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Bush, Clinton y los crímenes del imperialismo yanqui
en Haití
Por Patrick Martin
19 Enero 2010
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Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 18 de enero, 20010.
El gobierno de Obama ha anunciado que los ex presidentes Bill
Clinton y George W. Bush encabezarán la recaudación
de fondos destinados a los esfuerzos de auxilio en Haití
luego del terremoto. En su discurso por la radio el sábado,
Obama declaró que "estos dos líderes la envían
un mensaje inequívoco al pueblo haitiano y al mundo. En
el momento de la necesidad, los Estados Unidos se mantiene unido".
El mensaje del nombramiento de Clinton y Bush tiene un verdadero
significado, pero no el que la Casa Blanca y la prensa estadounidense
sugieren. Al seleccionar a sus dos predecesores inmediatos, ambos
responsables por la política de Estados Unidos en el Caribe
desde 1993, Obama muestra que la devastadora tragedia humana de
Haití no causará el menor cambio en la rapacidad
del imperialismo yanqui en ese país semi colonial tan pobre.
Durantes los ocho años de presidencia de cada uno,,
Clinton y Bush estuvieron envueltos en una serie artimañas
políticas e intervenciones militares en Haití que
en gran parte causaron la perpetuación de la pobreza, el
atraso y la represión que tanto han complicado el desastre
que azotó al país el martes pasado. Ambos hombres
tienen las manos bañadas de la sangre de los trabajadores
y campesinos haitianos.
Clinton asumió el poder justamente luego del golpe militar
que sacó del gobierno al clérigo populista, Jean-Bertrand
Aristide, quien había sido el primer presidente del país
elegido democráticamente. Fue el gobierno del padre de
Bush hijo que respaldó y apoyó el golpe al creer
que Aristide era superfluo y un posible radical.
El nuevo gobierno del Partido Demócrata emprendió
un nuevo cambio de táctica en su política. Clinton
impuso sanciones económicas contra la junta haitiana que
destruyeron las nacientes industria exportadoras. Entonces despachó
a los marinos de guerra a Haitípor tercera vez en
el Siglo XXpara obligar a Raoul Cedras, dirigente de la
junta, a abandonar el país. Estados Unidos restauró
Aristide a la presidencia luego de éste asegurar que no
haría nada para desafiar el dominio de Washington o de
la clase gobernante haitiana criolla, y que dejaría el
gobierno en 1996 son tratar de ser reelegido.
Luego de Aristide obedientemente salir del gobierno a la hora
programada, fue seguido por René Préval, quien sirvió
el primero de sus dos plazos como presidente de 1996 a 2001, pero
no sin poner en práctica el programa de "ajuste estructural"
dictado por el Fondo Monetario Internacional (FMI); programa que
redujo los empleos y los serevicios públicos drásticamente
y a la vez arruinó a los granjeros de arroz del país.
Cuando el Partido Fanmi Lavalas de Aristide ganó
una victoria bien clara en mayo del 2000, el gobierno de Clinton
y el Congreso controlado por los Republicanos rehusaron aceptar
los resultados de las elecciones y cancelaron toda ayuda al país.
El mismo Aristide regresó a la presidencia luego de ganar
una victoria aplastante en noviembre del 2000. Pero ahora éste
se vio cara a cara con el enemigo implacable del gobierno de Bush
que entraba al poder.
Por tres años, Haití fue puesto sistemáticamente
en un estado de inanición debido a la cancelación
de ayuda y otras medidas tomadas por Bush para bloquear toda asistencia
internacional y aislar al gobierno de Aristide. Por fin, en febrero
del 2004, en medio de manifestaciones fomentadas por la clase
gobernante de Haití con el apoyo secreto de Estados Unidos,
las fuerzas militares yanquis de nuevo intervinieron en el país.
Arrestaron a Aristide y lo enviaron al exilio.
Los marinos efectivamente le entregaron el control del país
a una fuerza de paz de la organización de las naciones
Unidas (ONU). Fue Brasil el país que brindó el mayor
contingente de tropas a la fuerza de paz, la cual funcionó
como columna de apoyo a toda una serie de primeros ministros no
elegidos hasta las elecciones de 2006, de las cuales los candidatos
del Partido Fanmi Lavalas fueron excluidos su mayoría.
René Préval fue elegido presidente por segunda vez
por un plazo que sólo duraría hasta fines de año.
En el pasado, Préval había apoyado a Aristide y
declarádose su "gemelo" político, pero
hace tiempo que hizo sus paces con Washington y con la clase gobernante
haitiana. Su segundo plazo se caracterizó por su exagerado
servilismo a los dictados económicos de Wall Street
y el Fondo Monetario Internacional.
Durante los dos reinos enteros de Clinton y Bush, Estados Unidos
exigió obediencia absoluta a las medidas de austeridad
dictadas por el FMI e instigó un programa de represión
contra los haitianos que trataban de escapar de su país
natal para refugiarse y buscar una vida mejor en Estados Unidos.
En su primera campaña para la presidencia, Clinton criticó
la persecución y la repatriación forzada de los
refugiados haitianos, pero se fue de retaguardia y dejó
esa política inalterada. Durante los próximos 17
añosy sin ningún cambio por parte de Obamacientos
de refugiados han muerto en botes pequeños que tratan de
evadir el bloqueo puesto en práctica por los guardacostas
de Estados Unidos.
Más reciente aún, Clinton ha sido el enviado
oficial de la ONU en Haití y ha apoyado al régimen
de Préval con tal de desarrollar a Haití como base
para la industria textil bajo el control de Estados Unidos; industria
que produce superganancias debido a los bajos salarios de hambre
que ofrece. En abril de 1998, ocurrieron disturbio acerca de la
falta de alimentos, pero ni eso previno que Préval bloqueara
proyectos de ley que aumentaran el salario mínimo de US$1.72
al día para los trabajadores en las fábricas de
ropa.
Es un insulto a los pueblos de Haití y Estados Unidos
que George W. Bush ha sido nombrado como co líder de esta
presunta campaña humanitaria. Este nombramiento mantiene
los esfuerzos sostenidos e inagotables de Obama, por lo menos
desde su elección {resultado del odio popular contra Bush
y su partido), para rehabilitar a los Republicanos.
Bush es un criminal de guerra que no se arrepiente, responsable
de la matanza de un millón de iraquíes. El apogeo
de sus "éxitos" dentro del país fue el
fracaso abyecto de su gobierno en prevenir la destrucción
de New Orleans y la Costa del Golfo por el Huracán
Katrina o siquiera luego montar un programa efectivo de ayuda
y recuperación.
Esta es las historia de los dos hombres que Barack Obama ha
seleccionado como las caras pública de la última
iniciativa de los Estados Unidos en Haití. Bush y Clinton
aparecieron ante la prensa varias veces este último fin
de semana, inclusive en entrevistas en los cinco programas de
noticias dominicales en los cuales enfatizaron la necesidad de
restaurar "la estabilidad" en Haití y el papel
tan importante que Estados Unidos tendría que jugar en
semejante esfuerzo.
Bush y Clinton personifican el pérfido papel reaccionario
que el imperialismo yanqui ha jugado en Haití durante el
último siglo. No es una exageración decir que la
política de ambos gobiernos causaron tantas muerte y destrucción
en ese país como el terremoto del martes pasado.
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