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La crisis del euro
Todavía más miles de millones para los bancos
Por Peter Schwarz
18 Octubre 2011
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Por segunda vez en tres años los gobiernos europeos
tratan de "salvar" a los bancos dándoles cantidades
masivas de activos líquidos extraídos de fondos
públicos. En este contexto es donde se desarrolla el debate
sobre la resolución de la crisis de la deuda europea pasando
por la "recapitalización" de los bancos combinada
con la cuota (anulación parcial) de la deuda griega.
Después de reunirse en Berlín el domingo [9 de
octubre de 2011] la canciller Angela Merkel y el presidente Nicolas
Sarkozy anunciaron que iban a presentar un "plan convincente
e integral" para resolver la crisis de aquí a fin
de mes, sin dar, sin embargo, detalles precisos. Se ha aplazado
una semana la Cumbre de la Unión Europea sobre la crisis
que debía haberse celebrado a mediados de octubre para
dar tiempo a Alemania y Francia para superar sus discrepancias
en suspenso.
Estas cuestiones conciernen principalmente a dos puntos: el
reparto de los costes y el calendario para la falta de pago de
Grecia. Francia, cuyos bancos poseen hasta 80.000 millones de
euros en títulos del gobierno griego, quiere dar a los
bancos nuevos capitales a partir del fondo de socorro del euro
(Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, FEEF) para retardar
lo más posible la quiebra de Grecia o la reestructuración
de la deuda de este país. Por su parte, Alemania, cuyos
bancos prestaron a Grecia unos 18.000 millones de euros que ya
están parcialmente amortizados, quiere restringir a los
gobiernos nacionales el apoyo a los bancos y organizar lo antes
posible una falta de pago "controlada" de Grecia.
A pesar de estas diferencias, Merkel y Sarkozy coinciden en
la orientación general: la crisis de la deuda europea se
debe resolver en interés de los bancos y en detrimento
de las finanzas públicas. Por consiguiente, el resultado
de ello serán unas medidas suplementarias de austeridad
en detrimento de los trabajadores.
Representantes financieros y políticos internacionales
de primer orden, como la presidenta del Fondo Monetario Internacional
(FMI) Christine Lagarde, el secretario estadounidense del Tesoro,
Timothy Geithner, el presidente Barack Obama y el primer ministro
británico David Cameron, han insistido durante mucho tiempo
para que el Banco Central Europeo (BCE) y los gobiernos de la
zona euro abran los flujos de tesorería y pongan cantidades
ilimitadas de dinero a disposición de los bancos.
El gobierno alemán se había resistido hasta el
momento a esta tendencia por temor a las consecuencias inflacionistas
y a tener que sostener las deudas de los países más
débiles. En vez de ello, Berlín prefería
ofrecer más crédito a los países con dificultades
de pago, aunque vinculaba su oferta a la adopción de unas
medidas draconianas de austeridad.
Ahora el gobierno alemán ha cambiado de rumbo bajo la
presión de los mercados financieros internacionales, la
caída de la cotización de las acciones y la amenaza
de las quiebras bancarias. El pasado domingo Merkel habló
firmemente en favor de la recapitalización de los bancos,
es decir, el aumento de la cantidad de capital en los bancos inyectándoles
fondos públicos.
El pasado martes [11 de octubre] el presidente del Banco Central
Europeo, Jean-Claude Trichet, también apoyó firmemente
la recapitalización de los bancos ante la Comisión
Económica y Monetaria del Parlamento Europeo. Pidió
a los políticos que tomaran medidas inmediatas advirtiéndoles
de que la crisis de la deuda había alcanzado ahora "unas
dimensiones sistémicas" que la situaban en pie de
igualdad con el desmoronamiento de Lehman Brothers en 2008 y todas
las consecuencias resultantes de ello.
Según los medios de comunicación, los medios
gubernamentales alemanes estarían discutiendo también
"recurrir al arma financiera" para los fondos de socorro
del euro multiplicando sus activos gracias a diferentes astucias
de ingeniería financiera. Los bancos tendrían entonces
miles de millones de disponibles, mientras que el nivel de vida
de la población registraría un descenso aún
más brutal. Como en Estados Unidos, la aristocracia financiera
nadaría en millones mientras que el resto de la población
tendría dificultades para llegar a fin de mes.
La cuota que el gobierno alemán preconiza ahora para
quienes detentan obligaciones del gobierno griego (se habla de
una eliminación de la deuda del orden del 50% al 60%) no
aliviaría en modo alguno la situación de la población
griega. Bien al contrario, esta cuota estaría vinculada
a unas exigencias suplementarias de recortes y técnicamente
equivaldría a una quiebra. El plan integral preconizado
por Merkel y Sarkozy comprende también unas modificaciones
de los tratados europeos que permitirían a la UE dictar
la política presupuestaria de los Estados miembros fuertemente
endeudados.
Existe una abrumadora oposición popular a la idea de
apoyar a los bancos a costa de los fondos públicos. El
movimiento de ocupación de Wall Street, que se extiende
rápidamente por Estados Unidos, encuentra eco en Europa.
Pero ni un solo partido del establishment o sindicato apoya esta
oposición al capital financiero. El debate político
oficial gira exclusivamente en torno a la cuestión de saber
cómo se pueden establecer mejor los ataques contra la clase
obrera y cómo se puede suprimir más eficazmente
la resistencia a estos ataques.
En política oficial los términos "izquierda"
y "derecha" han perdido toda significación real.
En Italia el primer ministro Silvio Berlusconi "de derecha"
se enfrenta a llamamientos a que dimita procedentes a la vez de
las grandes empresas y de secciones de su propio partido, mientras
que el campo de la "izquierda" burguesa está
dispuesto a instaurar el programa de recortes generalizados que
no ha podido efectuar Berlusconi.
En Francia el principal candidato presidencial del Partido
Socialista, François Hollande, declara incansablemente
que él equilibrará el presupuesto y reducirá
la deuda nacional con más eficacia todavía que el
diputado de derecha saliente, el presidente Nicolas Sarkozy.
En Alemania el ex canciller del Partido Socialdemócrata
(SPD, por sus siglas en alemán) anunció que privilegiaría
un nuevo ciclo de "reformas" sociales y del mercado
laboral para Europa, calcadas de las que su gobierno introdujo
en el marco de su programa "Agenda 2010". Todos los
Estados europeos deben establecer unas reformas idénticas
a las de la "Agenda 2010", escribió Gerhard Schröder
en el Financial Times Deutschland. El programa "Agenda 2010"
de Schröder estableció las bases para un crecimiento
masivo de un sector con salarios bajos en Alemania y en el que
actualmente trabaja una enorme parte de la joven generación.
Los sindicatos desempeñan igualmente un papel clave
ayudando a aplicar los diktats de los bancos en contra de los
trabajadores y a reprimir toda oposición. No han organizado
ni una sola acción de solidaridad con los trabajadores
griegos y apoyan las medidas de austeridad de sus respectivos
gobiernos.
En estas circunstancias, los grupos de pseudoizquierda desempeñan
un papel importante en organizaciones como ATTAC y Democracy Now,
o en la periferia del partido La Izquierda de Alemania y otras
organizaciones similares. Se aferran a unos sindicatos reaccionarios
y sirven de consejeros a la elite dirigente demostrando que la
mejor manera de presentar unas políticas de derecha es
esconderse detrás de frases de consonancia "de izquierda".
Todos estos grupos rechazan estrictamente la organización
de un movimiento político independiente de la clase obrera.
En vez de ello, insisten para que los movimientos sociales se
limiten a ejercer solo simples presiones sobre las personas que
están en el poder y no desarrollan una política
independiente. En el movimiento de los "indignados"
en España y Grecia insisten en el carácter "apolítico"
preconizando la prohibición a todo partido político
de hacer campaña abiertamente por sus objetivos.
Así es como la extrema derecha se encuentra con un monopolio
de facto en materia de crítica pública de la Unión
Europea y de la dominación del capital financiero, y lo
utiliza para canalizar la oposición en unas vías
nacionalistas y racistas que solo pueden llevar a la balcanización
de Europa.
La oposición de principio al saqueo de los recursos
de la sociedad por parte de la aristocracia financiera y en contra
de los ataques masivos a los derechos sociales y democráticos
exige una respuesta políticamente independiente de la clase
obrera. No es posible llevar a la clase dirigente a adoptar una
política diferente apelando a su sentido común y
a la razón. En efecto, el sistema capitalista está
en crisis mortal y la clase dirigente se agita como un animal
herido.
No se puede reformar el capitalismo, sino que hay que derrocarlo.
No se debe "recapitalizar" los bancos con fondos públicos,
sino que hay que expropiarlos, situarlos bajo control democrático
de la clase obrera y utilizarlos en beneficio de la sociedad en
su conjunto en vez de para que garanticen los beneficios de algunos.
Para realizar este programa socialista la clase obrera debe
unir a Europa desde la base. Los trabajadores y trabajadoras deben
fundar los Estados Unidos Socialistas de Europa para sustituir
a la Unión Europea de los bancos y de las sociedades.
Traducido
del francés para Rebelión por Beatriz Morales
Bastos
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