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Bachelet enlista al CP Chileno para coalición electoral
Por Armando Cruz y César Uco
1 Octubre 2013
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Con las elecciones presidenciales chilenas programadas para
el próximo Noviembre, todas las encuestas muestran a la
ex presidenta Michelle Bachelet del Partido Socialista (PS), y
ahora la candidata por la coalición de "centro-izquierda"
Nueva Mayoría, venciendo por un gran margen a Evelyn Matthei,
la candidata del gobernante partido derechista.
Desde el 2011, Chile ha sido estremecido por levantamientos
sociales. Miles de estudiantes chilenos han realizado continuas
protestas contra los altos costos y la privatización de
la educación, produciendo el movimiento social más
grande desde el fin de la dictadura. Huelgas esporádicas
surgieron en el sector minero -Chile es el más grande productor
de cobre del mundo. Asimismo, ha habido huelgas en otros sectores
y protestas por pueblos indígenas en defensa de sus derechos.
Todo esto ha socavado el gobierno del Presidente Sebastián
Piñera, el primero formado por la derecha chilena desde
el fin de la dictadura del General Augusto Pinochet en 1990.
Piñera, el hombre más rico de la nación
sudamericana y líder de un partido que incluyó a
los herederos políticos de Pinochet, logró obtener
la presidencia en el 2010 debido a un amplio descontento social
con las políticas de la llamada Concertación- la
coalición de "centro-izquierda" entre el Partido
Socialista de Bachelet, los Demócratas Cristianos y dos
pequeños grupos- que gobernó a Chile por 20 años.
A través del período, sucesivos gobiernos mantuvieron
las centrales estructuras políticas y gubernamentales impuestas
bajo Pinochet.
Según reportes de la prensa, Bachelet -quién
posee un 74 por ciento en la encuesta comparado con el 30 por
ciento de su rival derechista Matthei- ha provocado tensiones
dentro del sector empresarial chileno por incluir dentro de Nueva
Mayoría a miembros del Partido Comunista Chileno (PCCh).
En una entrevista, Bachelet respondió a estas preocupaciones
declarando: "es mejor que la gente esté sentada a
la mesa a que esté fuera, sintiéndose excluida y,
por ende, reaccionando de una manera que no es la más constructiva
o democrática".
La esperanza de Bachelet de que el incluir a representantes
del PCCh le ayudará a controlar reacciones sociales "anti-democráticas"
es una señal de la clase de gobierno que liderará.
La lista que completa a los candidatos de Nueva Mayoría,
de acuerdo a otro reporte, está dominado por "predominan
representantes directos de grandes grupos económicos locales,
colaboradores neoconservadores de su anterior gobierno 2006-2010,
economistas DC (Democracia Cristiana), PS (Partido Socialista)
(...). Los miembros más relevantes y con mayor influencia
real de este equipo poseen el denominador común de llevar
hasta en los tuétanos la ideología neoliberal"
La verdadera labor de los protagonistas de Nueva Mayoría
será la de continuar atrayendo a la inversión extranjera,
la misma que ha hecho que Chile sea uno de los países más
socialmente desiguales de Latino América. Los representantes
del PCCh servirán de simples figurines en este proceso,
sin ninguna posición de responsabilidad.
Sin embargo, Nueva Mayoría es más que un cambio
cosmético de nombre. Representa el reconocimiento de la
burguesía chilena de que necesita traer al gobierno elementos
del liderazgo del masivo movimiento estudiantil para así
contener al movimiento y prevenir de que se desborde y convierta
en un levantamiento de las masas trabajadoras. Este sendero político
fue en mayor parte establecido por la traición llevada
a cabo por el liderazgo del movimiento estudiantil -que posee
lazos con el PCCh y otras organizaciones de pseudo-izquierda-
cuando desvío a este movimiento para que entrara en negociaciones
con Piñera.
Esto es lo que yace por detrás del deseo de Bachelet
de incorporar a los Estalinistas Chilenos en su coalición.
Como Gulliermo Teillier, el presidente del PCCh, cínicamente
declaró: la presencia del partido otorga a la candidata
de Nueva Mayoría "garantías de gobernabilidad".
En otras palabras, su inclusión apunta a impedir la mayor
polarización de la sociedad chilena bajo líneas
clasistas.
El PCCh chileno en su sitio web continúa defendiendo
su récord de haber sido uno de los primeros partidos en
implementar la política estalinista del frente popular,
habiendo participado en los gobiernos burgueses desde la década
de los treinta. Reconoce sin vergüenza que estos presidentes
burgueses, una vez elegidos con el apoyo del partido se volvieron
contra la clase trabajadora e incluso con el mismo PCCh, retornando
su favor electoral con represión brutal.
Entre los nuevos partidarios de la pseudo-izquierda de la coalición
Nueva Mayoría de Bachelet son Camila Vallejo y Camilo Ballesteros,
quienes se volvieron internacionalmente conocidos como los principales
líderes del movimiento estudiantil chileno. Su apoyo a
Bachelet ha indignado a los estudiantes chilenos, quienes han
experimentado la bancarrota política de este liderazgo
estudiantil, el cual subordinó al movimiento de masas a
una política de presionar y negociar con el gobierno por
sus políticas de educación.
En un intento de pacificar este movimiento y calmar a la conflictividad
social, el gobierno de Piñera acordó bajar las tasas
de interés a los préstamos estudiantiles, los cuales
son las más caras en América después de EE.UU..
En su campaña de elección, Bachelet promete iniciar
una reforma educacional que según ella establecerá
una educación gratuita en seis años. Su previo gobierno,
sin embargo, mantuvo el modelo de educación de Pinochet
y se enfrentó a protestas estudiantiles. El récord
de Bachelet no otorga credibilidad a sus promesas electorales.
Para cambiar de opinión a los estudiantes, la candidata
de Nueva Mayoría confía en Vallejo y Ballesteros,
quienes aplauden su propuesta.
El abrumador apoyo a Bachelet es una distorsionada expresión
de la intensa hostilidad popular al gobierno de derecha de Piñera,
quién deja el cargo con una tasa de aprobación de
tan sólo 30 por ciento.
Sin embargo, lo que predomina en Chile es indiferencia y disgusto
hacia la clase política en conjunto. Dentro de la clase
gobernante chilena hay preocupación de que Bachelet sea
incapaz de controlar una masiva explosión social en medio
de una desaceleración global de la economía y su
impacto que está teniendo en Chile. Después del
fracaso del gobierno de Piñera y su "compasionado"
pinochetismo, estos estratos se dirigen hacia una política
derechista más agresiva en la persona de Matthei, la hija
de un general de la fuerza aérea y miembro de la junta
de Pinochet.
El legado del golpe del 11 de Setiembre de 1973 sigue siendo
primordial en la política chilena hasta este día.
El hecho que millones de chilenos siguen tratando de entender
y extraer conclusiones políticos de esta tragedia fue hecho
evidente por las miles de conferencias, encuentros y manifestaciones
así como en la publicación de nuevos libros, obras
y novelas acerca del golpe que ocurrieron durante este mes por
el aniversario 40 del golpe apoyado por la CIA.
El PCCh y el Partido Socialista de Bachelet han hecho sus mejores
esfuerzos para encubrir las verdaderas razones de la derrota de
Setiembre 1973: el desarme de la clase trabajadora tanto política
como literalmente frente al golpe militar fascista. Este fue el
resultado del programa de los estalinistas chilenos de subordinar
la clase trabajadora al gobierno de Unidad Popular de Allende
y sus afirmaciones criminales de que en Chile existía un
"camino parlamentario" al socialismo y de que el ejército
constituía al "pueblo en uniforme".
Ni tampoco otras secciones de la pseudo-izquierda poseen algún
interés en examinar de manera crítica esta historia,
particularmente aquellas organizaciones que emergieron de la tendencia
revisionista pablista que rompió con el Comité Internacional
de la Cuarta Internacional. Su rol durante este período
fue el de promover las políticas de callejón sin
salida del castrismo y el guerrillerismo en Latino América,
el cual desvío a los elementos dentro de la juventud lejos
de la lucha por construir un nuevo liderazgo revolucionario en
la clase trabajadora y hacia desastrosas aventuras armadas.
Hoy estos grupos con sus orígenes en el pablismo son
incapaces de realizar un balance de la internacionalmente crítica
experiencia de la clase trabajadora. Los revisionistas de la Liga
Internacional de los Trabajadores (LIT), la tendencia morenista,
por ejemplo, publicó una declaración titulada "40
años desde el golpe del 11 de Setiembre", remarcando
la "importancia del gobierno de Unidad Popular" y el
"avance colosal" de los trabajadores que votaron en
1970 por Allende "el primer (auto-proclamado) presidente
Marxista de la historia del mundo".
La declaración no hace ningún intento de analizar
los terribles eventos previos al golpe, tan sólo diciendo
que los "partidos tradicionales" -los demócratas
sociales y estalinistas- así como el centrista MIR (Movimiento
de la Izquierda Revolucionario) "no pasaron la prueba de
la historia".
Tales frases pomposas y vacías sólo pavimentan
el camino para que esta tendencia capitule a un nuevo e incluso
más reaccionario intento de resucitar las políticas
del frente popular bajo Nueva Mayoría y su candidata Bachelet.
El próximo gobierno chileno -casi con seguridad con
Bachelet a la cabeza- confrontará una intensificación
de la lucha de clases impulsada por la crisis capitalista mundial,
la cual ya está pasando factura en la forma del estancamiento
del crecimiento económico, la producción manufacturera
y la demanda doméstica.
La tarea decisiva es la construcción de un nuevo liderazgo
revolucionario en la clase trabajadora basada en la asimilación
de las lecciones de la dura derrota de Setiembre 1973. Esto significa
construir secciones del Comité Internacional de la Cuarta
Internacional en Chile como en todos los países del continente.
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