a resolver
hasta que un partido revolucionario se ponga a la vanguardia del
proletariado. La cuestión de ritmo e intervalos de tiempo
es de gran importancia, pero no altera ni la perspectiva general
histórica ni la dirección de nuestra política.
La conclusión es simple: es imperante llevar a cabo la
labor de educar y organizar al proletariado con un vigor diez
veces mayor. Ésta es precisamente la tarea de la Cuarta
Internacional". [Escritos 1939-1940, págs.
260-261]
Este análisis, escrito durante una fase inferior de
la crisis global imperialista, reverbera hoy día. Lo que
está en juego es la sobrevivencia de la civilización
humana. Sobre todo, es la responsabilidad de la juventud ponerle
paro a la trayectoria de guerra y asegurar el futuro de la humanidad.
Por eso he de terminar esta charla exhortándolos a que
ingresen al Partido Socialista por la Igualdad.
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