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La crisis del euro
Por Peter Schwarz
1 Diciembre 2011
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Desde comienzos de este año, apenas pasa un mes sin
que de países europeos llamen a una reunión cumbre
para determinar nuevas medidas para salvar el euro. Ahora se aproxima
el fin del año, y la crisis del euro es mayor que nunca.
La creación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera
(FEEE); su aumento y apalancamiento; la adquisición de
bonos del estado por parte del Banco Central Europeo; las duras
medidas de austeridad en España, Grecia, Portugal, Italia
y Francia; el control del presupuesto griego por la troika compuesta
por la UE, el Banco Central Europeo y el FMI; los cambios de gobierno
en Portugal, Grecia, Italia y Españatodas esta medidas,
que han acaparado los titulares en los últimos meses, han
sido incapaces de detener la arremetida de los mercados financieros.
Por el contrario, los mercados han entrado en pánico.
La crisis de la deuda se ha trasladado de la periferia de la
eurozona a su núcleo. Después de Grecia, Irlanda
y Portugal, España, Italia e incluso Francia tienen que
pagar intereses tan altos por sus bonos del estado que ya no pueden
escapar la trampa de la deuda. El miércoles, una venta
de 6 mil millones en bonos alemanes no encontró
compradores. Los analistas comentaron que ésta era una
medida de censura para toda la eurozona.
Muchos expertos ya no creen que el euro pueda sobrevivir en
su forma actual. Una encuesta de Reuters a 20 destacados académicos,
legisladores y líderes empresariales reveló que
sólo seis creían que la unión cambiaria sobreviviría.
Otros 10 veían como alternativa posible la institución
de una nueva eurozona núcleo con menos miembros.
El colapso de la eurozona tendría consecuencias sociales
y económicas desastrosasen este punto los expertos
están de acuerdo. El continente se hundiría en revueltas
sociales y conflictos nacionales similares a los de la primera
mitad del siglo pasado.
Dentro de este contexto, las tenciones nacionales dentro de
Europa están en aumento. Francia e Italia, con el apoyo
de Gran Bretaña y los Estados Unidos, favorecenla emisión
de bonos europeos comunes (eurobonos) y la entrega ilimitada de
fondos del BCE a los países endeudados para satisfacer
el apetito insaciable de los mercados financieros. Alemania rechazó
categóricamente la propuesta, insistiendo en que cada país
debe reestructurar su propio presupuesto con duras medidas de
austeridad, incluso si esto conllevacomo en el caso de Greciaa
la recesión y la ruina.
Cuando el presidente de la Comisión Europea José
Manuel Barroso presentó sus propios planes para los eurobonos
el miércoles en Bruselas, la reacción en Berlín
fue histérica. La prensa estaba furiosa con la provocación
de Barroso, y la canciller Angela Merkel denunció
la iniciativa frente al Parlamento. El Süddeutsche Zeitung
comentó que nunca antes en la historia de la
UE un canciller alemán había amonestado en público
de tal manera al presidente de la Comisión.
El Secretario general de la Unión Social Cristiana (CSU)
de Baviera, Alexander Dobrindt, atacó a Barroso en el periódico
Bild, tachándolo como un mercenario de los
países de la dolce vita, que quieren meter sus manos en
nuestra alcancía. El ministro de economía
Philipp Roesler insistió también que Alemania no
tomaría responsabilidad financiera por los otros estados
de la eurozona. Le decimos no' a los eurobonos,
afirmó. Una unión de transferencia estaría
mal porque significaría que los contribuyentes alemanes
cargan con los costos. Los eurobonos son malos porque provocarían
un alza de intereses en Alemania.
En su reunión el jueves con el presidente francés
Nicolas Sarkozy y el nuevo primer ministro italiano Mario Monti,
la canciller Merkel insistió en dar el No' a los
eurobonos. En cambio, anunció que Alemania y Francia presentarán
propuestas de cambio a los tratados de la UE durante los próximos
días. Merkel reiteró que aquellos que violen el
Pacto de Estabilidad y Crecimiento deben rendir cuentas.
Hay indicios de que en última instancia Merkel podría
aceptar los eurobonos, como terminó aceptando el FEEE y
otras medidas a las que se había opuesto en un principio.
Pero su aprobación tendrá un alto costo. A cambio,
el gobierno alemán está pidiendo la intensificación
del Pacto de Estabilidad, el que permitiría a Bruselas
instalar una verdadera dictadura sobre los presupuestos de los
países miembros individuales. Esto permitiría que
la UE deje caer el peso de la crisis sobre el pueblo sin tomar
en consideración la opinión pública ni los
procesos democráticos.
Los eurobonos buscan amparar los activos de los bancos y los
fondos de los súper ricos con dineros públicos,
mientras el peso de la crisis se traslada a la clase trabajadora.
No obstante, los Socialdemócratas, los Verdes, y el Partido
Alemán de Izquierda piden con entusiasmo los eurobonos.
Los eurobonos harán poco por resolver la crisis, al
igual que el FEEE y las otras medidas.
La idea de que Alemania puede librar a Italia, Francia y España
de sus problemas en virtud de su fuerza económica es una
fantasía. Incluso si uno ignorase el hecho de que la misma
Alemania está fuertemente endeudada y es muy susceptible
a las fluctuaciones de la economía mundial debido a su
dependencia de las exportaciones, su economía no es lo
suficientemente grande. El Producto Bruto Interno (PBI) de $3,3
billones de Alemania consiste en sólo un quinto del PBI
de la Unión Europea en su totalidad, y sólo la mitad
del PBI combinado de Francia, Italia y España.
Además, la cause principal de la crisis no es el endeudamiento
de los países europeos. De hecho, la deuda promedio en
la UE es notablemente menor a la de los Estados Unidos, Japón
o Gran Bretaña. Más bien, es una crisis internacional
del sistema capitalista cuyo epicentro se encuentra en los Estados
Unidos. Europa se encuentra bajo el ataque de los mercados financieros
porque tiene divisiones y conflictos internos.
La Unión Europea no ha unificado a Europa,
sólo la ha subordinado a las corporaciones financieras
e industriales más poderosas; ni tampoco ha superado los
antagonismos nacionales, los que rebrotan cada vez que se intensifica
la crisis. La clase capitalista es orgánicamente incapaz
de unificar el continente bajo los intereses de su pueblo, porque
la propiedad privada capitalista está inseparablemente
atada al estado-nación.
Una solución progresiva a la crisis sólo es posible
en base a la transformación de las relaciones de propiedad
existentes. Los bancos, las grandes corporaciones y las principales
fortunas privadas deben ser expropiados, sometidos a control democrático
y puestos al servicio del total de la sociedad. Las necesidades
sociales deben ser puestas por sobre los fines de lucro.
Esta perspectiva socialista puede llevarse a cabo en Europa,
un continente de alta integración económica y social,
sólo a través de la estrecha colaboración
internacional de la clase trabajadora. El objetivo debe ser la
construcción de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
La alternativa, como en la década de 1930, es la balcanización
del continente y la aparición de la dictadura y la guerra.
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