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: Español
La "normalización" de relaciones entre Estados
Unidos y Venezuela
Por Bill Van Auken
27 Junio 2013
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el autor
Este artículo de perspectiva política apareció
en inglés el 12 de junio 2013
El presidente venezolano Nicolás Maduro viajará
a Roma la semana que viene. Consiguió una audiencia con
el Papa Francisco -Jorge Mario Bergoglio- quién como cura
derechista en Argentina ha sido cómplice de los crímenes
de la guerra sucia de ese país.
Esta vuelta hacia la jerarquía de la iglesia ocurre justo
después del acomodamiento público, hace un mes,
de Maduro con uno de los capitalistas más adinerados de
Venezuela y tras el encuentro privado la semana pasada de su ministro
de relaciones exteriores, Elías Jaua, con el secretario
de estado de EE.UU., John Kerry, en pos de una "normalización"
en las relaciones entre la República Bolivariana y el imperialismo
yanqui.
Hace dos meses, siguiendo su ajustada victoria contra el candidato
de la derecha venezolana Henrique Capriles, y a medida que se
agrava la crisis económica del país -crisis caracterizada
por una altísima tasa de inflación de más
del 35 por ciento anual, que amenaza convertirse en hiperinflación,
por sueldos estancados, y por escaseces crónicas- es evidente
que Maduro se está moviendo hacia la derecha para reforzar
a su gobierno.
Igualmente importante es el apoyo que han dado a este esfuerzo
Washington y los capitalistas venezolanos; representando a éstos
está el propietario multimillonario del conglomerado Polar
Foods, Lorenzo Mendoza, quién fue invitado a un cordial
encuentro con Maduro en el palacio presidencial de Miraflores.
Hay que tener en mente que el gobierno de Obama, fue el único
gobierno en el mundo que se rehusó a aceptar los resultados
de la elección, después que Madura salió
victorioso con un margen de victoria del 1.5 por ciento de los
votos. Además el de los Estados Unidos fue el único
gobierno que exigió un recuento completo del balotaje del
14 de Abril, sin ninguna evidencia de fraude: una verdadera farsa,
dado el lamentable historial de fraudes electorales de EE.UU.
país donde se instaló un presidente no elegido en
el 2000 y se falsificaron los votos computarizados en Ohio en
el 2004.
Mendoza, con su fortuna personal de 4.5 mil millones de dólares,
apoyó públicamente el fallido golpe de estado que
derrocó por unos días al fallecido Hugo Chávez.
Con el fracaso de ese golpe Mendoza tuvo que abandonar la política,
aunque sí montó una vehemente defensa de su compañía
frente a las acusaciones de Maduro de organizar una "guerra
económica" y "sabotajes".
Estos partidarios naturales de la derecha venezolana -Washington
y Mendoza- ahora interrumpen la campaña de otros sectores
de la derecha de tachar a Maduro de presidente "ilegítimo"
para forzar nuevas elecciones.
Igualmente reveladora es la decisión del mes pasado del
conglomerado petrolero estadounidense Chevron de invertir 2 mil
millones de dólares para financiar un proyecto en sociedad
con la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Por ahora, tanto el imperialismo estadounidense como los sectores
más importantes de los grupos políticos capitalistas
dirigentes de Venezuela consideran que estabilizar el gobierno
de Maduro es una alternativa preferible a otra explosión
política y social; se trata de evitar rebeliones populares
como fueron el Caracazo de 1989 -levantamiento urbano masivo contra
las políticas del FMI- y la revuelta popular contra el
golpe del 2002.
Aunque le hayan fastidiado la política extranjera de Chávez
y algunas de sus políticas domésticas, de ninguna
manera comparten ellos las ilusiones tan vigorosamente promovidas
por las seudoizquierdas pequeño burguesas latinoamericanas
e internacionales de que el chavismo, o el poschavismo de Maduro,
son genuinas alternativas al imperialismo y caminos viable hacia
el socialismo.
Bien saben que Venezuela, a pesar de los 14 años de la
"Revolución Bolivariana", sigue siendo un país
capitalista y un manantial de súper ganancias para bancos
y compañías transnacionales, y para capitalistas
venezolanos. El 71 por ciento de la producción está
en manos privadas y el sector financiero es uno de los más
rentables del mundo; mientras que crecía 31 por ciento
en el primer trimestre de este año en el mismo periodo
el sector industrial se estancaba y el sueldo real de los trabajadores
venezolanos sufría de los recortes causados por la desenfrenada
inflación, la devaluación de la moneda y el levantamiento
del control de precios.
El país se jacta de tener las reservas de petróleo
más grandes del mundo; tiene una economía que depende
completamente de las exportaciones de petróleo; que en
su mayoría van con destino a los EE.UU.
Aquellos que desde la "izquierda" siguen creando ilusiones
en las capacidades de Maduro y del chavismo para montar una auténtica
lucha contra el imperialismo y de construir una sociedad socialista,
junto con esos otros que consideran que en Venezuela es necesario
empujar a Maduro hacia la izquierda, están trabajando noche
y día para desarmar políticamente a la clase obrera
y sembrar confusión sobre los verdaderos retos que el proletariado
encara.
A pesar de toda su retórica sobre "fascistas",
"golpes" y "guerra económica", los
chavistas - que en verdad forman un movimiento nacionalista burgués-
fácilmente pudieron llegar a un arreglo con aquellos a
quienes denunciaban tan sólo unos días antes.
En verdad existe una verdadera amenaza de golpe ésta proviene
del mismo movimiento chavista y de uno de sus principales pilares:
el ejército, de dónde provenía el mismo Chávez.
Hay siniestros rumores de que Diosdado Cabello, el presidente
de la asamblea nacional y miembro de la "boliburguesía"
-capa que utiliza sus conexiones políticas y la corrupción
para enriquecerse- que, al igual que Chávez, es un ex militar,
se encuentra movilizando apoyo dentro de los cuerpos de oficiales
para ajustar cuentas con Maduro.
Y sin embargo, secciones de la "izquierda" se empeñan
en empañar esos peligros. Por ejemplo, una reciente declaración
de Marea Socialista (MS) -cuyas políticas cuentan con el
visto bueno tanto del pablismo como de la Organización
Socialista Internacional (International Socialist Organization)-
habla de la necesidad de "incorporar activamente también
al pueblo bolivariano militar" en una ofensiva política
"para poder frenar la tendencia de desilusión e irritación
en el pueblo bolivariano." MS, corriente dentro del partido
gobernante: el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), asegura
a sus lectores de que "hoy no hay posibilidades inmediatas
de un golpe de estado contrarrevolucionario" debido al carácter
"bolivariano" del cuerpo de los oficiales.
Estalinistas, nacionalistas pequeño burgueses y pablistas,
todos, han impulsado idénticas ilusiones una y otra vez
en Latinoamérica: desde las declaraciones de que el ejército
chileno representaba al "pueblo en uniforme" en vísperas
del sangriento golpe de 1973 de Pinochet a las garantías
de que el general izquierdista-nacionalista de Bolivia J.J. Torres
distribuiría armas de fuego entre los trabajadores contra
a la toma de poder por la derecha en 1971. Miles y miles de obreros
pagaron con sus vidas por causa de ilusiones como esas.
La candente misión política en Venezuela y en la
América Latina es la construcción de un partido
revolucionario real, que luche por la independencia política
del proletariado, partido firmemente anclado en las experiencias
estratégicas del movimiento obrero internacional y de las
luchas del movimiento trotskista mundial -que sólo existe
en el Comité Internacional- en esta época histórica
que acabamos de atravesar. Esa es la única vía al
socialismo.
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