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La respuesta socialista al desempleo y la pobreza
Por Jerry White
26 Octubre 2009
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el autor
La formación de una fila compuesta por decenas de miles
de personas, el miércoles 7 de octubre, buscando asistencia
de vivienda en Detroit es uno de esos eventos que bruscamente
revelan la realidad social en los Estados Unidos, la cual es ignorada
y escondida por los medios de comunicación y el establecimiento
político.
Los trabajadores desempleados, las jóvenes madres con
niños pequeños, los discapacitados, la gente de
mayor edad y los jóvenes desempleados que hicieron la cola
en el centro de Detroit le dieron un rostro humano a las crecientes
estadísticas de pobreza y desempleo, dándole una
imagen a la sorprendente escala de la crisis social en los EE.UU.
El evento también sirvió para resaltar la enorme
discrepancia entre las necesidades sociales y las irrisorias medidas
de "recuperación" del gobierno de Obama.
Unas 80,000 personas aplicaron para obtener ayuda para sus pagos
de servicio de agua, gas y luz -representando aproximadamente
un tercio de todos los hogares en la ciudad- sin embargo, los
míseros 15 millones de dólares en ayuda proveídos
bajo el programa de estímulo de Obama fue tan sólo
capaz de servir a 3,500 hogares.
Después de años de des-industrialización,
culminando en la decisión de Obama de obligar a General
Motors y Chrysler a declararse en bancarrota, la tasa oficial
de desempleo en Detroit ha alcanzado el nivel de la Gran Depresión
de un 29 por ciento. Casi la mitad de los niños de la ciudad
están creciendo en la pobreza.
Tan sólo dos semanas atrás, miles de habitantes
de Detroit hicieron una cola por horas en el Michigan State Fairgrounds
donde la compañía regional de energía anunció
que estaba ofreciendo ayuda a arrendatarios y propietarios que
tenían problemas de pago.
Mientras que la demanda por servicios incrementa cada día,
la ciudad está al borde de la bancarrota, habiendo recibido
sólo una miseria en ayuda federal. El mismo día
en que miles de personas tuvieron que hacer colas en el centro
de la ciudad, el alcalde de Detroit David Bing anunció
planes para recortar 500 millones de dólares en gastos
durante los dos próximos años.
Esta crisis no es única a Detroit. A nivel nacional,
desempleo ha subido a 9,8 por ciento -el más alto en una
generación- y alrededor de 15 millones de personas están
fuera de trabajo, casi el doble del número que existía
cuando la recesión comenzó en Diciembre del 2007.
Cada vez más alrededor de la nación se reproducen
escenas como las de Detroit. En California, Texas y otros estados,
decenas de miles esperaron en filas para recibir atención
gratuita en clínicas médicas y dentales. Con seis
trabajadores desempleados por cada trabajo disponible, resulta
cada vez más común ver largas colas cuando un empleador
anuncia la oportunidad de unos pocos trabajos disponibles. En
los vecindarios obreros alrededor del país, los trabajadores
están perdiendo sus hogares, con una orden de reposesión
ocurriendo cada 13 segundos.
Frente a este desastre, Obama apenas puede esconder su indiferencia
y desprecio por aquellos que están siendo devastados por
la crisis económica. "El empleo", él
remarcó casualmente la semana pasada, es un "indicador
económico retrasado". Para la Casa Blanca, y su
camarilla de consejeros de Wall Street, la preocupación
primordial es continuar la recuperación del mercado bursátil
y proteger la riqueza de la aristocracia financiera.
La Casa Blanca ha rechazado por completo cualquier medida que
rápidamente pudiese crear trabajos para los desempleados,
tales como programas de obras públicas financiados por
el gobierno.
¿Cuáles son las prioridades de este gobierno?
Cuando se trata de la aristocracia financiera, no hay límite
a los recursos que el gobierno pueda proveer. Trillones del tesoro
público han sido entregados a los banqueros y comerciantes
cuyas estafas y ganancias excesivas precipitaron la crisis económica.
Con la confianza de que son "demasiado grande para que
fracasen", los mayores bancos y las casas de inversión
han reanudado sus juegos de apuesta, esta vez con dinero de contribuyentes
y están preparándose para distribuirse bonos récords
de fin de año.
Para pagar el crecimiento explosivo en el déficit federal,
el gobierno se ha embarcado en un programa de austeridad y ataques
a programas públicos como Medicare y Medicaid. Con su ataque
a los trabajadores de General Motors y Chrysler, la Casa Blanca
encabezó una campaña para reducir permanentemente
los salarios y beneficios de los trabajadores y aumentar la rentabilidad
de las corporaciones estadounidenses.
Mientras que rescata financieramente a Wall Street y ataca
a la clase trabajadora en la nación, el gobierno Obama
realiza guerras imperialistas en el exterior para apropiarse de
los recursos del Medio Oriente y Asia Central.
Estas no sólo son las prioridades de un individuo, sino
de la clase social que Obama y los Demócratas y Republicanos
representan por igual. La oligarquía financiera que domina
a los Estados Unidos tiene el propósito de hacer pagar
a la clase trabajadora por la bancarrota de su sistema: el capitalismo.
Después de años de oir a los defensores del sistema
de ganancias capitalista de que el desempleo y la pobreza son
problemas esencialmente personales, eventos como las colas en
Detroit muestran que estos son problemas sociales, vinculado con
la manera irracional y desigual en que la sociedad está
organizada. Bajo el sistema capitalista, los adinerados se enriquecen
a sí mismos a través del empobrecimiento de la vasta
mayoría de personas en el planeta.
La crisis económica actual es una demostración
del fracaso del sistema capitalista. Debe ser reemplazado por
un sistema cuyas prioridades son determinadas por necesidades
sociales y no por el enriquecimiento personal de una élite
parasítica: un sistema basado en la igualdad social y el
control democrático de la vida económica por la
clase trabajadora, quienes componen la vasta mayoría. Debe
ser reemplazado, en otras palabras, por el socialismo.
Mientras el primer aniversario de la elección de Obama
se aproxima, la decepción con el presidente Democrático
se está volviendo cada vez más en enojo y amargura
hacia todo el sistema político. Hay una creciente comprensión
de que los trabajadores fueron víctimas de un engaño
por el candidato del "cambio que puedes creer"
y que esta administración está dispuesta a defender
los intereses de los ricos y los súper-ricos tan despiadadamente
como su predecesor Republicano.
Pero si los trabajadores desean detener el asalto del gobierno
y de las corporaciones, ellos deben tomar las cosas por sus propias
manos. El Partido Socialista por la Igualdad hace un llamado por
la organización de comités de fábrica, centros
de trabajo y de los vecindarios para luchar contra los cierres,
los despidos y los recortes de los servicios sociales y oponerse
hacia todos los desalojos y reposesión de hogares. Tales
luchas deben ser organizadas independientemente de los aparatos
sindicales, como el United Auto Workers. Estas organizaciones
subalternas a las corporaciones concentran sus esfuerzos en reprimir
la lucha de la clase trabajadora.
La lucha para defender las necesidades sociales más
básicas -los trabajos, la vivienda, la asistencia médica,
la educación- es sobretodo una lucha política, que
puede ser resuelta sólo por la clase trabajadora rompiendo
con y oponiéndose a Obama y ambos partidos de los grandes
negocios y avanzando sus propios intereses sociales y de clase.
Si las necesidades de la sociedad deben tomar precedencia sobre
los intereses egoístas y destructivos de la clase dirigente,
entonces la clase trabajadora debe tomar el poder político
y económico en sus propias manos. Sólo de esta manera
la garra de la aristocracia financiera puede ser partida y la
riqueza creada por la clase trabajadora puede ser usada para acabar
con la pobreza y levantar el nivel cultural y material de la sociedad
en conjunto.
El Partido Socialista por la Igualdad hace un llamado por la
confiscación de los trillones despilfarrados en los bonos
y paquetes de pago a los ejecutivos de Wall Street y el levantamiento
de un fondo público para tratar la crisis social que confronta
la clase trabajadora. El dinero debe ser usado para garantizar
sueldos y salarios, beneficios médicos y vivienda para
los desempleados hasta que reanuden sus trabajos. Hacemos un llamado
por la prohibición de todas las reposesiones y desalojos
de viviendas y los cortes de servicios de agua, gas y luz.
Abogamos por un programa multimillonario de trabajos públicos
para darle trabajo a los desempleados, reconstruir las ciudades
y reparar la infraestructura social. Los desempleados deben ser
contratados para construir nuevas escuelas, hospitales, parques,
museos y sistemas de transportación pública.
Los principales sectores de la economía -la industria
básica, las finanzas, las telecomunicaciones- deben ser
retirados de manos privadas y puestas bajo el control público
de la clase trabajadora para que así la decisión
económica sea llevada democráticamente de acuerdo
a los intereses de las personas ordinarias, en vez de la élite
adinerada.
Los eventos en Detroit envían una señal que los
trabajadores en los EE.U., y sus contrapartes a través
del mundo, están entrando en un nuevo período de
lucha de clases. Las batallas por venir deben ser preparadas y
proveídas con una nueva perspectiva y liderazgo socialista.
Urgimos a todos aquellos que estén de acuerdo con estas
políticas y esta perspectiva a que se una y ayuden a construir
el Partido Socialista por la Igualdad.
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