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Ucrania y los intelectuales pro-imperialistas
Por Alex Lantier
19 Febrero 2014
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La "Carta abierta sobre el futuro de Ucrania", emitida
por un grupo de académicos y operarios de la política
extranjera occidental, es una vil defensa de las actuales protestas
de extrema derecha en Ucrania, las cuales son apoyadas por Washington
y la Unión Europea (UE). Esta repite la vieja mentira de
que la política de los EE.UU. y la UE es impulsada tan
sólo por un desinteresado amor de la democracia y los derechos
humanos; una mentira que ha sido repetida por más de un
cuarto de siglo de guerras imperialistas e intervenciones en Europa
del Este desde la disolución de la URSS en 1991.
Esta declara: "El futuro de los ucranianos depende ante
todo de los mismos ucranianos. Ellos defendieron a la democracia
y su futuro hace 10 años, durante la Revolución
Naranja, y están en pie por aquellos valores hoy día.
Mientras los europeos se desencantan con la idea de una Europa
Común, la gente de Ucrania está luchando por ese
ideal y por el lugar de su país en Europa. Defender a Ucrania
de las tentaciones autoritarias de sus corruptos líderes
pertenece a los intereses del mundo democrático".
La identidad de los representantes locales de las potencias
imperialistas destruyen las pretensiones en la carta abierta de
que las potencias imperialistas se encuentran luchando por la
democracia. Estos se apoyan sobre un núcleo de unos cuantos
miles de matones fascistas provenientes de la organización
Sector de Derecha y el Partido Svoboda para derrocar al régimen
ucraniano en una serie de protestas callejeras; reemplazarlo con
un gobierno pro-UE hostil a Moscú; e imponer salvajes medidas
de austeridad. Washington y la UE no luchan por la democracia,
sino organizan una contrarrevolución social.
En Noviembre, el presidente ucraniano Viktor Yanukovych rechazó
planes de integrar Ucrania dentro de la UE y llevar a cabo recortes
sociales de decenas de billones de dls. para hacer que los trabajadores
paguen las deudas que Ucrania tenía con los más
grandes bancos. En vez de ello, y temiendo una explosión
de masivas protestas, aceptó un rescate de Rusia. Mientras
protestas a favor y en contra del gobierno se abrían paso
en partes de habla ucraniana y habla rusa respectivamente, la
oposición de extrema derecha redobló sus esfuerzos.
Si bien la intervención de la UE amenaza a Ucrania con
el colapso social y la guerra civil, la carta abierta pone a la
realidad patas arriba, presentando a los desarrollos en Ucrania
como una amenaza a la UE: "Aún no es tarde para que
nosotros cambiemos las cosas para mejor y prevengamos que Ucrania
se vuelva una dictadura. La pasividad ante el giro autoritario
en Ucrania y la reintegración del país en una nueva
y expansiva esfera imperial de Rusia plantea una amenaza a la
integridad de la Unión Europea".
En realidad, ni Ucrania ni Rusia han amenazado con atacar a
la UE. Es Ucrania -y su red de transporte de energía, estratégicas
bases militares e industria pesada- el cual se encuentra emergiendo
como uno de los premios mayores en un agresivo plan por parte
del imperialismo estadounidense y europeo para saquear a la región
y poner en la mira a Rusia. Si bien el imperialismo estadounidense
y europeo amenaza con atacar a los principales aliados de Moscú
en el Oriente Medio -Siria e Irán- ellos amenazan a su
principal aliado en Europa del Este -Ucrania- con cambio de régimen
o partición.
El plan de imponer una dominación imperialista sin límites
sobre Europa del Este -que empezó después de la
restauración del capitalismo y las crecientes intervenciones
de la OTÁN y las guerras en Yugoslavia en los noventas-
se encuentra en un nivel bastante avanzando. El siguiente paso
ya está siendo puesto en marcha: cambio de régimen
en Rusia, en dónde Washington está estudiando a
una variedad de grupos étnicos -los chechenios, los tártaros
los circasianos- cuyos agravios puedan ser movilizados en contra
de Moscú.
Esto ya es mencionado directamente en las principales secciones
de la prensa occidental. El Financial Times de Londres escribió
el Domingo: "El Sr. Yanukovych y el Sr. Putin son líderes
de un tipo similar y con un modelo de gobierno similar. Si los
ucranianos logran sacarlo del poder, los rusos se preguntarán
por qué no deberían hacerle lo mismo al hombre del
Kremlin".
Al alinearse a sí mismos con el programa (drive) de
los EE.UU. y la UE para dominar a Europa del Este, los signatarios
de la carta abierta aceptan los que han sido desde un punto de
vista histórico los objetivos del imperialismo alemán.
Berlín invadió dos veces a Ucrania en el siglo veinte,
en 1918 y en 1941. Cabe remarcar que los títeres fascistas
en Ucrania el día de hoy son los descendientes políticos
de los fascistas ucranianos que ayudaron a llevar a cabo el holocausto
en Ucrania y fueron aliados de los Nazis, cuya política
era despoblar a Ucrania y preparar la colonización de los
colonos alemanes mediante la exterminación en masa.
En la Conferencia de Seguridad de Munich de este año,
los principales funcionarios alemanes han declarado que Berlín
planea abandonar las restricciones al uso de su fuerza militar
que ha obedecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Las desastrosas consecuencias de las políticas auto-destructivas
de la burocracia Soviética y la ingenua estrategia de Mijail
Gorbachov mientras se disolvía la URSS -el creer que el
concepto del imperialismo era una ficción inventada por
el Marxismo- están emergiendo ante la vista de todos.
Trotsky advirtió que la disolución de la URSS
no sólo restauraría el capitalismo, sino que transformaría
a Rusia en un feudo semi-colonial de las potencias imperialistas:
"Una Rusia capitalista ni podría ocupar hoy la posición
de tercera categoría al cual la Rusia zarista estaba predestinada
por el curso de la guerra mundial. El capitalismo ruso hoy sería
un capitalismo dependiente, semi-colonial y sin ninguna perspectivas.
Rusia Número 2 ocuparía una posición entre
Rusia Número 1 y la India. El sistema soviético
con su industria nacionalizada y monopolio de comercio extranjero,
a pesar de sus contradicciones y dificultades, es un sistema protectivo
para la independencia económica y cultural del país".
Esta es la agenda que está siendo trazada por el imperialismo
y sus agentes fascistas: hacer retornar a Rusia y Ucrania a un
status semi-colonial por medio de la subversión interna,
la guerra civil o la intervención militar externa. Procesos
que amenazan con muerte a millones están siendo puestos
en marcha.
Movilizar a la clase trabajadora en una lucha contra la guerra
imperialista y la explotación neo-colonial es la tarea
central en Europa del Este. Las respectivas advertencias deben
ser hechas. Ante la ausencia de tal lucha, debido a la bancarrota
y la poca popularidad de los regímenes oligárquicos
de la región, hay muchas razones para pensar que determinadas
bandas fascistas -apoyadas por los gobiernos imperialistas y con
la cobertura política otorgada por académicos pro-imperialistas
y los agentes diplomáticos- logren derrocar a los regímenes
actuales.
Esto remarca el reaccionario rol de los signatarios de la carta
abierta. Algunos son diplomáticos o agentes imperialistas
"no-gubernamentales", como los ministros de relaciones
exteriores Ana Palacio de España y Bernard Kouchner de
Francia, y Chris Stone y Aryeh Neier del Open Society Institute
del multimillonario George Soros y que posee vínculos con
el Departamento de Estado de EE.UU. La mayoría, sin embargo,
son académicos e intelectuales quienes están prestando
sus nombres para otorgar credibilidad a la reacción de
extrema derecha en Ucrania, por medio de una combinación
de ignorancia aprendida y ceguera histórica.
Algunos de los nombres en la lista de signatarios evocan el
arrepentimiento: entre estos, Fritz Stern, un historiador que
alguna vez supo escribir sobre preguntas históricas en
una manera seria.
Otros, como el del charlatán postmodernista Slavoj Zizek,
no sorprenden a nadie. Ellos tan sólo confirman el alineamiento
de las afluentes secciones de la clase media con el bandidaje
imperialista y el reaccionario rol del pensamiento pseudo-izquierdista
en entrenar a portavoces del imperialismo.
Décadas después de declarar guerra intelectual
al marxismo en las universidades y en los medios, la vida cultural
está en un estado desastroso. Estos estratos -hostiles
a las concepciones marxistas del imperialismo y al rol de los
intereses materiales que conducen sus políticas- son indiferentes
a los crímenes del imperialismo; la destrucción
de Faluya durante la ocupación estadounidense de Irak,
la campaña asesina de los drones en Afganistán y
Pakistán. Sus plumas, no obstante, entran en acción
cuando los políticos de la UE excitan sus glándulas
morales al denunciar a los regímenes en la mira de la intervención
imperialista. Ellos pueden ser llevados de las narices incluso
por detrás de fascistas, con unas pocas y vacuas invocaciones
a los derechos humanos.
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