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La Lucha de Clases estalla en Sudáfrica
Por Ann Talbot
9 Septiembre 2010
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el autor
La huelga de 1,3 millones de trabajadores de servicio público
en Sudáfrica representa un significativo aumento de la
lucha de clases internacional como una respuesta a la recesión
global y las medidas de austeridad que los gobiernos han adoptado
a través del mundo. Expresa la contradicción fundamental
que yace entre los intereses de la clase trabajadora y de todos
los gobiernos que defienden al sistema capitalista.
Esto fue claramente demostrado en el caso del Congreso Nacional
Africano (CNA), el cual llegó al poder con el apoyo de
un movimiento popular de masas.
Ningún gobierno ha disfrutado tanto de un período
de buena como el CNA desde su llegada al poder en 1994 bajo la
presidencia de Nelson Mandela, luego de acabar con el sistema
del apartheid y prometer una"Nación del Arco Iris"
en la cual la población entera compartiría los beneficios
económicos del país minero. En vez de que estas
promesas se vuelvan realidad, se ha ampliado la división
entre los ricos y los pobres; entretanto una minúscula
capa de hombres de negocios, que son socios del CNA, se han vuelto
millonarios. El"Otorgamiento de Poderes Económico
a los Negros" ha dejado a la mayoría de los partidarios
del gobierno viviendo en distritos segregados y áreas rurales
que carecen de los servicios más esenciales.
Las tensiones de clase se han ido desarrollando por varios
años. Entretanto, el CNA ha ido continuando las políticas
de libre mercado que resultaron en el creciente desempleo y el
fracaso de satisfacer las necesidades de la mayoría de
la población. El presidente Jacob Zuma derrocó al
sucesor de Mandela, Thabo Mbeki, prometiendo proveer trabajos,
viviendas y servicios. Sin embargo, él ha continuado las
mismas políticas a favor de los negocios que han resultado
en la creciente desilusión y el enfado que se ha desatado
en la actual acción huelguista.
Lo que comenzó como una disputa dentro de la acostumbrada
ronda de remuneración anuales, en la que los empleados
públicos exigieron una alza de paga y pensiones semejantes
como las obtenidas por otras secciones de trabajadores, ahora
amenaza con paralizar la economía Sudafricana. Se dice
que la huelga debe estar costando mil millones de rands o $135,
5 millones al día.
La huelga ha colocado a la clase trabajadora en un directo
conflicto con el gobierno del CNA y el estado sudafricano: la
policía ha usado balas de caucho y cañones de agua
contra los huelguistas, las cortes han condenado a secciones de
trabajadores que participan en la huelga, y se ha desplegado al
ejército en hospitales. El gobierno y una servicial prensa
han lanzado una campaña de satanización en contra
de los huelguistas. Los ministros del gobierno han acusado a los
trabajadores de hospitales de"homicidio".
El gobierno está determinado en quebrar la huelga y
hacer un ejemplo de los trabajadores del servicio público.
La acción ha tomado una dimensión política,
algo que es reconocido por el gobierno, el cual contempla que
su credibilidad está en riesgo.
Políticos de oposición de la Alianza Democrática
están exigiendo saber si son el gobiernos o los sindicatos
los que controlan a Sudáfrica. Pero algo mucho más
fundamental es el hecho de que los bancos mundiales y los especuladores
están viendo si el CNA tiene la necesaria resolución
para lidiar de una manera decisiva con la clase trabajadora.
Lo que la clase dirigente teme es que la mayoría de
la población, que no está organizada en sindicatos,
pueda empezar a movilizarse y que una insurgencia de masas, como
aquella que puso fin al apartheid, pueda estallar. Un 50 por ciento
de jóvenes se encuentran desempleados. Las condiciones
existen para una explosión social y una prolongada huelga
de sector público pueda encenderla.
Líderes sindicales como Zwelinzima Vavi, el Secretario
General de la Confederación de Sindicatos Sudafricanos
(CSS), han criticado a los ministros gubernamentales, empleando
su retórica izquierdista en un intento de retener el liderazgo
de la huelga. Ellos son concientes del nivel de enfado que hay
entre sus miembros y se encuentran desesperados por llevar la
huelga a una conclusión antes de que pierdan el control.
Ellos retrasaron la huelga después de que terminara la
Copa Mundial y, en un inicio, recomendaron a los trabajadores
de servicios públicos que aceptaran el ofrecimiento del
gobierno. Se encuentran tan desesperados por negociar con los
más altos niveles del gobierno que han pedido a Zuma que
retorne de su viaje a China para que puedan negociar con él.
La oposición del CSS al gobierno es puramente retórica.
El CSS sigue siendo una parte de la alianza tripartita entre el
CNA y el Partido Comunista Sudafricano (PCS), alianza que ha mantenido
al gobierno en poder por la pasada década y media. Los
trabajadores sudafricanos han ganado una democracia parlamentaria
formal, pero no hay nada verdaderamente democrático sobre
un gobierno que pone la defensa de las ganancias privadas por
encima de los derechos de los trabajadores a un estándar
decente de vida.
Nuevamente, se están volviendo a abrir amplias fisuras
en el movimiento nacional sudafricano debido a la reemergencia,
bajo el impacto del fracaso global del sistema capitalista, de
los fundamentales conflictos de clase de inmensa fuerza. Estos
son respuesta al intento del gobiernos de llevar a cabo las demandas
de los mercados internacionales en medio de la competencia con
otras economías emergentes como Brasil, Rusia, India y
China. Cada vez más, los trabajadores sudafricanos entran
en conflicto con sus propios líderes sindicales y el PCS,
quienes insisten que la alianza tripartita debe ser mantenida.
La presencia del CSS y el PCS en la coalición gubernamental
ha ayudado a mantener la ficción de que el CNA es en algún
sentido una organización que refleja los intereses de la
clase trabajadora. Es un movimiento nacionalista burgués
que defiende los intereses de la clase capitalista. Su carta de
fundación declara explícitamente su intención
de crear una Sudáfrica capitalista: una, en la cual los
hombres de negocios de raza negra puedan tomar parte en explotar
a la clase trabajadora lado a lado con sus contrapartes de raza
blanca, y aquello es lo que precisamente ha hecho y continua haciéndolo.
El PCS le dio al CNA una cubierta de izquierda al asegurar
que el socialismo puede ser alcanzado en Sudáfrica sólo
a través de un proceso de dos etapas, en la que se debía
lograr primero un mandato de las mayorías. En una siguiente
etapa, el estalinista PCS aseguró, sería posible
comenzar la lucha por el socialismo. Los trabajadores por lo tanto
han tenido que subordinar sus intereses de clase a la lucha nacional
hasta que haya un estado democrático.
Los estalinistas condenaron el programa marxista de la Revolución
Permanente que insiste en que la clase trabajadora organice su
propio movimiento revolucionario independiente y asegure su liderazgo
de las masas campesinas en oposición a la burguesía
nacional bajo la base de un programa socialista e internacionalista.
Como León Trotsky insistió, las tareas democráticas
que confrontan los países oprimidos como Sudáfrica
sólo puede ser resueltas en el curso de una revolución
socialista y el establecimiento de un estado obrero.
La erupción abierta de la lucha de clases en Sudáfrica,
donde se contraponen millones de trabajadores con el gobierno
nacionalista burgués del CNA, demuestra de manera conclusiva
que el único camino para completar la revolución
democrática y resolver las cuestiones profundamente arraigadas,
como la distribución de la tierra y la provisión
de servicios esenciales, es a través del derrocamiento
del sistema de ganancias y la organización de la producción
bajo la base de la necesidad social y no de las ganancias privadas.
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