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Reunión cumbre de las Américas un fracaso para
Obama
Por Bill Van Auken
23 Abril 2012
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Este artículo fue publicado por primera vez en
su inglés original el 17 de abril, 2012.
La reunión cumbre de las Américas celebrada en
Cartagena, Colombia, durante el fin de semana pasado llegó
a su fin el domingo, con los 30 jefes de estado participantes
fracasando en llegar a un acuerdo sobre una declaración
colectiva. Fuertes diferencias entre Washington y casi todos los
otros países participantes previnieron un consenso en relación
a Cuba, Las Malvinas, y la "guerra contra el narcotráfico".
Para Obama, la reunión de dos días fue un fracaso
rotundo. Con la excepción de Canadá, dos de cada
tres de los otros países se opusieron a todas las posturas
de su gobierno. Informes de prensa en Estados Unidos acerca de
la reunión fueron eclipsados por el escándalo de
prostitución en un hotel en Cartagena en el que participaron
once miembros del destacamento del Servicio Secreto que protege
al presidente de Estados Unidos y cinco miembros del personal
militar norteamericano.
Ésta fue la segunda reunión cumbre que ha terminado
sin que ninguno de los participantes firmara una declaración
antes de levantarse la sesión. Obama asistió a la
anterior, celebrada en Trinidad en 2009, apenas a tres meses de
asumir la presidencia. Washington se había esmerado en
presentar al joven presidente afro-americano como un enorme cambio
a la política del gobierno de Bush, la cual fue desaforadamente
impopular en el hemisferio.
A pesar de la retórica de Obama acerca de haber asistido
a Trinidad para inaugurar una nueva era de "respecto e igualdad
recíprocos", tres años después ha quedado
bastante claro que su gobierno demócrata ha seguido una
política en Latinoamérica esencialmente igual a
la de su predecesor. Esta se ha enfocado en continuar el bloqueo
económico contra Cuba durante cincuenta años; promover
acuerdos de libre comercio diseñados para satisfacer los
intereses de los bancos con sedes en Estados Unidos y de las empresas
transnacionales; e intensificar la "guerra contra el narcotráfico"
cuyo fin es promover la hegemonía de las fuerzas armadas
de Estados Unidos en la región.
Varios aspectos de esta política fueron atacados directamente
en la reunión de Cartagena. A diferencia de la reunión
de tres años atrás, esta vez Washington no pudo
prevenir que Cuba formara parte de la agenda.
En la reunión cumbre de 2009, Obama evadió toda
crítica cuando anunció cambios mínimos en
la prohibición de viajes y el envío de remesas a
Cuba por parte del gobierno de Estados Unidos. Desde ese entonces,
Washington no ha tomado ningún paso para facilitar, y mucho
menos poner fin, al embargo comercial contra Cuba.
Obama insistió en Cartagena que a Cuba no se le debería
permitir asistir porque "todavía no ha retornado a
la democracia". Críticos latinoamericanos de la política
de Washington hicieron mención de un gran número
de dictaduras, desde el Oriente Medio hasta el Asia Central, con
las cuales Estados Unidos está vinculado íntimamente.
Una reunión de los ministros de relaciones exteriores,
llevada a cabo para redactar un documento que los jefes de estado
firmaran, votaron 32 a favor y dos en contra (Estados Unidos y
Canadá) para que termine la exclusión de Cuba en
las reuniones cumbres; política en práctica desde
hace 50 años, cuando Washington le dictó a la Organización
de Estados Americanos que impusiera una cuarentena contra la isla
caribeña después de la revolución de 1959,
que llevó a Fidel Castro al poder.
La reacción de varios países indicó que
adoptarían la política del presidente de Ecuador,
Rafael Correa, quien este año rehusara participar en una
reunión cumbre que excluyera a Cuba. Los países
de ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América),
que incluye a Bolivia, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Venezuela,
así como también a Cuba y otras cuatro naciones
caribeñas, emitieron una declaración en la que se
comprometían a no regresar a otra reunión cumbre
sin la participación de Cuba. Exigieron que Estados Unidos
le pusiera fin al embargo económico contra la nación
caribeña.
La presidente de Brasil, Dilma Rouseeff, expresó un
punto de vista similar y declaró que la reunión
cumbre en Cartagena "debe ser la última sin Cuba".
En cuanto al tema de Las Malvinas (Falklands), los países
de Latinoamérica adoptaron una postura unánime en
apoyo de las exigencias de Argentina para obtener soberanía
sobre las islas y en oposición al dominio británico
como vestigio del colonialismo. Estados Unidos, sin embrago, se
opuso a toda declaración a favor de la declaración
e insistió que era neutral acerca del conflicto.
La presidente de Argentina, Cristina Fernández Kirchner,
se fue en automóvil al aeropuerto tan pronto se tomara
una foto del grupo y no asistió al segundo día de
la conferencia. Esta salida temprana previno que escuchara los
comentarios de Obama explicando la neutralidad de Estados Unidos
y en los que se refirió a las islas del Atlántico
del Sur como "las Maldivas (sic) o Falklands, o como
ustedes prefieran llamarlas".
En cuanto a las drogas, Obama se encontró en gran parte
aislado cuando defendió la estrategia de una guerra militarizada,
encabezada por Estados Unidos, contra el narcotráfico.
Washington ha respaldado esta estrategia durante dos décadas,
basándola en el Plan Colombia, por medio del cual envió
al país sudamericano miles de millones de dólares
en ayuda, equipo y asesores militares. Ahora quiere imponer el
mismo conflicto sangriento en México por medio de la Iniciativa
Mérida, y expandirlo a Centroamérica por medio de
la Iniciativa Regional de Seguridad para América Central.
El recientemente inaugurado presidente de Guatemala, Otto Pérez
Molina, ex general del ejército implicado en crímenes
genocidas durante la prolongada guerra civil de ese país,
hizo un llamamiento para un debate regional sobre la legalización
de las drogas, lo cual causó una oleada de visitas por
parte del personal estadounidense a Centroamérica con tal
de suprimir el debate.
Obama insistió en Cartagena que "la legalización
no era la solución" y que un narcotráfico "al
que se le permite funcionar legalmente sin ninguna restricción
podría ser tan o más corruptor aun que el estatus
quo.
Hasta el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, el más
íntimo aliado de Estados Unidos en el hemisferio y ex ministro
de defensa, llegó a distanciarse de Obama y declaró
que era necesario analizar si esta política funcionaba
y si había alternativas más eficaces y menos costosas
para hacerle frente al problema de las drogas.
Las tensiones económicas dominaron la reunión.
El punto central del desafío creciente a la política
de Estados Unidos es que el capitalismo de ese país ha
perdido su hegemonía en el hemisferio. La campaña
de China para obtener nuevos mercados y fuentes de materias primas
la ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Chile,
Perú y otros países. También es la mayor
fuente de inversiones extranjeras directas en Brasil y Perú
y por doquier en el continente. Por otro lado, la Unión
Europea sobrepasa a Estados Unidos como segundo socio comercial
de Latinoamérica.
La Presidente Rouseff criticó severamente la política
monetaria de Estados Unidos y Europa, acusándolos de ser
responsables de "provocar un verdadero tsunami monetario"
con tasas de interés cercanas a cero, lo cual conduce a
un diluvio de dinero extranjero en Brasil que aprecia su moneda,
el real, y encarece sus exportaciones al mercado mundial. Rouseff
prometió que su gobierno no "permitirá que
a su sector industrial se lo coman los caníbales".
Estas inquietudes han resultado en un acrecentamiento del proteccionismo
en la región que ha alentado las tensiones no sólo
entre Latinoamérica por una parte y Estados unidos y Europa
por otra, sino dentro del continente mismo. Por consiguiente,
en reacción a una balanza comercial desfavorable debido
a un real fuerte, Brasil recientemente amenazó con abrogar
un pacto bilateral con México que permitía la exportación
de automóviles entre los dos países sin impuestos
de aduana. A fin de cuentas, el trato fue reparado improvisadamente,
pero impone límites voluntarios a las exportaciones.
Washington presentó como uno de los "puntos positivos"
de la cumbre el anuncio de Obama que el Tratado de Libre Comercio
(TLC) con Colombia entrará en efecto a mediados del mes
entrante. Fue el gobierno de Bush que en 2006 inicialmente negoció
ese pacto, pero el Congreso lo bloqueó.
El candidato Obama se opuso al TLC con Colombia porque le inquietaban
cuestiones de derechos humanos. Una vez electo, empujó
para que se adoptara, pero no sin anexarlo a un falso "Plan
de Acción para los Trabajadores", requiriendo que
Colombia crease nuevas agencias y programas para ostensiblemente
proteger a los trabajadores en un país en que más
de 3.000 militantes sindicalistas han sido asesinados por fuerzas
de seguridad y escuadrones de la muerte desde 1986. Obama ha aceptado
que Colombia ha cumplido con el plan, a pesar de que los cambios
cosméticos no han logrado nada para deterner al baño
de sangre. El año pasado, más de 30 sindicalistas
fueron asesinados en Colombia y por lo menos seis han perdido
la vida durante los primeros tres meses del 2012.
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