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Se intensifican las tensiones en las reuniones de los países
G-20
Por Nick Beams
2 Mayo 2013
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el autor
Este artículo apareció en nuestra sitio originalmente
en ingles el 22 de abril, 2013.
En las reuniones del Fondo Monetario Internacional y las naciones
G-20 que tomaron lugar la semana pasada, hubo más llamamientos
para que se desarrollen normas que estimulen la expansión
económica mundial. No se presentó ninguna medidas
concreta para poner en práctica semejante plan a pesar,
sin embrago, de divisiones crecientes entre las potencias principales.
Aunque un ambiente de crisis no caracterizó los debates
tal como había sucedido en reuniones recientes, a estos,
sin embargo, los dominó la realización que no hay
ninguna recuperación económica en el horizonte;
más bien hay una tendencia cada vez más marcada
de estancamiento y recesión.
El pavor a una crisis económica inmediata ha retrocedido
un poco, pero todavía existen inquietudes de que el programa
de "imprimir de dinero" que los bancos centrales principales
buscan establecer bien podría causar una en un futuro no
muy lejano.
El comunicado lanzado por.los G-20 aseveró que si bien
había habido cierto progreso, "mucho más se
necesita para satisfacer nuestro compromiso con resolver la continua
flaqueza de la economía mundial".
Pero este palabrerío oficial sólo funcionó
para cubrir los conflictos cada vez más profundos que estallaron
durante las discusiones. El Financial Times reportó
que se había producido un "agrio estancamiento"
entre Alemania y Estados Unidos acerca del problema de hacer "firmes
promesas" para estabilizar los niveles de deuda pública.
En una crítica al programa de austeridad poniéndose
en práctica en Europa, el Ministro de la Tesorería
de Estados Unidos, Jack Lew, dijo que "una demanda mayor
en Europa es crucial la expansión mundial. La referencia
a la "expansión mundial" no es más que
una cortina de humo. El gobierno de Obama desea que el programa
de austeridad en Europa no sea tan severo para así beneficiar
las exportaciones de Estados Unidos al mismo tiempo que reduce
los gastos en su propio país.
Posturas similares de auto preservación se reflejaron en
las declaraciones de Lew en cuanto a temas de comercio. En una
crítica a Alemania y Japón, dijo que países
con grandes superávits comerciales tenían que hacer
un esfuerzo mayor: "¨Se necesita hacer mucho más
para fomentar un nuevo y efectivo equilibrio mundial, lo que requiere
una demanda mayor en países con superávits y un
progreso continuo hacia mayor flexibilidad en cuanto a los tipos
[o tasas] de cambio en el mercado".
El ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble,
lanzó su propio contraataque, dirigiendo sus miras a Estados
Unidos y el Japón por tener estos altos niveles de deudas
gubernamentales. "Ajustes al sector fiscal y financiero todavía
son primordiales para poder ganar de nuevo la credibilidad perdida
y fortalecer la confianza. La cooperación internacional
todavía es crucial. A estas alturas críticas, es
particularmente la responsabilidad de las economías avanzadas,
incluyendo a Japón y Estados Unidos, proceder hasta el
final con una ambiciosa consolidación fiscal durante un
plazo medio para así reducir las proporciones de deudas
públicas, las cuales en varios casos han llegado a niveles
insostenibles", dijo.
Schäuble insistió en que "si los ajustes necesarios
se demoran, los riesgos para lograr la posibilidad de una recuperación
mundial básicamente sensata y perdurable se agravarían".
Advirtió que "nadie debería esperar que Europa
va a generar altas tasas de crecimiento en los años venideros".
Como es el caso con Estados Unidos, lo que motiva la postura alemana
son los intereses nacionales. El gobierno alemán ahora
resiste las exigencias de Estados Unidos para mayor estímulo
porque teme que tanto un compromiso con dar más fondos
y como mayores aumentos de las deudas podrían tener un
impacto adverso sobre los bancos alemanes a beneficio de sus competidores
norteamericanos.
El ministro de finanzas sueco, Anders Borg, se unió su
voz a la crítica de Schäuble: "la situación
fiscal, insostenible en Estados Unidos y Japón, es una
fuente de incertidumbre e inquietudes. Planes verosímiles
fiscales a medio plazo deberían ser desarrollados inmediatamente",
dijo.
Por otro lado, el tesorero australiano, Wayne Swan, defendió
la postura de Estados Unidos y condenó la política
de "austeridad sin sentido" que se llevaba a cabo en
Europa.
En su informe semi anual sobre la economía mundial, el
FMI presentó una perspectiva positiva. Aunque sí
afirmó que habría obstáculos en el camino
del progreso y advirtió acerca de la recuperación
basada en ¨tres velocidades"-Estados Unidos y varias
otras economías se están recuperando, a otras les
va bien, y otras, principalmente en Europa, son problemáticas-el
FMI afirmó que "las perspectivas de la porque economía
mundial han mejorado de nuevo".
Pero nadie prestó mucha atención porque las mismas
esperanzas han surgido de todas las reuniones, celebradas durante
la primavera, durante los últimos varios años sólo
para presenciar la explosión de una nueva crisis financiera
o una expansión mucho menor de lo que se había predicho
para fin de año.
Las predicciones del FMI ya eran consideradas anticuadas al mismo
tiempo que se hacían debido a la evidencia de la posición
económica en proceso de deterioro de Estados Unidos y una
expansión mucho más lenta de lo que se esperaba
en China.
Las divergencias acerca de la presunta consolidación fiscal
y la reducción de la deuda también se reflejaron
en los debates acerca de la fabricación de dinero-medida
iniciada por el Banco de Reservas Federal de Estados Unidos-por
medio de la cual los bancos principales se responsabilizan de
las compras en los mercados de bonos para aumentar el abastecimiento
de dinero. Esta política se debatió ampliamente
en las declaraciones públicas de los banqueros centrales
y ministros de finanzas, así como también en sus
conversaciones privadas Se debatió debido a la reciente
decisión del Banco de Japón de duplicar la presente
cantidad de moneda durante los próximos dos años
para superar la deflación.
El comunicado de los G-20 trató de encubrir las diferencias.
Repitió su postura que asumiera el febrero pasado: que
los países deberían buscar la manera de equilibrar
las tasas que el mercado determina, y que estos deberían
"frenar las devaluaciones competitivas" y no usar los
tipos de intercambios que ellos desean para poder competir.
No importan cuan sean las posturas declaradas en público,
el efecto de imprimir dinero es rebajar el valor de la moneda
en las miras. Esto se vio de la manera más clara en el
caso del yen japonés, el cual ha caído más
de un 20 por ciento durante meses recientes.
Aunque los japoneses escaparon la critica oficial-el ministro
de finanzas, Taro Aso, se mostró un gran afán en
expresarle a los reporteros que Japón no había sufrido
ninguna crítica durante las reuniones-no significa que
no hubo críticas crecientes.
El ministro de finanzas de Korea del Sur, Hyun Oh Seok, dijo que
la caída del yen causaba "inquietudes" e hizo
una llamamiento a que se abandonará, con mucho cuidado,
el régimen de una política basada en el dinero suelto.
El cabecilla del banco central chino, Zhou Xiachuan, advirtió
que "es necesario revalorar los beneficios marginales y costos
de semejante política después de varias rondas de
impresión de dinero. La impresión prolongada podría
exacerbar las vulnerabilidades económicas y afectar la
estabilidad del sistema monetario internacional".
Jens Weidmann, miembro de la mesa directiva del Banco Central
Europeo, expresó que "es evidente que, mientras más
se prolongue una política monetaria ultra expansionista,
más se agudicen los riesgos".
La directora ejecutiva del FMI comentó acerca de los temores
que han surgido debidos a la dirección que toma la impresión
de dinero: "Cierto que hemos oído de todos los miembros
[del FIM] que no es nada convencional que los bancarios centrales
salten
a un campo desconocido".
Una de las inquietudes principales es el efecto de ponerle paro
al estímulo monetario de los mercados financieros. Si se
le pone fin al programa de comprar bonos, es posible que haya
una brusca caída en el valor de estos activos financieros,
lo que ocasionaría una fuga y un aumento en las tasas de
interés. Esto, a su vez, podría empeorar la crisis
financiera y enredar más a los propios bancos centrales.
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