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Obama se niega a pedir disculpas en Chile por el golpe de
1973
Por Bill Van Auken
30 Marzo 2011
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Durante su visita a Chile, el presidente Barack Obama rechazó
a un pedido directo para que Washington pida disculpas por haber
fomentado el golpe fascista-militar que hundió al país
en una dictadura de 17 años que asesinó, torturó
encarceló y exiló a cientos de miles.
Obama se presentó el lunes en una conferencia de prensa
junto al presidente chileno Sebastián Piñera en
el Palacio de La Moneda en Santiago. El Palacio fue el sitio donde
murió el entonces presidente Salvador Allende el 11 de
Setiembre de 1973 mientras los aviones de combate chilenos bombardeaban
el edificio en un derrocamiento militar que había sido
orquestado junto con la CIA y el Pentágono.
La primera pregunta la hizo un reportero chileno que pidió
al presidente estadounidense que hable de las heridas abiertas
de la dictadura del General [Augusto] Pinochet, haciendo
notar que muchas de estas heridas tienen que ver con los
Estados Unidos.
Él pregunto primero si Washington colaboraría
con las actuales investigaciones chilenas sobre las muertes de
Allende y de Eduardo Frei Montalva, un demócrata cristiano
que fue elegido presidente en 1964 con el apoyo de la CIA pero
que luego entró en conflicto con la dictadura patrocinada
por EE.UU. por su tardía oposición a Pinochet. Los
investigadores han concluido que su muerte en 1982 fue un asesinato
médico.
El reportero entonces apeló directamente a Obama, preguntándole
si los Estados Unidos pedirá perdón por lo
que hizo en esos difíciles años de los setenta en
Chile.
A la primera pregunta, Obama declaró que cualquier
solicitud hecha para obtener más información acerca
del pasado es algo que sin duda estamos considerando.
Cables publicados recientemente por Wikileaks, sin embargo,
indican que Washington ya ha recibido tales solicitudes por parte
de las autoridades chilenas que investigan la misteriosa muerte
de Frei y sistemáticamente las ha obstruido. Los cables,
sin embargo, revelan que Washington está bien informados
sobre lo que le pasó al ex presidente.
Uno de los cables, escritos en Diciembre del 2009, incluye
los siguientes macabros detalles:
Menos de una hora después de su muerte, los doctores
del departamento de patología anatómica de la Universidad
Católica llegaron a la clínica Santa Maria y realizaron
una autopsia de Frei sin el consentimiento de su familia. La muy
inusual autopsia fue supuestamente realizada en el cuarto del
hospital en el que Frei murió y se usó una escalera
para colgar al cuerpo de cabeza para que así se drene los
líquidos corporales en la bañera. Algunos órganos,
en particular aquellos cuyas composiciones químicas podrían
indicar envenenamiento, fueron removidos y destruidos, y el cuerpo
fue embalsamado.
El cable, clasificado como confidencial, también
notó que los investigadores chilenos habían buscado
información del Centro para el Control de Enfermedades
de EE.UU. (CCE) sobre posibles embarques de materiales de guerra
biológica para la dictadura chilena en 1981 o 1982. Bajo
instrucciones de Washington, el CCE ha rechazado proveer cualquier
información alegando que los investigadores han fallado
en proseguir con protocolos adecuados.
Los cables concluyen con la enigmática afirmación
de que la trágica historia reciente de Chile continúa
dividiendo a su gente, y la muerte de su emblemático presidente
parece estar destinada a un área en la cual la completa
verdad jamás será conocida.
En cuanto a la segunda parte de la pregunta del reportero,
Obama dejó claro que ninguna disculpa se obtendría.
Él declaró que los EE.UU. y Chile no pueden estar
atrapados por nuestra historia e insistió que
él no podría hablar de todas las políticas
del pasado sino de las políticas del presente
y del futuro.
Fue el gran novelista estadounidense William Faulkner quién
dijo: El pasado nunca está muerto. Ni siquiera es
pasado. En ningún otro lugar es esta declaración
más aplicable que al sangriento registro del rol de los
EE.UU. en Chile.
Los hechos del golpe de 1973 son bien conocidos. El último
reporte oficial en Chile coloca el número de víctimas
en 3.200, aunque la mayoría de estimados creíbles
han concluido que los asesinados y desaparecidos equivalen
de 3 a 10 veces esa cantidad. Decenas de miles más fueron
sometidos a arresto arbitrario y tortura.
La administración de Richard Nixon había establecido
la política de derrocar al elegido gobierno de Salvador
Allende desde el tiempo de su elección en 1970. Según
las propias palabras de su consejero de seguridad nacional Henry
Kissinger: No veo porque debemos permanecer con los brazos
cruzados y dejar que un país se vuelva comunista debido
a la irresponsabilidad de su propia gente.
La CIA canalizó millones de dólares hacia Chile
para financiar organizaciones fascistas y ayudarlas en la organización
de huelgas de empleadores con el fin de paralizar la economía
del país.
Documentos clasificados publicados durante la administración
Clintonaunque en gran medida expurgadosproveyeron
confirmación oficial de que el gobierno estadounidense
estaba íntimamente involucrado en el golpe y apoyó
por completo la matanza que se desató, defendiendo al régimen
de sus críticos internacionales.
Más aún, la CIA mantuvo lazos cercanos con la
DINA, la policía secreta chilena, la cual se volvió
el bastión de una alianza continental de terror estatal
y asesinato conocida como Operación Cóndor. Esta
fue usada para cazar y asesinar oponentes de dictaduras latinoamericanos
a través de la región.
Y mientras Obama el lunes alabó los robustos mercados
abiertos de Chile como si fuese una indicación de
que Chile haya superado el legado de la dictadura, en realidad,
la situación económica actual es en gran medida
el producto de la sanguinaria represión que se desató
contra la clase trabajadora bajo Pinochet. Hoy en día,
Chile se ubica entre los países más desiguales en
el mundo. Los años de represión armada vieron una
vasta transferencia de riqueza de la clase trabajadora a una adinerada
élite dominada por Pinochet y sus compinches. Millones
fueron relegados a la pobreza y el desempleo, mientras que un
estrato que incluía a la familia de Piñera se volvieron
multimillonarios a través del saqueo de empresas de propiedad
estatal.
La dictadura chilena del general Pinochet duró 17 años
(1973-1990). No sólo sus heridas permanecen abiertas; la
realidad es que no ha habido ningún ajuste de cuentas de
la represión política desatada contra los trabajadores,
estudiantes chilenos y todos aquellos que se sospechaba de sus
simpatías socialistas durante ese período.
El mismo Pinochet murió en el 2006, habiendo jamás
recibido ningún castigo por sus crímenes, mientras
que sólo una pequeña fracción de aquellos
que llevaron a cabo las atrocidades cometidas bajo su dictadura
han sido enjuiciados. La mayoría de los asesinos militares
y policiales y torturadores disfrutan de impunidad, así
también como aquellos dentro del gobierno estadounidense
que colaboraron y apoyaron sus atroces acciones.
Entre ellos está Kissinger, quién merece ser
juzgado como un criminal de guerra por su rol en los eventos chilenos
y sin embargo sigue siendo un decano de política extranjera
estadounidense y un consejero periódico de la misma administración
Obama.
Y también está el caso de Jeffrey Davidow, jefe
del Instituto de las Américas, financiada por corporaciones,
quién fue aprovechado por Obama para que sea su consejero
durante la cumbre de las Américas en el 2009. Nombrado
como un oficial políticouna cubierta
común para el personal encubierto de la CIAen la
embajada estadounidense en Santiago de 1970 a 1974, él
estuvo directamente involucrado en la preparación del golpe
respaldado por los EE.UU.
Un memo al régimen militar redactado por Davidow tras
el golpe de estado advirtió de una conspiración
por parte de los enemigos de Chile para pintar a la junta en los
peores términos posibles. Poco después, una
serie de asesinatos de tales enemigos comenzó
con el asesinato de coche bomba en 1974 del general disidente
Carlos Prats en Argentina, el intento de asesinato del ex vicepresidente
Bernardo Leighton en Italia en 1975 y el asesinato de coche bomba
del ex ministro de Allende, Orlando Letelier y su secretaria estadounidense
Ronni Moffitt en las calles de Washington en 1976.
En un brindis pronunciado la noche del lunes en una cena estatal
en La Moneda, Obama usó la frase: Dime con quién
andas y te diré quién eres. En efecto.
No es tan solo una manera de proteger a individuos de alto
rango que están directamente implicados en los crímenes
contra el pueblo chileno. La realidad es que el completo aparato
militar y de inteligencia que tramó el golpe en Chile permanece
firmemente en Washington. Este disfruta aún más
impunidad que los oficiales criminales de la dictadura de Pinochet,
ya que ni una sola persona en Washington ha rendido cuentas por
los asesinatos, torturas, secuestros y detenciones ilegales llevados
en la denominada guerra contra el terrorismo.
Obama no puede disculparse por el golpe chileno sin sufrir
las consecuencias de la ira de la CIA, algo que él ha dejado
claro desde el comienzo de su administración que no hará.
Y como el golpe en Honduras en Junio del 2009 estableció,
Washington y la presente administración están preparados
para emplear hoy los mismos métodos sangrientos que en
setiembre de 1973.
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