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: Español
¡Por el poder obrero en Egipto!
Por Johannes Stern y Joseph Kishore
7 Febrero 2013
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el autor
este artículo de perspectiva política apareció
en inglés el 30 de enero 2013
Con la llegada del segundo aniversario del derrocamiento del dictador
Hosni Mubarak el 11 de febrero del 2011, el proletariado egipcio
vuelve al camino de la lucha revolucionaria. Enormes protestas
estremecen las ciudades en Egipto, manifestaciones que encaran
una represión sanguinaria a manos de la policía
y del ejército egipcio bajo el mando del Mohammed Mursi
-de los Hermanos Musulmanes (HM).
Describiendo como la situación revolucionaria amenaza a
la burguesía egipcia y a sus defensores en Washington y
en las capitales europeas, el ministro de defensa General Abdul
Fatah al-Sisi declaró sin pelos en la lengua de que el
actual levantamiento "puede llevar al colapso del Estado".
El ejército amenaza con intervenir para aplastar la oposición
y bañarla en sangre.
Amargas experiencias ahora desenmascaran las promesas democráticas
con las cuales la clase gobernante inicialmente respondió
a los levantamientos obreros del 2011. "El proceso político
fundamental de una revolución," dice León Trotsky
en su famosa 'Historia de la Revolución Rusa,' "consiste
precisamente en que esa clase perciba los objetivos que se desprenden
de la crisis social en que las masas se orientan de un modo activo
por el método de las aproximaciones sucesivas."
En dos años de lucha, los trabajadores están sopesando
y probando las fuerzas políticas que se postularon como
alternativas al régimen Mubarak.
Inicialmente, existió la esperanza que el ejército
egipcio, un "ejército del pueblo," garantizaría
a los obreros sus derechos democráticos y sociales. Esa
esperanza pronto se desvaneció. La junta militar que tomo
el poder después de la caída de Mubarak, patrocinada
por Washington y representando los intereses de los comandos del
ejército, recurrió a prohibir las huelgas y aplastar
las manifestaciones.
Las primeras elecciones después de la caída de Mubarak
llevaron a los HM al poder. Después de tan sólo
seis meses, las masas egipcias se dieron cuenta de la naturaleza
reaccionaria de los Hermanos. Desde que tomó el poder el
verano pasado los HM continuaron las estrategia política
antiproletaria y proimperialista de Mubarak. Mursi negocia con
el Fondo Monetario Internacional (FMI) para imponer recortes a
los subsidios de pan y gasolina que devastarán a la clase
trabajadora. El gobierno de los HM ha apoyado la represión
de los palestinos en Gaza y la guerra subsidiada por EE.UU. en
Siria.
La débil oposición oficial a los Hermanos -las facciones
liberales de la clase gobernante agrupadas en el Frente de Salvación
Nacional (FSN), liderada por Mohammed El Baradei- no tiene absolutamente
nada que ofrecer. Ésta incluye en sus filas a oficiales
del tiempo de Mubarak como Amr Moussa así como los partidos
Wafd y Tagammu, que colaboraron estrechamente con Mubarak.
La formación de las fuerzas políticas en Egipto
reivindica una proposición clave de la teoría trotskista
de la Revolución Permanente: en los países económicamente
atrasados y ex coloniales, no existe ninguna facción de
la burguesía que sea capaz de, o esté interesada
en, llevar a cabo las tareas democráticas más básicas,
ni hablar de satisfacer las demandas sociales y económicas
de las masas. Todas las facciones de la burguesía -dedicadas
a la defensa del orden capitalista y subordinadas al imperialismo-
responden a la oposición social con represión y
dictadura.
Un análisis de Egypt Independent hace hincapié
en este último punto. Su autor, Amr Adly, toma nota de
la profunda crisis económica en Egipto y de la dependencia
del país en las casas de finanzas extranjeras; escribe
sobre la precaria posición del gobierno del HM. Sin embargo,
"el FSN, la coalición de oposición más
grande, sigue dependiendo muchísimo del apoyo de las clases
medias y medias altas urbanas", escribe Adly. "La plataforma
política del Frente casi no contiene ningún elemento
verdaderamente social o económico".
El FSN pretende oponer al islamismo de los Hermanos un confuso
nacionalismo egipcio sin tener ningún programa independiente.
"En cuanto a la situación económica que es
cada vez peor, la posición del Frente ha sido en términos
generales oportunista y miope, con muy pocas alternativas a las
medidas de austeridad",dice Adly .
La clase obrera egipcia está encarrilada en el rumbo de
un conflicto directo contra todas las facciones de la élite
burguesa, este conflicto promete ser cada vez más violento.
Bajo estas condiciones, las izquierdas pequeño burguesas
juegan un rol nefastamente reaccionario.
Los Socialistas Revolucionarios (SR) es una de las principales
entre esas organizaciones que operan en la órbita del grupos
políticos de la burguesía. Luego de alabar a la
junta del ejército por ofrecer un "espacio democrático",
el SR festejó la elección de Mursi por ser, en sus
palabras, "una victoria genuina de las masas egipcias".
Ahora que reluce el rol contrarrevolucionario de Mursi, el SR
apoya a al FSN y sirve de consejero a la oposición liberal
burguesa.
Una declaración reciente del SR usa frases izquierdistas
para esconder políticas completamente conformistas y ejemplifica
a este rol esencial. Después de criticar a la Hermandad
y a Mursi por continuar las mismas políticas de Mubarak
-una revelación que expone de manera devastadora su previo
apoyo a los HM- el SR deja en claro su intransigente oposición
a toda lucha independiente de la clase trabajadora por el poder.
El SR, representa una capa privilegiada de la clase media alta
y, como tal, reparte consejos a partidos burgueses. Lamenta el
hecho de que "los HM estén cavando su propia tumba
al continuar las medidas de Mubarak".
Desafortunadamente, dice el SR, el FSN "cometió un
error al incluir sobrantes del viejo régimen entre los
suyos". Estos "sobrantes" (¡de la dictadura
de Mubarak!) son "bien conocidos por su tendencia social
y política contra la revolución" ¡Esta
es la manera en la que el SR habla de participantes en un régimen
que por décadas gobernó con brutalidad salvaje en
nombre de la clase gobernante egipcia y del imperialismo estadounidense!
En un pasaje que resume su perspectiva, el SR escribe: "Hacemos
un llamado a la juventud revolucionaria en el Frente para que
luche por la limpieza de sus fracciones". O sea que la coalición
burguesa debe ser reformada.
Aún le hacen un llamado al FSN para que "participe
con nosotros y todos los revolucionarios en construir un frente
verdaderamente revolucionario para realizar los objetivos de la
revolución: pan, libertad, justicia social y dignidad humana".
En vez de salir en defensa de un movimiento independiente de la
clase trabajadora el SR reclama una reorganización de la
política burguesa. Brillan por su ausencia en su pregón
demagógico todas las referencias al socialismo, al derrocamiento
del estado burgués, o a demandas de organizaciones independientes
por el poder obrero.
Lo que subyace la bancarrota de todos los partidos políticos
existentes es esto: dientes para afuera rinden homenaje a la revolución
pero en realidad se basan en la propiedad capitalista y no desean
ningún cambio en las formas básicas del poder político.
Defienden el orden existente.
Dos tareas básicas emergen de la lógica política
y social de la Revolución Egipcia.
La primera es crear entidades independientes de poder proletario.
El ejemplo sobresaliente de organizaciones de lucha por la clase
trabajadora y las masas oprimidas es los soviets establecidos
por la clase trabajadora rusa que llegó al poder en la
revolución de Octubre 1917. La clase trabajadora no puede
confiar en el estado burgués. Debe formar sus propias organizaciones,
que serán las bases para la conquista del poder.
La segunda es construir una dirección revolucionaria que
pueda proveer el norte estratégico imprescindible para
que las organizaciones obreras se guíen en su lucha por
el poder.
La experiencia completa de la revolución egipcia, desde
su erupción inicial en enero 2011 a la encrucijada en la
cual se encuentra ahora, confirma que el heroísmo y el
fervor revolucionario no pueden por sí mismos superar la
crisis de dirección revolucionaria. La clase trabajadora
necesita un partido propio y un programa propio, independiente
de los burgueses Hermanos Musulmanes y Frente Nacional de Salvación
y de sus testaferros -las organizaciones pequeño burguesas.
El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI)
había estado insistiendo -desde que comenzó el levantamiento
hace dos años- que la clase trabajadora de Egipto no sería
capaz de realizar sus intereses y aspiraciones sin controlar el
Estado y reorganizar la vida económica en forma socialista.
Esta perspectiva ha sido confirmada. Hacemos un llamado a todos
los trabajadores y a la juventud en Egipto para que hagan suya
la misión de hoy: la construcción de una sección
egipcia del Comité Internacional de la Cuarta Internacional.
1. León
Trotsky; Historia de la Revolución Rusa -tomo I;
Prólogo -párrafo 6-.
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