WSWS
: Español
Comienza un año nuevo
Por David North y Joseph Kishore
4 Enero 2012
Utilice
esta versión para imprimir | Email
el autor
Al comenzar este nuevo año, existe la percepción
generalizada de que el 2012 estará marcado por grandes
conflictos políticos y sociales.
Los acontecimientos del año pasado comenzado
con las revueltas en Túnez y Egipto, seguido por el brote
de protestas sociales en un país tras otro, inclusive los
Estados Unidos marcaron el paso a un nuevo período
en que se agudizará el conflicto de clases.
Habiendo sobrellevado más de tres años de crisis
económica, la gran multitud de la clase trabajadora ha
perdido la confianza no sólo en la viabilidad económica
del capitalismo, sino que también en su legitimidad moral.
Los acontecimientos de septiembre del 2008 y sus repercusiones
están moldeando la conciencia de la población mundial
tan profundamente como la Gran Depresión afectó
a los que crecieron a finales de los años 20 y los 30.
Los dirigentes políticos, que gobiernan según
los intereses de la élite corporativa y financiera, no
tienen ninguna solución positiva que ofrecer a la gente.
No pueden siquiera suscitar la esperanza de que el futuro será
mejor. En su discurso de año nuevo, la canciller alemana
Angela Merkel articuló la desesperación reinante
al advertir que, para Europa, el 2012 sería sin duda
más difícil que el 2011, y que el continente
se enfrenta a su más severa prueba en décadas.
Los economistas pronostican recesión en Europa. La permanencia
del euro, que se instituyó con la firma del Tratado de
Maastricht hace 20 años, está en duda. En Asia,
incluyendo a China, los índices de manufactura se contraen
bruscamente debido a la baja en las exportaciones.
En los Estados Unidos, el epicentro de la inmensa especulación
que desató la crisis, las proclamas oficiales de recuperación
económica contradicen los niveles históricos
de pobreza y desempleo sostenido que afectan al país. Durante
el último año, el porcentaje de la renta nacional
que recibe la clase trabajadora cayó al nivel más
bajo desde que se registra esta estadística.
El desempleo en masa, la pobreza y la destrucción implacable
de empleos y salarios constituyen la nueva normalidad.
La clase dominante está desmantelando sistemáticamente
la antigua estructura constitucional de derechos democráticos,
anticipándose al resentimiento generalizado y a la oposición
contra la desigualdad social. La marcha hacia el autoritarismo
y la dictadura abierta está, como siempre, ligada a la
intensificación del militarismo imperialista. La llamada
guerra contra el terrorismo sirve de pretexto, cada
vez más transparente, para destruir los derechos democráticos.
Medidas que la gran mayoría de los estadounidenses habrían
considerado inimaginables hace una década se han vuelto
rutinarias, o están prontas a serlo. El 2011 se recordará
como el año en que el presidente de los Estados Unidos
autorizó la ejecución de un ciudadano estadounidense
sin siquiera aparentar un debido proceso. En la última
semana de diciembre, Obama firmó una ley que permite que
ciudadanos acusados de incitar al terrorismo
sin importar la solidez de los fundamentos fácticos de
la imputación pasen a tribunales militares.
Como en la década de 1930, la crisis económica
aumenta el peligro de guerra. Más allá de la amenaza
de guerra contra Irán, los Estados Unidos se preparan para
una confrontación bélica abierta con China. Sin
embargo, los EE.UU. no son los únicos dispuestos a utilizar
la fuerza militar para proteger sus intereses económicos
y geopolíticos. El bombardeo de Libia marcó el inicio
de un nuevo y sangriento capítulo en la historia del imperialismo
europeo.
En diciembre del 2011 se cumplió el vigésimo
aniversario de la disolución de la Unión Soviética,
el estado nacido de la Revolución de Octubre de 1917. El
fin de la URSS, preparado por décadas de traición
estalinista del programa socialista internacional y los principios
de la revolución de 1917, desencadenó una verdadera
orgía de vanagloria y triunfalismo. La época de
la revolución socialista había llegado a su fin,
proclamaron no sólo los propagandistas de los medios, sino
que también una multitud de académicos. Uno de estos
intelectuales, Francis Fukuyama, capturó la euforia desatada
por la disolución de la URSS cuando proclamó El
fin de la historia. El significado de esta frase está
claro: el capitalismo existiría para siempre.
¡Cuánto ha cambiado en 20 años! En medio
de una crisis económica, la caída del nivel de vida,
el aumento de la desigualdad social, el desorden estatal, las
catástrofes ecológicas y la creciente amenaza de
una nueva guerra mundial, comienza a emerger un consenso de que
el capitalismo ha fallado. La expansión de los conflictos
sociales, en los que ya han participado decenas de millones en
todo el mundo, indica que la crisis objetiva del capitalismo está
entrando en la conciencia subjetiva de la fuerza revolucionaria
fundamental en este planeta, la clase trabajadora internacional.
Como siempre ocurre en las etapas iniciales de un movimiento
de masas, hay una gran brecha entre la magnitud histórica
de la crisis y la conciencia actual de las masas que entran en
la lucha. ¿Y de qué otra manera iba a ser? Las masas
sólo pueden aprender a través de la experiencia
en las luchas. No pueden superar de un día para otro la
confusión y desorientación política, producto
de décadas de traición y mal liderazgo. Las viejas
organizaciones partidos políticos y sindicatos
utilizan la influencia que aún conservan para suprimir
la protesta social o, cuando esto resulta imposible, dirigirla
por conductos que no signifiquen una amenaza al dominio capitalista.
Las luchas sociales del 2011 demostraron los grandes problemas
de perspectiva política y liderazgo a escala mundial. Los
movimientos de protesta social se mantuvieron internacionalmente
bajo el dominio de tendencias liberales de izquierda, seudo-radicales
y semi-anarquistas que se oponen a la movilización política
de la clase trabajadora en la lucha por el poder en base de un
programa socialista. Ésta situación ha permitido
que la clase dominante se reagrupe, e incluso, como en Egipto,
lance una ofensiva contra las masas revolucionarias.
En Estados Unidos, el movimiento Occupy Wall Street
y protestas similares ganaron un amplio apoyo popular dentro de
unos pocos meses, logrando articular el descontento generalizado
contra la desigualdad social y la hostilidad hacia un sistema
político controlado por los ricos. Pero estos movimientos,
controlado por organizaciones de clase media que están
ligados políticamente al gobierno de Obama, el Partido
Demócrata y los sindicatos, no tienen ni la intención
ni la capacidad de movilizar a la clase trabajadora en contra
del sistema capitalista.
Sin embargo, la radicalización política que comenzó
el 2011 continuará en este nuevo año. Las mismas
contradicciones, arraigadas en la naturaleza del sistema capitalista
mundial, que empujan a la clase dominante por las vías
de la represión y la guerra empujan a la clase trabajadora
hacia la revolución socialista. Esta sólo puede
defender sus derechos e intereses a través de la transformación
del total de la sociedad es decir, a través de la
conquista del poder político, el fin del capitalismo, y
la reorganización de la economía mundial en base
a los intereses de la humanidad.
El comienzo del año es por tradición el momento
para fijarse propósitos: Decídete
a emprender la lucha por el socialismo uniéndote al Partido
Socialista por la Igualdad y construyendo la Cuarta Internacional
como el Partido Mundial de la Revolución Socialista.
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved |