Queda muda la pseudo izquierda ante la traición de
los mineros en España
Por Alejandro López
20 Agosto 2012
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Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 10 de agosto, 2012.
El 31 de mayo, más de 8,000 mineros declararon la huelga
indefinida en contra de los recortes en las subvenciones que amenazan
con destruir la industria y 40,000 empleos en la minería
y otras industrias relacionadas. Los sindicatos sólo abogaron
por la huelga después de que quedara claro que los mineros
iban entrar en acción con o sin su permiso.
Desde un principio, la burocracia sindical, sabiendo muy bien
que el gobierno del Partido Popular (PP) no iba ceder a los deseos
de los huelguistas, trató de estrangular este movimiento
radical limitando la lucha a las exigencias relacionadas con las
subvenciones. Fue entonces que trataron de aislar a los mineros.
El 18 de junio, una huelga general de un día de duración
recibió un enorme apoyo popular, pero la acción
fue limitada a las cuencas mineras con tal de prevenir una movilización
más amplia en contra de las medidas de austeridad del gobierno
que están empobreciendo a millones de personas.
El 22 de junio, 200 mineros en huelga organizados por CCOO
y UGT se unieron a una "Marcha Negra" de 250 millas.
El único objetivo de ésta era presionar al PP para
que éste honrara el pacto previo con el gobierno del Partido
Socialista Obrero Español, el cual, en línea con
los dictados de la Unión Europea había extendido
las subvenciones hasta el 2018.
El 11 de julio, más de 25,000 personas le dieron la
bienvenida a la marcha en las calles de Madrid y participaron
en una manifestación junto con los mineros. Fue la primera
señal de que los mineros contaban con un apoyo bastante
significativo por parte de la clase trabajadora a pesar de los
esfuerzos de los sindicatos en aislarlos.
Después de que la huelga cumpliera dos meses, los sindicatos
por fin consiguieron la reunión que anto deseaban con el
gobierno, cuya postura, claro, no cedió el menor paso.
El tiro de gracia por parte de los sindicatos no podía
ser más cínico y fue todo menos misericordioso.
Dos días después de la reunión, los sindicatos
suspendieron la huelga argumentando que los mineros no podían
seguir la lucha.
"Hemos dicho que la gente entre a las minas partir de
mañana, de la misma manera que dentro de unos días
anunciaremos cuál es el calendario de movilizaciones",
anuncio Felipe López, secretario general de la Federación
de Industria de CCOO.
Juán Carlos Álvarez Liébana, también
de CCOO, dijo que ponían fin a la huelga para permitir
a los mineros "recargar las baterías".
Las movilizaciones a las cuales se refiere López son
simbólicas en medio de la agonía de muerte de la
industria.
El sentimiento de haber sido traicionados era palpable. Cinco
de los seis mineros que ocupaban la mina en Santa Cruz del Sil
en León decidieron continuar con su protesta hasta que
la empresa accediera a sus exigencias de "no paros y no reducciones".
Un portavoz de los mineros, en un comentario acerca de la suspensión
de la huelga, se expresó de la siguiente manera: "Lo
que está pasando es que no hay coherencia, lo cual nunca
ocurrió aún en los tiempos de [dictador] Franco."
El fin de la huelga ha abierto paso a la represión salvaje
a los mineros que habían levantado trincheras en las carreteras,
las autopistas y los ferrocarriles durante la huelga y resistido
los ataques de la Guardia Civil, la cual se valió de balas
de goma, gas lacrimógeno, porras y palizas. Más
de 100 huelguistas van a ser procesados. Esta semana, cinco mineros
adicionales fueron arrestados y puestos bajo custodia por la Guardia
Civil.
Durante la huelga, fueron los partidos de la pseudoizquierda,
tales como Izquierda Anticapitalista, En Lucha, El Militante y
el Partido Comunista de España, los que facilitaron la
traición de los sindicatos. Según ellos, la huelga
era una prueba de que los sindicatos podrían servir como
organizaciones de la lucha de clases si solo se ejerciera la suficiente
presión sobre los dirigentes.
En Lucha, organización española afiliada al Partido
Socialista de los Trabajadores en Inglaterra, puntualizó
que "la lucha minera nos muestra, entre otras cosas, que
nuestro análisis de los sindicatos mayoritarios (CCOO y
UGT) debe ser complejo y huir de simplificaciones sectarias que
no separan las burocracias sindicales de las bases más
combativas."
Declaraciones de esta índole deliberadamente ignoraron
no solo el fracaso de CCOO y UGT en frenar la continua destrucción
de la industria minera, sino las experiencias estratégicas
que la clase trabajadora española e internacional ha tenido
con los sindicatos durante las últimas décadas.
En el pasado, las estrategias reformistas de los sindicatos se
basaron fundamentalmente en la colaboración y no en la
lucha de clases. Aun cuando se vieron forzadas a llamar a huelgas
y conflictos, el objetivo de la burocracia fue asegurar el pacto
social entre la patronal y los trabajadores, entre los gobernantes
y los gobernados, para permitir la regulación económica
nacional, la cual incluyó concesiones limitadas en cuanto
a los salarios, las condiciones de trabajo, y medidas para el
bienestar social.
En todos los países la burocracia sindical, con tal
de conservar su existencia privilegiada, ha reaccionado a la globalización
de la producción y a la entrada de una competencia mucho
más intensa e inmediata a la economía nacional cambiando
el eje de sus antiguas relaciones con la patronal y el Estado.
Durante varias décadas los sindicatos han conspirado activamente
para reducir los sueldos y destruir las condiciones laborales.
Ya no actúan como organizaciones de defensa de los trabajadores
en contra de los peores excesos del sistema capitalista, sino
como policías industriales a favor de las empresas y la
maquinaria del Estado.
Este proceso también se ha presenciado en la marcha
hacia la derecha de los grupos pseudoizquierdistas cuyas líderes
se componen de un sector privilegiado de la pequeña burguesía
que se ha asegurado para sí mismo un puesto en los sindicatos,
las maquinarias del gobierno central, autonómico y local,
y las universidades.
Ésta es la razón de su silencio ensordecedor
ahora que los sindicatos han traicionado a los mineros, forzándolos
a que regresen a sus puestos de trabajos. En Lucha, El Militante
la Izquierda Anticapitalista y el Partido Comunista de España
no han publicado un solo artículo o emitido una sola declaración
al respecto.
Según Izquierda Anticapitalista, la huelga de los mineros
"nos muestra el camino" y asevera que ésta se
expandía a todos los "sectores y territorios".
¿Qué queda de todo esto? Quedan los mineros abandonados,
mientras que la pseudoizquierda salta al próximo tema de
actualidad.
Sus acciones son muy similares a las unidades de guerra psicológica,
cuya función, según la definición del Departamento
de Defensa de Estados Unidos, es "integrar sus capacidades
fundamentales
para influir, trastornar, corromper o usurpar
la capacidad para hacer decisiones automáticas, humanas
y antagonistas mientras protegemos los nuestros".
Durante toda la lucha, los ex izquierdistas han hecho todo
lo que su poder les ha permitido para influir, trastornar, corromper
y usurpar las decisiones de los mineros y el resto de la clase
trabajadora en nombre de la maquinaria sindical.
Hay que aprender dos lecciones: primero que la clase trabajadora
no pude llevar a cabo sus luchas por medio de los sindicatos;
y segundo, que la ex izquierda pequeña burguesa otra vez
ha quedado desenmascarada como el destacamento especial de la
burocracia sindical y hay que tratarla como tal.
Desde el principio de la lucha, el World Socialist Web Site
ha advertido acerca del papel que juegan los sindicatos, insistiendo
en la necesidad de formar nuevas organizaciones de lucha de la
clase trabajadora, tales como comités de barrio, de fábricas
y de los puestos de trabajo, independiente de los sindicatos.
Ha insistido que para lograr esto, hay que establecer un verdadero
partido socialista ya. Esta es la tarea fundamental que los trabajadores
y la juventud n España deben emprender ahora.
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