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En Defensa de León Trotsky: Conferencia de David North
ante la Convención de Historiadores
Por David North
22 Octubre 2012
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el autor
Este artículo apareció en inglés el
4 de octubre 2012
Publicamos aquí el texto de una conferencia de David
North en la convención de los historiadores de la Universidad
de Mainz. North es el director del Partido Socialista por la Igualdad
(EE.UU.); también lidera El Comité de Redacción
Internacional del World Socialist Web Site (wsws.org).
Me alegra tener la oportunidad de participar en esta convención
de historiadores de la Universidad de Mainz. En particular me
agrada compartir esta tarde el pódium con el profesor Mario
Kessler, quien es un académico de rango internacional que
no es ajeno a controversias históricas. Ha contribuido
al estudio de la patología política del antisemitismo
y de la compleja relación entre la evolución del
socialismo y el pueblo judío. En virtud del campo de su
interés, bien sabe el profesor Kessler que todo lo que
publique sin duda ofenderá a algunos, incluyendo a veces
a sus amigos. Con ese problema yo mismo me puedo identificar.
También deseo expresar mi agradecimiento a mis camaradas
en de la casa editora Mehring, sobre todo a Wolfgang Weber, por
todo lo que han hecho por crear interés en mi libro En
defensa de León Trotsky, en un público tan amplio
como son los lectores alemanes. Se prepara ahora una segunda edición
de este libro, novedosa experiencia para mí. Mis décadas
en el movimiento socialista me han acostumbrado a esperar varios
años para que el número de los lectores de mis libros
y folletos se ponga al día con la tirada inicial. Tratándose
de En defensa de León Trotsky, y en especial de
su edición alemana, ese tiempo se ha acortado.
Hay un dicho muy conocido, Habent sua fata libelli:
"Los libros tienen su propio destino." En realidad,
como me enteré recientemente a través de Wikipedia,
fuente incomparable de información del mundo contemporáneo,
esa frase no es sino una versión abreviada y simplificada
de un dicho más significativo, atribuido a Maurus Terentianus,
un antiguo gramático: "Pro captu lectoris sua fata
habent libelli" ("Según la capacidad del
lector, los libros tienen su propio destino") [1]
En otras palabras, el lector es un agente activo en la creación
del destino de un libro. Es a través de sus lectores que
un libro se abre paso.
Afortunadamente, En defensa de León Trotsky llamó
la atención de un gran número de esos académicos
que basan sus vidas profesionales en la defensa de importantes
principios. El Profesor Bertrand Patenaude hizo reseñas
críticas de mi libro y de la biografía Robert Service
sobre Trotsky, publicado en junio de 2011 en la American Historical
Review; cosa que también atrajo atención. Su
opinión contó con el apoyo de los firmantes de la
carta abierta a la editorial Surkamp: los profesores Herman Weber,
Mario Kessler, Helmut Dahmer, Bernhard Bayerlein, Heiko Haumann,
Wladyslaw Hedeler, Andrea Hurton, Hartmut Mehringer, Oskar Negt,
Hanz Schafranek, Oliver Rathkolb, Peter Steinbach, Reiner Tosstorff
y Rolf Wörsdörfer.
Es probable que existan entre mí y los signatarios de
esa carta pública, y entre ellos mismos, puntos de vista
divergentes sobre las causas de la Revolución Rusa, las
bases sociales de la insurrección bolchevique de octubre
de 1917, la naturaleza del régimen soviético, y
los conceptos políticos y el papel histórico de
León Trotsky. Una biografía de León Trotsky
escrita por el profesor Kessler sería, estoy seguro, un
trabajo muy diferente al que produjera yo. No podría ser
de otra manera. Nuestros esfuerzos reflejan puntos de vista diferentes,
intereses diferentes, y diferentes experiencias, en fin, vidas
diferentes. Pero ambos nos basaríamos en una auténtica
crónica histórica.
Las historias genuinas reconstruyen un desarrollo objetivo.
Las interpretaciones tienen la función de iluminar la historia
sin distorsionarla. Trotsky fue un participante real en un transformación
social e histórica objetiva. Sus acciones e ideas están
catalogadas en enormes archivos. Hay documentos de fuentes innumerables
y variadas. Es difícil pensar en otro hombre que haya provocado
reacciones totalmente divergentes. Existen los recuerdos y testimonios
de aquellos que siguieron a Trotsky; existen las denuncias de
los que lo odiaban. Trotsky fue uno de los escritores más
prolíficos de su época. Ni siquiera la más
extensa colección de archivosen la Biblioteca Houghton
de Harvardcontiene toda su obra. Una parte importante de
sus escritos sigue inédita. Las ideas de Trotskyque
existen en numerosos libros, ensayos, artículos periodísticos
e incluso transcripciones de conversacioneshan ejercido
una enorme influencia en la vida política e intelectual
de innumerables países; influencia que perdura.
Futuros historiadores que cumplan con la gigantesca tarea de
escribir una biografía de un personaje histórico
de la magnitud de Trotsky deberán estar preparados a sumergirse
en todos los archivos. Deben estar dispuestos a dedicar no unos
pocos meses sino años, incluso décadas, para adquirir
el nivel adecuado de comprensión de ese actor histórico
y de la época en que le tocó vivir.
Lo que quiero recalcar es que la naturaleza de su disciplina
obliga al historiador a sumergirse en una enorme búsqueda
objetiva. Cada biógrafo carga, por supuesto, con un punto
de vista. Pero no aceptamos que tenga que disertar, arengar y
denunciar a su personaje por perseguir metas, sostener puntos
de vista o vivir en tiempos diferentes a los suyos. Que un historiador
conservador escriba sobre un comunista ruso requiere que debe
tratar de entender el contexto histórico y social que dio
forma a las ideas y que determinó sus acciones. No se trata
de que el autor abandone sus ideas propias. Si lo hiciese, no
podría producir ninguna obra de interés. Sin embargo,
tiene que lidiar con las ideas de su sujeto y aceptar la legitimidad
de éstas, al menos en el sentido de entender las circunstancias
históricas y las condiciones que expresan. Todo esto trae
a la memoria frase del historiador R.G. Collingwood, citada por
E.H. Carr: el historiador tiene que reproducir mentalmente
lo que han ido discurriendo sus dramatis personae ...'
[2]
No debería ser necesario agregar que el historiador
requiere de una honestidad absoluta e inflexible con respecto
a todo lo que cae bajo la categoría general de los hechos.
A pesar de la popularidad de la frase, ningún historiador
ha "leído todo lo que se pueda leer" sobre importantes
personajes. Pero él o ella sabrá hacer un esfuerzo
de buena fe para localizar y examinar todo lo que fuese necesario
con el fin de lograr una reconstrucción de los múltiples
aspectos de su persona dramática. No será ni arbitraria
ni tendenciosa la selección de los hechos; la presentación
de éstos debe ser exacta. Nada causa mayor e irreparable
daño a la reputación de un historiador y la credibilidad
de su trabajo que el descubrir que se ha equivocado en la evidencia,
que sus afirmaciones y aseveraciones son incompatibles con los
documentos que cita, que, de un modo u otro, haya falsificado
la crónica histórica en pos de las necesidades preconcebidas
de un relato predeterminado.
Han pasado tres años desde que escribí un análisis
inicial de la biografía de Service sobre Trotsky. Desde
entonces se ha demostrado de manera irrefutable que su libro es
una parodia de la práctica de escritura histórica.
Tal y cual lo describe la carta de los 14 historiadores, su libro
es una diatriba difamatoria'. A pesar de haber ampliado
mi crítica en conferencias adicionales, incluso dos en
Berlín y otra en Leipzig, yo no podría catalogar
plenamente todos los errores, falsedades y tergiversaciones de
las que Service ha sido capaz. La deshonestidad está tan
profundamente entretejida en su narrativa que, al parecer, Service
sintiose sujeto a falsificar documentos históricos, incluso
cuando no existía motivo aparente.
Por ejemplo, hoy, preparando mi conferencia, volví a
fijarme en la obra de Service; escogí un capítulo
al azar, sabiendo que era muy probable encontrar aunque sea un
error en cada página. Caí en el capítulo
14: "Guerra contra la Guerra". Tiene que ver con el
impacto del estallido de la Primera Guerra Mundial sobre la vida
de Trotsky. En la página 137, Service describe un encuentro
entre Trotsky y el socialdemócrata alemán Hermann
Molkenbuhr en una calle de Zurich, en la que éste predecía
un rápido fin al conflicto. Inmediatamente después
de las palabras citadas de Molkenbuhr, Service añade la
siguiente frase: "para Molkenbuhr el vaticinio apocalíptico
de Trotsky representaba el desvarío de un utopista".
[3]
Ese relato se halla en Mi Vida'la autobiografía
de Trotsky. Service incluye una referencia a pie de página.
El lector tan sólo requiere leer el párrafo al
que se refiere Service. Descubriría que si bien éste
pudo reproducir correctamente las palabras Molkenbuhr, le añade
algo más: "para Molkenbuhr el vaticinio apocalíptico
de Trotsky representaba el desvarío de un utopista";
así queda alterado el relato de Trotsky, quien cuenta la
historia de manera muy diferente. Tras la cita de Molkenbuhr,
Trotsky escribe:
Claro está que Molkenburg no expresaba una opinión
personal, sino el juicio oficial del partido socialista. Para
aquellos días, el embajador de Francia en San Petersburgo
apostaba con sir Buchanan cinco libras esterlinas que la guerra
habría terminado antes de Navidades. Nosotros, los 'utopistas'
tuvimos para muchas cosas una mirada bastante más clara
que la de estos caballeros realistas', los diplomáticos
y los socialdemócratas. [4] [énfasis mío]
Service crea una imagen muy diferente en la mente del lector
que lo que se desprende de las actuales palabras de Trotsky. En
el primer caso, al lector se le brinda una escena imaginada: el
viejo líder socialdemócrata se topa con un Trotsky
que despotrica y derrama frases apocalípticas; Trotsky
se convierte en una caricatura política. En el texto original,
nada dice Trotsky sobre su respuesta a Molkenbuhr. Al contrario,
Trotsky adopta un tono irónico al recordar los tan equivocados
cálculos políticos de los oportunistas y de los
diplomáticos. Al lector le pregunta: ¿Quiénes
fueron los utopistas', los revolucionarios que previeron
las consecuencias catastróficas de la guerra o los supuestos
"realistas" que creían que todo sería
restaurado a la normalidad en pocos meses? No sólo distorsiona
Service la escena impresa en la historia; también pierde
el sentido político de ese párrafo.
Unos pocos párrafos después, Service escribe:
"Por primera vez en su carrera [Trotsky] entró en
polémica con Plejanov, al que ahora miraba con infinito
desprecio". [5] La frase es una nota al pie de página.
Service nos informa que se refiere a una carta del 22 de diciembre
de 1914 de Trotsky al revolucionario Pavel B. Axelrodun
revolucionario mayor que él. La carta pertenece a de la
renombrada colección Nicolaevsky que tiene su sede en el
Instituto Hoover de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California.
Allí hizo Service casi toda su investigación para
la biografía. Este pasaje me desconcertó cuando
lo leí por primera vez. No cabe duda que Trotsky deploraba
el apoyo de Plejanov a la guerra; sin embargo sorprende leer que
Trotsky evaluara al "padre del marxismo ruso" con "infinito
desprecio". Después que los bolcheviques llegaron
al poder, Trotsky declara en conmovedores ensayos una intensa
y duradera admiración hacia Plejánov. ¿Qué
fue lo que Trotsky realmente le escribió a Axelrod en diciembre
de 1914? ¿Acostumbraba Trotsky a dar rienda suelta a su
rabia interior provocada por la traición política
de Plejánov, en una carta privada a un camarada de mayor
edad?
La carta de Trotsky a Axelrod consiste de tres breves párrafos.
Sólo el primer párrafo hace referencia a Plejánov.
Dice así:
¿Has leído el folleto de Plejánov? He
empezado una serie de artículos sobre el tema. Por primera
vez en mi vida estoy polemizando contra Plejánov. Para
mí él no es tan firme como antes lo parecía.
[6]
La mayoría de los lectores, sin acceso al material original,
pensaría que Service ha interpretado con precisión
el contenido de una carta a la que hace referencia. Tratándose
de Service eso sería un error. No hay nada en el párrafo
de referencia que sugiere que la actitud de Trotsky hacia Plejánov
se había convertido en una de infinito desprecio'.
Service simplemente inventa un sentimiento, que, si fuera cierto,
nos revelaría el carácter de Trotsky. En verdad
lo que esta breve carta transmite es la sensación de pesar
y dolor que a Trotsky le causa la evolución de Plejánov,
dadas las circunstancias, sentimientos mucho más conmovedores
que lo que sugiere Service.
Sólo dos páginas más adelante, hablando
de la llegada de Trotsky a París en la primavera de 1915,
Service escribe:
Trotsky y su esposa decían vivir frugalmente en París.
De eso no hay evidencia. En 1914 envió seis artículos
trascendentes para Kievskaya Mysl. Tal fue su éxito que
el periódico continuó empleándolo en 1915
y 1916. Aliados en la guerra los franceses y los rusos, es de
esperar que el dinero se transfiriera velozmente a su cuenta
bancaria en París. Para los Trotsky los tiempos no serían
difíciles durante la guerra en Francia. [7]
Service sugiere que Trotsky y su esposa Natalia Sedova mentían:
No hay evidencia', escribe decisivamente, de que la pareja
vivía frugalmente en medio de la guerra. ¿Vivían
en lujo entonces? ¿Disfrutaban el confort de una clase
media adinerada? La única información que Service
nos da de los recursos personales de Trotsky es: primero que escribió
seis artículos para el periódico liberal Kievskaya
Mysl en 1914; y segundo, que el periódico todavía
lo empleaba a Trotsky en 1915 y 1916. Service no ofrece información
precisa sobre la remuneración de Trotsky. En cambio, Service
insiste sin evidencia que Trotsky "podía confiar que
el dinero se transfiriera velozmente a su cuenta bancaria en París."
¿En qué hechos basa Service esa suposición?
Por desgracia para Service, el texto de una carta de Trotsky
contradice su inflado reclamo de fácil acceso al dinero.
El mismo Service se había referido a esa carta en una nota
en la página previa. Trotsky le escribió a Axelrod
el 11 de diciembre de 1915:
Tengo un favor que pedirte. El día 20, N. Iv. Trotskaya
tiene pagarle una gran suma a la imprenta. En algún lugar
en el consulado hay 200 rublos nuestros, que simplemente no se
han podido encontrar. Le mandé a pedir a "Kievskaya
Mysl" que envíen el dinero por telégrafo.
Me temo que no llegará a tiempo. ¿Con tu ayuda,
podría ella obtener un préstamode un máximo
de 10-12 días? Esto la ayudaría a evitar situaciones
desagradables. ¿Está Mártov en Zurich o
ha salido ya? [8]
En esta carta, Trotsky está pidiendo un préstamo
de Axelrod. Su esposa le debe una cantidad sustancial de dinero
a la imprenta. Es evidente que están utilizando sus ingresos
personales para apoyar el trabajo político. Contrario a
la afirmación de Service, las transferencias de dinero
de Rusia a Francia no estaban libres de problemas. Trotsky y su
esposa necesitan desesperadamente 200 rublos que habían
desaparecido en el consulado con el fin de "evitar situaciones
desagradables". Una vez más, Service ha tergiversado
los hechos y le ha negado a sus lectores importantes datos que
existen en los archivos porque contradicen su relato, construido
de manera deshonesta y tendenciosa.
¿Qué es lo que realmente se sabe de las condiciones
de vida de Trotsky y de su esposa durante la década en
que vivieron como exiliados políticos en Europa Occidental
después de la fuga asombrosa de Trotsky de Siberia en 1907?
Trotsky nos da esta breve descripción de sus circunstancias
en Viena, donde permanecieron siete años (1907-1914):
Lo que me pagaban por los artículos del periódico
de Kief nos hubiera bastado para sostenernos, pues vivíamos
muy modestamente. Pero había meses en que la Pravda no
me dejaba tiempo para escribir una sola línea de pago
y sobrevenía la crisis. Mi mujer conocía harto
bien el camino de la casa de empeños, y mis libros, adquiridos
en días boyantes, iban poco a poco, uno detrás
de otro, a parar a manos del librero de viejo. Llegamos a ver
embargado nuestro modesto ajuar para responder por los alquileres
atrasados. Teníamos dos niños pequeños y
no podíamos sostener una niñera. Los agobios de
la vida pesaban doblemente sobre mi mujer. Y sin embargo, todavía
le quedaban tiempo y fuerzas para ayudarme en mis tareas revolucionarias.[9]
La memoria del revolucionario ruso Moisseye Olgin comprueba
la versión de Trotsky. En el prefacio de 1918 de una colección
inicial de escritos de Trotsky, Olgin nos da una descripción
de su vida en el exilio:
Su casa en Viena era la casa de un hombre pobre, más
pobre que la de un trabajador norteamericano que gana dieciocho
dólares a la semana. Trotsky ha sido pobre toda su vida.
Sus tres habitaciones en un suburbio obrero vienés contenían
menos muebles de lo necesario para la comodidad. Su ropa era
demasiado barata para hacerlo parecer "decente" a los
ojos de la clase media vienesa. Cuando visité su casa,
me encontré con la Señora Trotsky dedica a las
tareas domésticas, mientras que los dos rubios y encantadores
chicos la ayudaban con esmero. Lo único que alegraba la
casa eran los montones de libros en cada esquina, y las esperanzas
grandes, aunque ocultas. [10]
He ilustrado estos ejemplos de falsificación histórica
en apenas cuatro páginas escogidas al azar de la biografía
de Service. Sin dificultad alguna podría haber encontrado
docenas más. Vistos de forma aislada, algunos de estos
errores pueden parecer relativamente insignificantes. Sin embargo,
su efecto conjunto, repartido en 500 páginas de texto,
es crear una parodia monstruosa de la verdadera personalidad histórica
del líder bolchevique. Al lector se le presenta un "Trotsky"
fabricado con las especificaciones de un anticomunista contemporáneo.
En un comentario publicado en la edición Web de la Neue
Zürcher Zeitung, el historiador Ulrich Schmid, que aprueba
de la obra de Service, sostiene que los errores evidénciales
pertenecen sólo a menores detalles sin afectar de manera
significativa el valor total de su libro. Justifica su opinión
con la siguiente declaración: "Ni North ni Patenaude
presentan argumentos que desvirtúan la crítica fundamental
del Service contra el fanatismo revolucionario de Trotsky y contra
su disposición a usar la violencia. Trotsky dirigió
el Terror Rojo en 1918, con un puño de hierro y ordenó
la sangrienta represión de la insurrección de los
marinos de Kronstadt en 1921 ". [12]
Schmid no argumenta como historiador. Toma para sí el
papel de moralista pequeño-burgués. Su posición
es, en efecto, quepor razones éticasni la tergiversación
de los hechos ni las patrañas de Service desvirtúan
su condena de Trotsky. La respuesta obvia a este tipo de argumento
tendencioso es quesi se tratara de publicar una declaración
de convicciones políticas, éticas, o religiosasService
simplemente podría haber escrito un folleto con el título
¡Por qué odio a Trotsky!', sin venderlo como
una biografía histórica. Ulrich Schmid no explica
por qué es que el apoyo de Trotsky por el Terror Rojo en
1918 (que comenzó tras el asesinato de líderes bolcheviques
y el intento casi exitoso contra la vida de Lenin) y por la supresión
de la rebelión de Kronstadt libra a Service de la responsabilidad
de estudiar escrupulosamente el récord histórico
o de tratar de comprender y explicar las circunstancias históricas
y las presiones políticas que operaban detrás de
las acciones de Trotsky y del régimen bolchevique.
El historiador serio no es insensible a las cuestiones morales.
Si fuera necesaria una sentencia moral, ésta debe emerger
con fuerza irresistible de la lógica de la propia narración.
El historiador no debe sentir que tiene que ocultar o falsificar
los hechos históricos con el fin de presentar lecciones
morales. Auténticos historiadores como Ian Kershaw, no
necesitan amonestar a Hitler y recordar al lector una y otra vez
lo horrible que era éste. La criminalidad de Hitler y el
horror del régimen que dirigió surgen del mismo
relato del historiador. Nadie duda que Kershaw conoce muy bien
el récord histórico.acompañado por
una cuantiosa literatura secundaria. Por otra parte el interés
de Kershaw en Hitler va mucho más allá de él
como individuo. Se trata de comprender y explicar cómo
un hombre de esa calaña pudo conquistar el poder y ser
objeto de adulación popular.
Claro está que el que Kershaw eligiera a Hitler simplifica,
en un cierto sentido, la cuestión moral. Un trato honesto
y escrupuloso de la crónica histórica nos lleva
en forma inexorable a concluir que Hitler encabezaba un régimen
criminal. Son los que tratan de justificar el régimen,
como el famoso David Irving, que se ven obligados a tergiversar,
adulterar y mentir.
El problema de Service fue que no pudo encontrar en los archivos
históricos la evidencia que necesitaba con que respaldar
su representación de Trotsky como figura política
odiosa y criminal. Para lograr su objetivo tuvo que recurrir a
patrañas, verdades a medias y mentiras descaradas, tal
como lo hizo Stalin en la década de 1930.
En un momento de franqueza, Service declara que su deseo era
destruir la reputación de Trotsky, algo que el asesino
no pudo lograr. Su intento fracasó. La única reputación
que Service destruyó fue la suya.
Notas:
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Habent_sua_fata_libelli [back]
[2] ¿Qué es la historia? (Barcelona; Editorial Ariel,
2010), p. 68 [back]
[3] Service; Trotsky, p. 137 (edición en inglés)
[las traducciones del inglés son nuestras] [back]
[4] Mi Vida (Buenos Aires; Ediciones del Siglo, 1972), pp. 248-249
[back]
[5] Service, op cit., p. 138 [back]
[6] Traducido del ruso por Frederick S. Choate [back]
[7] Service, op. cit., pp. 140-41 [back]
[8] Traducido del ruso por Frederick S. Choate [back]
[9] Mi Vida, p.243 [back]
[10 www.marxists.org/archive/trotsky/1918/ourrevo/ch01.htm [back]
[12] "Streit um Trotzki," February 21, 2012 [back]
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